6 de febrero del 2003
Investigación sobre el Banco Central de Bolivia, primera parte
Saíd Villavicencio Jaldín
Rebelión
¿Quién no recuerda la serie televisiva "La isla de la fantasía", donde un diminuto hombrecillo ("Tatú") es el señero asistente y, en muchos episodios, el lugarteniente perfecto del "Jefe" (su mentor, guía, protector...) siempre vestido de inmaculado traje?, con toda certeza que todos aquellos que, en primer lugar, tuvieron acceso a un televisor desde hace unos cuatro o cinco lustros, en segundo término, que tienen la memoria sana y, finalmente -como millones de niños, jóvenes y adultos en el mundo-, que gastaron muchas horas de sus vidas frente a las pantallas del televisor.
Para quienes no vieron la teleserie u olvidaron la enjundia de sus contenidos, cabe recordar que ésta, en esencia, es la cristalización absoluta de los sueños más preciados, de quienes -en forma directa o indirecta- confiaron en el fabricante, distribuidor y vendedor de ilusiones -amo y señor de la Isla de la fantasía- la realización de sus aspiraciones mayúsculas.
Ricardo Montalbán es el actor que personifica al "Jefe" en el territorio de la alegría, armonía, felicidad, perfección... que contagia y envuelve a los privilegiados de respirar sus aires. Así, Juan Antonio Morales Anaya, en el Banco Central de Bolivia (BCB), es el protagonista principal de las historias fantásticas que palpitan al interior del Instituto Emisor de Bolivia, en su rol de presidente.
Él, al igual que el "Jefe" de la Isla de la fantasía, al menos en apariencia, tiene el poder de hacer realidad los sueños, pero sólo de algunas personas -hombres y mujeres de un privilegiado círculo ¿social, económico, político?- y para compensar esta su limitación, se rodea de personillas muy económicas de espíritu y valores que apoyadas en la ley de la compensación, buscan equilibrar sus pequeñeces con sus agigantadas ambiciones materiales.
Pusilánime para afrontar los problemas grandes, medianos y menudos que enrarecen el ambiente de trabajo de los desamparados de padrinazgos y avales politiqueros que entremezclados con los beneficiados con sinecuras y canonjías superan los 450 funcionarios, el "Jefe" del BCB, ha cultivado la habilidad de esconderse en el parapeto de la gerencia general cuando los temas y problemas reclaman su palabra y decisión o, en algunos casos, esgrimir el silencio como su argumento.
Su discurso de "competencia y honestidad" durante el periodo de su mandato de seis años (1996 a 2002) como titular del Banco Central de Bolivia, es un vulgar ultraje al significado de estos términos, así como a los de respeto a las normas tanto institucionales como nacionales; sin embargo con él -discurso- seguramente logró convencer a ciertos sectores de la población, pero que -para descargo de ellos- desconocen el vientre y la verdadera realidad del BCB -sobre todo en sus áreas: administrativa, auditoría interna y asuntos legales-, pues en la realidad sucede todo lo contrario. ¿Pruebas?, ¿dudas? Morales tendría que responder ¿cuántas denuncias de este tipo, entre otras, presentaron -con base en documentos- los funcionarios del BCB, contra su administración ejecutada por la Gerencia General?, ¿ Por qué, habiéndose firmado el Convenio del 12 de junio de 2000 -entre los miembros del Directorio y los dirigentes sindicales del BCB-, en el que se declara en su punto 4, que "Las denuncias presentadas por el Sindicato hasta el día 14 de junio de 2000 que estén adecuadamente fundamentadas y documentadas serán sometidas a investigación con diligencia y oportunidad", hasta ahora no muestra sus resultados?, ¿ qué responsabilidades administrativas y/o penales tendrían los sindicados de dichas denuncias?, en fin, caben muchas interrogantes sobre éste y muchos otros temas que Morales, como el "Jefe" de las personillas que administran el Banco Central de Bolivia, tiene la obligación de responder, pues no se olvide el BCB es una institución pública, así sea autárquica, y todos sus funcionarios -incluidos su presidente, directores, gerentes... - son empleados del Estado, tal como lo son los ujieres o secretarias.
Según Morales "al Banco Central se ingresa a trabajar con examen de competencia y se promueve a los funcionarios con el mismo sistema. 'No es cierto que se ingresa con recomendaciones o favores políticos, lo que cuenta es la competencia y la honestidad", (ABI viernes 12 de mayo de 2000); más aún, en su carta dirigida a Última Hora el 20 de enero de 2000, asegura que "... En caso de requerimiento de personal de planta, el BCB convoca internamente a concursos de méritos para cubrir los cargos vacantes. Si los postulantes no hubieran satisfecho los perfiles profesionales requeridos, publica en los diferentes medios de prensa sus necesidades de personal, siguiendo las normas Básicas de Contratación de Bienes y Servicios.
Los mecanismos de contratación son transparentes. En el proceso que se sigue, no se toma en ninguna circunstancia en consideración la pertenencia o simpatía por partido político alguno.
La Administración del Banco Central de Bolivia, por último, no practica un 'doble discurso'. Ejercita sus acciones estrictamente apegado a las disposiciones tanto en los casos de contrataciones como de retiros...". Sin embargo, ¿por qué se despide a funcionarios que presentaron denuncias para que se investigue, sin, ni siquiera, informarles de los resultados de dichas investigaciones?, ¿esta conducta es legal, legítima, ética, transparente...? La Contraloría General de la República y el Parlamento, como instituciones del Estado boliviano, tienen la tuición sobre el BCB; sin embargo, es el pueblo boliviano el que tiene el derecho de saber cómo se manejan sus instituciones y dentro de ellas sus recursos -económicos, financieros, humanos...- y los responsables del manejo del BCB, tienen la obligación de responder por sus actos, sean éstos quienes sean.
Largo sería detallar las denuncias de corrupción presentadas contra la administración del BCB desarrollada durante la gestión de Juan Antonio Morales Anaya, y que, desde el 14 de junio de 2000 hasta inicios de febrero de 2003, no muestra sus resultados (se deberían agregar otros hechos, al menos, irregulares cometidos después de esa fecha); empero, con certeza plena, muchos de los involucrados en dichas denuncias respiran, y algunos de ellos -además de otros que no figuran en las denuncias- siguen respirando los aires propios de "la isla de la fantasía", es decir vivieron y viven, aún, el mundo de sus sueños hechos realidad, gracias a la permisividad, sino complicidad del "Jefe" que, lamentablemente para todos los Morales dignos, no hace honor a su apellido porque, en los hechos, no le interesan la honestidad, probidad y transparencia de los funcionarios, y, por el contrario, su conducta da un mentís rotundo a sus declaraciones sobre su gestión en el BCB, con la agravante de que en su mandato la corte de tecnócratas y burócratas de "tatús" -hombres y mujeres- privilegiados que lo rodean, se repantiga con fruición al gozar impunemente de favoritismo y tráfico de influencias -viajes, becas, ascensos... sin cumplir las normas- abuso de cargo, trato discriminatorio al personal, uso discrecional en el manejo de recursos humanos - evaluaciones digitadas, parcialidad de los tribunales de apelación-.
saidvillavicencio@yahoo.com
Tomado de Rebelión
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