13 de junio del 2003
Sergio Ferrari
Pocos creían que la llegada de Néstor Kirchner a la
presidencia de Argentina el 25 de mayo pasado iniciara un cambio de fondo en las
relaciones de fuerza del país conosureño. Numerosos analistas así como
dirigentes políticos, sindicales y sociales, caracterizaban al nuevo presidente
de *tibio*, sin personalidad propia. Y lo presentaban como un *hombre del
ex-presidente Duhalde*, una pieza más del continuismo político tradicional.
Sentimiento de fragilidad política que se
reforzó, en cierta forma, con el retiro del otro candidato, el ex-presidente
Carlos Menem , del ballotage, escasos días antes del mismo. De esta forma Néstor
Kirchner llegaba al gobierno con el escaso 22 % de los votos de la primera
vuelta, turno en el cual había sido el segundo candidato más votado detrás del
mismo Menem que obtuvo el 24 %.
Si bien las encuestas anticipaban para esa segunda vuelta del domingo 18 de mayo
una aplastante victoria de Kirchner, el segundo turno no se plasmó y la
legitimidad de su ascenso a la Casa Rosada quedó *averiada*.
PRIMERAS MEDIDAS SORPRENDENTES
A pesar de esas circunstancias condicionantes, el mismo día de la asunción,
Kirchner comenzó a sorprender a una sociedad argentina que vive con relativa
sorpresa este primer mes de nuevo gobierno.
El discurso de toma de posesión fue contundente, claro, sin pelos en la lengua y
plagado de conceptos/homenajes a las víctimas de la última dictadura militar
(1976-1983). « Generación golpeada con compañeras y compañeros que ya no están
».
Tal como lo subraya el prestigio semanario uruguayo *Brecha* en su edición de
fin de mayo, « hace veinte años Raúl Alfonsín, a la par de los juicios a las
juntas militares, bendecía la teoría de los dos demonios ». Por la cual tan
responsable de la violencia militar eran las fuerzas armadas como los militantes
de las activas organizaciones guerrilleras (especialmente Montoneros y el
Ejército Revolucionario del Pueblo) que actuaban en ese momento.
El marco donde se pronunció ese primer mensaje a la Nación, adicionalmente,
indicaba un espíritu de apertura latinoamericanista y de reforzamiento de un
modelo regional más cercano al MERCOSUR (Mercado regional del Cono Sur) que al
ALCA (Acuerdo de Libre Comercio para las Américas), propuesta hegemónica de
Washington para toda la región.
Rodeado del presidente brasilero Lula - a quien Kirchner había visitado algunos
días antes en Brasilia-; de Fidel Castro; de Hugo Chávez de Venezuela, se
entreveían en la ceremonia señales de nuevos esfuerzos por reinventar la
soberanía latinoamericana.
Sólo algunas horas después de haber asumido, Néstor Kirchner sorprendió a los
más incrédulos, descabezando los mandos superiores de las tres fuerzas armadas.
17 oficiales superiores fueron removidos, dinámica que se prolongó luego con
cambios sustanciales en la policía. El compromiso adicional del gobierno de
revisar los antecedentes de todas las futuras promociones - haciendo referencia
a la responsabilidad represiva que hubieran podido tener- produjo un nuevo
suspiro de parte de importantes sectores de la sociedad argentina.
Las declaraciones positivas de Hebe de Bonafini, presidenta del sector más duro
de las «Madres de Plaza de Mayo» al salir de una reunión con el nuevo mandatario
en una de sus primeras acciones simbólicas de gobierno, fueron desmontando la
incredulidad.
La presencia en el gabinete de algunos ex-militantes de la antigua juventud
peronista -antecedente político del mismo Kirchner-; la designación de Daniel
Filmus como ministro de educación aceptado por el combativo gremio CTERA
(Central de Trabajadores de la Educación) y la designación como canciller de
Rafael Bielsa, quien estuviera un tiempo secuestrado-desaparecido durante la
antigua dictadura, reforzaron la corriente de simpatía. Apenas cuestionada por
otras designaciones como la de Gustavo Béliz en el Ministerio de Justicia. Beliz
fue antigua mano derecha del ex-ministro Domingo Cavallo, uno de los principales
exponentes de la reciente y antipopular historia de ajuste neoliberal menemista
en el país.
El inicio del juicio político a Julio Nazareno, presidente de la Corte Suprema
de Justicia y personaje temible por su emparentamiento político con el
ex-presidente Carlos Menem, produjo un nuevo shock de agradable despertar en un
país donde la corrupción -con al visto bueno de la cabeza jurídica a nivel
nacional- fue práctica cotidiana durante los diez años de menemismo.
Al comenzar la segunda semana de junio el Gobierno lanzó una ofensiva
anticorrupción. Anticipó que consultará a organizaciones civiles y profesionales
para hacer más transparente la elección de los nuevos miembros de la Corte
Suprema. Propuso, además, sesiones televisadas en el Senado (una de las dos
cámaras legislativas) y la exposición pública, previa, de los antecedentes de
los candidatos.
Para arrinconar a Nazareno el gobierno se plantea revisar dos casos de
repercusión nacional. El sobreseimiento del Grupo empresarial Macri, que fuera
acusado de presunta evasión de impuestos. Así como el fallo referido a la
empresa Meller S.A. en el que la ex- interventora de ENTEL (Empresa nacional de
telecomunicaciones), María Julia Alsogaray, ordenó el pago de 29 millones de
dólares a la firma proveedora de la ex-teléfonica estatal. «Esa es la causa que
puede tumbar a Nazareno» habría señalado una fuente al cotidiano Clarín, tal
como éste lo refleja en su edición del 8 de junio.
EL EJE LATINOAMERICANISTA
La nueva orientación continental « resultó el dato saliente de la asunción de
Kirchner. Lucio Gutiérrez (Ecuador), Hugo Chávez (Venezuela), Luis Inácio Lula
da Silva (Brasil) y Fidel Castro (Cuba) sumaron a Kirchner el "eje
latinoamericano" tan temido por George W. Bush », señala el semanario Brecha.
Quien destaca también la presencia el 25 de mayo en Buenos Aires de Ricardo
Lagos (Chile), Gonzalo Sánchez de Lozada (Bolivia), Jorge Battle (Uruguay),
Alejandro Toledo (Perú) y Luis María Macchi (/Paraguay). «Demostró la
persistencia del MERCOSUR y de un reclamo regional común a la hora de negociar
con los organismos internacionales de crédito».
Sin duda, la distancia del ALCA así como el interés de discutir la mejor manera
de renegociar los plazos de la deuda externa de la región - para reducir a su
vez el impacto mortífero de la insorportable deuda social interna-, son señales
impensadas hace apenas seis meses en una región que no termina de vivir
terremotos electorales y sociales.
« Las relaciones con Estados Unidos están dañadas », reconoció en una de sus
primeras comparecencias de prensa el nuevo canciller Bielsa, quien anticipó la
necesidad de reconstruirlas sobre la base de « madurez y cooperación ». Salvo
los de Colombia , Uruguay y algunos centroamericanos, prácticamente todos los
gobiernos latinoamericanos se distanciaron de Washington en la reciente guerra
contra Irak. Nueva tendencia que se contrapone al seguidismo ciego hacia la
política exterior estadounidense, predominante en la clase política
latinoamericana durante los últimos lustros.
PROGRAMA ECONOMICO: PUNTO CRUCIAL
Apenas dos días después de llegar a la casa de gobierno, Kirchner acompañado por
parte de su gabinete viajó a Entre Ríos con el objetivo logrado de desmontar un
conflicto docente que retardaba el inicio de las clases.
Señal de sensibilidad social en un país donde uno de cada dos habitantes viven
en la pobreza y donde casi el 40 % de la población económicamente activa está en
el desempleo o vive del subempleo.
El compromiso de no aumentar las tarifas de los servicios públicos por 90 días ,
confirmado el 8 de junio, será en el futuro un parámetro para medir la
viabilidad de la propuesta económica de Kirchner y de su Ministro de Economía
Roberto Lavagna. Al firmar el decreto el nuevo presidente reconoció, según el
cotidiano argentino "Clarín", « que (si bien) las empresas privatizadas
enfrentan problemas...también la gente, los usuarios, están mal...Hay que buscar
el equilibrio »
Según el mismo semanario "Brecha", Lavagna ya tiene las primeras opciones
definidas. « Neokeynesianismo a través de obras públicas; salud fiscal a través
de tribunales para evasores y medidas para alentar el consumo interno »
Trípode simplista , ni siquiera demasiado innovador, pero que pretende darle
continuidad a los últimos meses de la gestión de Eduardo Duhalde, guiñando un
ojo de complicidad a una buena parte del empresariado "nacional", tratando de
ganar tiempo político apelando a la sensibilidad social y probando de estirar lo
más posible el cumplimiento de los compromisos que el mismo Lavagna firmara con
los organismos financieros internacionales . Que obligarían, entre otras
medidas, al aumento de las tarifas y servicios públicos; la compensación a los
bancos por la pesificación y el reinicio del pago del servicio de la deuda en lo
que queda del 2003.
TODO ESTA POR HACERSE
Si bien las sorpresivas primeras semanas de gestión gubernamental abren una
ventanita de esperanza para una nueva lógica política en Argentina - y para la
visión latinoamericanista y soberana en el continente-, todavía no hay lugar
para la euforia en ese país sudamericano.
Las presiones de las organizaciones financieras internacionales -algunos de
cuyos principales personeros ya están llegando a Buenos Aires-; la presión de la
parte desplazada de las fuerzas armadas; la crítica creciente de las empresas
privatizadas que aspiraban a un aumento automático de los precios de las tarifas
...ya empiezan a sentirse.
La pulseada está abierta. Y si bien Kirchner y muchos de sus colaboradores
directos parecen dispuestos a avanzar en la "moralización" de la política
nacional, deberán apostar rápidamente a una nueva base social que los sostenga
en los pasos que están dando. Y medir cada pequeño paso que de hacia adelante.
Los frentes opositores son muchos y no será fácil darle la batalla a todos al
mismo tiempo.
Kirchner, Lula y los Estados Unidos
Tal como lo sostiene la Agencia informativa "Púlsar", los presidentes Kirchner y
Lula decidieron instalar una "línea directa", abierta las 24 horas, para poder
consultarse sin demoras sobre las decisiones urgentes a tomar en el plano
diplomático.
Por si la línea telefónica no alcanzara, los aviones pueden unir en unas
cuatro-cinco horas Buenos Aires y Brasilia. Tal el caso el miércoles 11 de junio
cuando Kirchner y un grupo de sus más próximos colaboradores hicieron el salto a
la capital brasilera para encontrarse con Lula.
Nada de extraordinario si no fuera que el día anterior, Collin Powell, ministro
de exteriores de Estados Unidos, había estado durante tres horas en la Casa
Rosada porteña en su primera visita oficial a Argentina en la nueva etapa.
La *agenda abierta* incluyó varios temas principales. Powell habría sugerido la
pertinencia del envío de gendarmes argentinos a Irak en una misión de seguridad.
La respuesta de las autoridades argentinas fue «no». Powell reiteró su discurso
de la necesidad de «normalizar democráticamente Cuba». La respuesta de sus pares
argentinos fue el silencio. Por su parte, Kirchner, anticipó el interés de su
Gobierno de un «acuerdo global y a largo plazo con el Fondo Monetario
Internacional», especialmente en lo que se refiere al pago de la deuda.
«Queremos pagarla...siempre y cuando no signifique agravar la situación social
del país», habría sostenido el mandatario.
Como lo sugiere el cotidiano argentino Página 12, « Powell habría llegado a
Buenos Aires para ver si Kirchner se parece más a Chávez (Venezuela) o a Lagos
(Chile) ». Ni lo uno ni lo otro. Aunque tal vez se dio cuenta de la línea
directa 24 sobre 24 entre Buenos Aires y Brasilia.
Tomado de Rebelión