EL GOLPE DE ESTADO EN CHILE
Recuerdos del otro 11 de septiembre, el de 1973, cuando Estados Unidos, la ITT, los momios, el Opus Dei y los militares chilenos, derrocaron al presidente constitucional de la República de Chile, Salvador Allende, llevándolo a la muerte.
Fue el día de la sublevación de las Fuerzas Armadas contra el Poder Civil, la mañana de la proclama militar que llamaba a renunciar al presidente Salvador Allende y minutos después la aviación militar bombardeaba instalaciones de radio Portales y radio Corporación, la Marina de Guerra había comenzado su accionar volviendo de un simulado ejercicio, el Unitas, con la armada de EE.UU., anclada a pocas millas en aguas territoriales chilenas y los tanques se aprestaban a atacar La Moneda.
El día que dividió y sepultó la vida de los chilenos en 17 años de dictadura.
El día que se instaló el estado de sitio a un pueblo que vivía bajo un gobierno elegido democráticamente tres años antes, en 1970 y reafirmado en las elecciones parlamentarias de marzo de 1973, aumentando su caudal de votos a su favor del 36% al 43%.
El día que se conculcaron todos los derechos como ciudadanos y la pérdida por parte de los trabajadores de todas sus conquistas.
El día que se ocuparon militarmente las universidades y la censura llegó a radios y diarios incluyendo la clausura.
El día de la muerte y la tortura, en el que se establecieron los campos de concentración y los asesinos llevaron a la práctica lo aprendido en su instrucción militar en la Escuela de las Américas.
El día que se hizo efectiva la orden del presidente Richard Nixon, asesorado por Henry Kissinger, al jefe de la CIA (Agencia Central de Inteligencia), William Colby, de terminar con el gobierno constitucional sin medir las formas y los costos, estos incluían las vidas de miles de chilenos.
El día que culminó un largo boicot que contribuyó a una crisis político-económica, producto de huelgas y desabastecimiento, financiada por EE.UU. y llevada a cabo por la derecha económica chilena, para instalarse y depredar hasta nuestros días.
El día que salió a la luz el jefe de una de las dictaduras más sangrientas de América Latina, Augusto Pinochet Ugarte, el mismo que había ofrecido a Salvador Allende y su familia un avión para dejar Chile y salvar su vida, pero que en realidad escondía una nueva traición, ya que se conocería una grabación donde ordenaba su muerte: "Pero el avión se cae, viejito, cuando vaya volando. Muerto el perro se acabó la rabia", el mismo que hoy se esconde de la justicia detrás de las polleras de una demencia senil.
El día que Salvador Allende se despidió del pueblo chileno diciendo: "...Ante estos hechos sólo me cabe decirle a los trabajadores: yo no voy a renunciar. Colocado en un trance histórico pagaré con mi vida la lealtad del pueblo. Y les digo que tengo la certeza de que la semilla que entregáremos a la conciencia digna de miles y miles de chilenos no podrá ser segada definitivamente. En nombre de los más sagrados intereses del pueblo, en nombre de la patria, los llamo a ustedes para que tengan fe. La historia no se detiene ni con la represión ni con el crimen. Esta es una etapa que será superada. Este es un momento duro y difícil, es posible que nos aplasten. Pero el mañana será del pueblo, será de los trabajadores. La humanidad avanza para la conquista de una vida mejor".