La caída de Allende
La táctica de los mariscales rusos
La intervención de la CIA y el propio Gobierno norteamericano en la conspiración para derrocar a Salvador Allende es hoy en día un hecho probado por infinidad de documentos. Desde el boicot económico hasta la financiación de grupos armados, pasando por la inyección económica a las publicaciones de la extrema derecha y el fomento de las huelgas salvajes, la Casa Blanca lo intentó todo para deshacerse de la "experiencia socialista por la vía constitucional" instaurada por Allende. Entre los "agentes" que recibían dinero de Washington estaba el dirigente democristiano Claudio Orrego. Diputado y notable polemista, Orrego formulaba entonces su célebre estrategia de los mariscales rusos, una política que aplicaría la democracia cristiana en los años siguientes y que ayudaría en forma crucial al derrocamiento de Allende. La tesis de Orrego, o de sus patrocinadores, copiaba la táctica mantenida por los rusos durante la invasión napoleónica y durante la Segunda Guerra Mundial que consistía, en síntesis, en dejar que el enemigo avanzase lo más posible hasta que el frío, el "general invierno", lo enterrase en las estepas, lejos de sus líneas de retaguardia y mantenimiento.
Orrego comparaba las instituciones con la dura estepa invernal y confiaba en que Allende quedase atrapado en la propia legalidad que le había permitido llegar a la presidencia de la República. Mientras más lejos llegase en la aplicación de su programa de reformas, más abandonado quedaría por el peso de la ley, el "general invierno" de la batalla de Chile, según la estrategia de Orrego y sus consejeros norteamericanos. Orrego, hombre de confianza de Frei y miembro de la cúpula derechista que entonces controlaba el partido democristiano, aconsejaba simplemente retroceder, dejar el terreno al Gobierno de Allende y esperar el momento en que estuviese empantanado para darle el golpe definitivo. La táctica a seguir sería -y lo fue- quemar graneros y campos de la ley, desgastar al enemigo, el Gobierno, mediante el bloqueo institucional y levarlo así a su "Moscú", a la derrota final como la que sufrió Napoleón en las puertas de la capital rusa en 1812.