24 de febrero del 2004
Guillermo Cieza
Retruco
Como
lo comenta detalladamente Mariano Thieberger en su articulo publicado en Clarín
(22/2), el presidente Kirchner, se apresta a dar la batalla final contra los
piqueteros. En realidad el artículo hace referencia a los piqueteros duros, pero
como nos enseñó el maestro Bretch, siempre se empieza por los comunistas.
Para el gobierno es en momento apropiado para iniciarla. Las encuestas indican
que el 90 % de los argentinos no comparte los cortes de rutas y avenidas. El
Presidente que se pone a la cabeza de la cruzada cuenta con un respaldo del 75%
de la población.
Está en el pico máximo de aceptación. Y ese 75% nos recuerda una historia no tan
lejana de otro presidente que también tuvo el 75% de aprobación: la formula
Perón- Perón (juan Domingo e Isabel). La referencia viene a cuenta para recordar
como se construyó ese famoso 75%.
Cámpora había ganado las elecciones el 11 de marzo de 1973 con el 49% y en ese
voto lo dominante era la esperanza de un cambio.
El Perón que regresó del exilio era, como él mismo lo dijo, "un león herbívoro"
y grupos económicos advirtieron rápidamente que para la situación de enorme
movilización popular que sacudía el país no había mejor dique de contención que
el propio Perón. El 75 % de la formula Perón-Perón fue entonces expectativa de
cambio, más proyecto gatopardista.
Por aquellos años corresponde a Ricardo Balbín el hallazgo semántico de la
"subversión industrial". Para Balbín la subversión industrial era el gran cáncer
que corrompía al país.
Y aquella idea de Balbín tuvo mucho plafond en la clase media. Sobre ese demonio
se reclutaron muchos apoyos clasemedieros al golpe de Videla.
Hoy los nuevos demonios son los piqueteros. Según esa singular lectura promovida
por canal 9 y radio 10, pero que ha penetrado en todos los pliegues de la
sociedad, los piqueteros tienen la culpa de casi todo. Hasta de que las maestras
ganen poco y los tacheros tengan poco trabajo.
Los piqueteros cometen errores y horrores. Pero como a los subversivos
industriales del 74 no se los demoniza por eso. El problema es otro. Para los
poderosos y para los mediopelo que asumen la mirada de los poderosos los pobres
sensibilizan en las estadísticas y en las marchas de San Cayetano. Pero cuando
se organizan y luchan son francamente insoportables. Por que para ellos lo que
es esencialmente insoportable es la lucha de clases.
A Kirchner le pasa algo parecido que al Perón del 74. Si reclutó sus primeros
apoyos entre aquellos hartos de la pobreza, la corrupción y las entrega del
país, el publicitado 75 % se explica también porque numerosos grupos de poder lo
apoyan. En la Argentina de nuestros días las petroleras y el complejo sojero
están ganando plata como nunca, al Fondo se le paga puntualmente y el gobierno,
en el último viaje a España empezó a arreglar con los capitales dueños de las
empresas públicas privatizadas.
Todos esos arreglos tienen consecuencias: Quienes dependen de un ingreso fijo
(jubilados, estatales, docentes, etc.) no han recibido compensación alguna de lo
mucho que perdieron con la devaluación. La promesa de Duhalde de un subsidio
universal para desocupados ha sido cancelada. En el próximo invierno se
descongelaran las tarifas.
El gobierno es consciente que por ahora no paga demasiado costos políticos por
esas decisiones. La comparación con Ménem y De la Rua, lo favorece. Y los
fabulosos precios internacionales de la soja alimentan la ilusión de que si
ahora crecemos, la riqueza puede derramarse y alcanzar a todos los argentinos.
Pero también sabe que nuestro pueblo se toma su tiempo, pero no es tonto.
Es curioso que un Presidente que se proclama popular se ponga al frente de una
cruzada semejante como es la dividir y destruir a organizaciones de desocupados.
La derecha vernácula se relame porque derrotados los piqueteros el gobierno de
Kirchner es la frutilla del postre. Porque como le ocurrió al propio Perón (y la
muerte le impidió comprobarlo) los gorilas no lo habían amnistiado; se
resignaban a Perón, pero sus hombres eran Videla y Martínez de Hoz.
La historia enseña que cuando las tropas nazis avanzaron sobre Rusia no hubo
mejor estrategia que resistir y demorar el avance hasta que llegara el invierno.
A Hitler lo derrotó la heroica resistencia del pueblo ruso y el invierno.
Resistir, pero no a ciegas, eligiendo momentos y escenarios, parece ser la mejor
estrategia para el movimiento piquetero.
El apuro es del gobierno, no falta tanto para el invierno.
Tomado de Rebelión