3 de noviembre del 2003
Guillermo Almeyra
La Jornada
Toni
Negri pasó por Buenos Aires. Pude escucharlo en una fábrica ocupada -Grisinopoli-
en la que funciona un importante centro cultural. Fuera de afirmaciones de
principio -"multitud es un concepto de clase", "multitud se opone a pueblo,
porque este concepto es una creación de la burguesía para afirmar la nación y la
unidad nacional bajo su mando"- no pudo responder a preguntas concretas sobre
hechos contundentes que contradecían sus teorías.
Por ejemplo, dijo que la invasión a Irak había sido "un golpe de Estado de
Estados Unidos contra el imperio" (o sea, el gobierno de las trasnacionales) y
no una enésima expresión del imperialismo y de la utilización del Estado por el
capital, y no respondió a preguntas sobre las clases, la lucha de clases, la
conciencia histórica y la organización social y partidaria a la luz de los
acontecimientos en Bolivia.
Dio también como ejemplo de su concepción de la autonomía el "¡qué se vayan
todos!", de la rabia contra el establishment de los movimientos sociales
urbanos argentinos de diciembre de 2001 y hasta septiembre de 2002, sin hacer
ningún balance del hecho de que las asambleas populares prácticamente han dejado
de existir, la población votó masivamente por los "todos" que habrían debido
irse y el "¡ qué se vayan todos!" no se escucha más desde finales de 2002.
Negri, en Grisinopoli, dio su conferencia sobre todo ante dirigentes de grupos
autonomistas y de sectores piqueteros (obreros desocupados organizados)
que también juran por su concepción de la autonomía, pero después habló también
con altos funcionarios del gobierno, muchos peronistas ex Montoneros, entre los
cuales se contaba, chupando su habano, el ministro de Trabajo, Carlos Tomada,
que fue secuestrado en su ministerio por piqueteros autónomos, a los que
denunció ante la justicia y a los cuales pretendía reprimir creando una brigada
policial antipiquetera especial (encargada del servicio de inteligencia y
de la cooptación de dirigentes sociales en función "preventiva").
Como Voltaire, que asesoraba a Federico El Grande de Prusia o a Catalina La
Grande, Negri asesora en autonomía a los peronistas, pero también dice que lo
hará con dirigentes del Partido de los Trabajadores y del gobierno de Lula y con
Lula mismo, así como con dirigentes estatales y socialistas chilenos.
Así como en Bolivia no se ve la multitud y se ven en cambio las clases y la
lucha de clases, en Argentina, lo que subsiste de los movimientos sociales -o
sea, los desocupados organizados- es una expresión del movimiento obrero, que ha
marcado la historia del país en todo el siglo pasado. Entre otras cosas, por eso
la conciencia y los métodos de esos obreros desocupados y ex dirigentes
militantes sindicales corresponden también al peronismo, por el cual votaron
aplastantemente, dicho sea de paso, inclusive los piqueteros organizados
en grupos dirigidos por maoístas (los de la Corriente de Clase y Combativa),
seudotrotskistas (los del Bloque Piquetero), socialcristianos (como el dirigente
de la CTA, D´Elia). Los que, según ellos, optaron por el "éxodo" del capitalismo
y pretenden instalarse en una nueva identidad de desocupados permanentes, y se
llaman piqueteros y no trabajadores desocupados, no sólo son subsumidos
por el capital, al cual se subordinan como marginados, sino también dependen del
gobierno, al cual exigen bolsas de comida y subsidios mensuales de 150 pesos
(cerca de 600 pesos mexicanos mensuales) para algunos miles de sus integrantes.
La autonomía, en este sentido, no la tienen frente al gobierno ni frente a los
partidos o sectas y grupos políticos. Sobre todo, no la tienen clara en su
cabeza ni en sus escritos. El control de los Planes Jefas y Jefes del Hogar, que
permiten sobrevivir a cientos de miles de personas, fue obtenido cuando los
jefecitos y jefecitas barriales peronistas perdieron el control de su clientela
debido a la crisis económica y del gobierno de la provincia de Buenos Aires y
del verdadero jefe de ese aparato, el ex gobernador de esa provincia y ex
presidente provisional, Eduardo Duhalde.
Los planes y los subsidios que esa gente distribuía a su clientela pasaron a ser
arrancados por la presión de los desocupados organizados, que ahora tienen su
propia clientela sui generis que el gobierno les quiere disputar al
concentrar esos planes de trabajo y esas ayudas en el Ministerio de Trabajo,
suprimiendo así el poder político de los dirigentes piqueteros.
Negri propuso a los funcionarios dar un aumento de salarios y una reorganización
del peronismo: ambas reforzarían la dependencia de los movimientos sociales al
aparato estatal y la esperanza en los salvadores en el poder, en vez de
desarrollar, como en Bolivia, el poder de abajo.
La teoría, se sabe, tiene sus consecuencia prácticas. La de Toni Negri, que
olvida las clases y las luchas de clases, lleva a ver en la política de George
W. Bush sólo un golpe de Estado y una excepción, y a no ver lo que pasa y pasará
en Bolivia y las verdaderas vías, en la autogestión y en la creación de poder,
para la autonomía política de los trabajadores argentinos, los cuales aún deben
superar el peronismo.
Tomado de La Jornada