17 de marzo

15 de febrero del 2003

Bolivianazo: algo más que una "turba enardecida"

Francisco Godínez
Rebelión

El miércoles 12 de febrero de 2003, Bolivia no se despertó como cualquier otro día. Gonzalo Sánchez de Lozada, el Goni, presidente constitucional de la república había mandado al Congreso un proyecto de ley para imponer un "impuestazo", consistente en gravar un impuesto al salario. Sí, como diría Jack Palance en Ripley, "aunque Ud. no lo crea".

El famoso "impuestazo" fue solo la gota que rebalsó el vaso, no así como se hizo creer a través de los medios, el problema central y único. La Policía Nacional se acuarteló en señal de repudio a esta medida, y en reclamo por un aumento salarial. La sociedad civil los apoyó. También era su vaso el rebalsado. Habían planificadas marchas de distintos sectores para ese día.

De pronto, todo explotó. Las Fuerzas Armadas salieron a defender al Estado y se enfrentaron con la Policía. La céntrica Plaza Murillo de la ciudad de La Paz se convirtió en escenario de una cuasi guerra civil. Disparos, heridos, muertos. Todo lo que uno se puede imaginar cuando hay armas en los dos bandos que se enfrentan.

Los medios de comunicación, especialmente los televisivos, simplificaron su análisis en lamentar que haya una lucha "de bolivianos contra bolivianos". Dijeron que los militares estaban defendiendo la Constitución y la democracia. Que los estudiantes del colegio Ayacucho habían sido incitados por sus profesores a salir y apedrear el Palacio Quemado , ya que ellos eran solo unos "jovenzuelos" que nada tenían que ver con el conflicto y que no sabían lo que hacían. ¿Quién determinaba quiénes tenían que ver con el conflicto y quiénes no? Solo los medios. ¿No incumbía a todos el "impuestazo", la larga corrupción gubernamental, la represión, la crisis en la que vive subsumida Bolivia? Si esos estudiantes no hubieran sabido lo que hacían, hubieran apedreado una panadería, una casa de familia, una embajada y su propio colegio, sin distinción, no el Palacio de Gobierno. Y así y todo hubiera sido un significativo acto de bronca justificada , el que también hubiera sido grosero que los medios y el gobierno no interpretaran.

Uno muchas veces tiende a atribuir a la "inocencia" de algunos periodistas, muchas irresponsabilidades, omisiones, elecciones equivocadas de lenguaje e imágenes. Pero parece que eso solo es caer nosotros en la inocencia. No parece inocente que los medios insistieran sistemáticamente en pedir que la "gente" que no tenía "nada que ver con el conflicto" no saliera a la calle y se apartara de la Plaza Murillo. Lo que se estaba haciendo desde los medios era fragmentar al pueblo boliviano, fragmentar su lucha, hacer estériles los reclamos, minimizar todo a un horroroso y peligroso conflicto entre policías y militares. El análisis televisivo de estas "fatídicas horas" solo pasó por pedir paz sin preguntarse porqué había conflicto, sorprenderse y lamentarse por las muertes, como si no hubiera causa para el caos, como si todo hubiera sido un pesadilla, un designio divino que había que esperar que pasara solo, que cayera por su propio peso, o por otro designio divino.

A medida que la jornada iba pasando, nos llegaban noticias de todo el país. No había conflictos solo en La Paz, no era un error del destino. Había acuartelamientos también en Santa Cruz y en Cochabamba. Marchas, reclamos. También en Oruro, Tarija, Sucre y el Chapare. ¿Cómo explicarían esto las medios? Simplemente no lo explicarían, lo relatarían como un partido de fútbol, apartándolo así de la realidad, disfrazándolo de espectáculo verosímil pero no verdadero.

Y los medios arremeten otra vez. Llaman buenas noticias al control militar de la protesta. Al control violento de la protesta. Disparan una y otra vez con los conceptos de "boliviano contra boliviano", "diálogo", como si el gobierno mostrara su disposición al diálogo, mandando a las FF.AA. a usar balas contra los legítimos reclamos. Oponen sistemáticamente y sin demasiada sutileza a dos grupos de conceptos: por un lado están "orden", "paz", "control", "Constitución", "democracia", "bolivianos", y por el otro, "estudiantes", "protesta", "apedreadas", "acciones repudiables desde todo punto de vista" .

Un movilero anuncia -o se le escapa-: "hay disparos". Como vienen de los militares, se rectifica: "disparos al aire". En medio del tiroteo, un locutor dice: "parece que ha vuelto la calma" y aclara, solo para oscurecer : "lamentamos los enfrentamientos". Arengan a los militares a dispersar la protesta y controlar el caos, pero lamentan los enfrentamientos. Los primeros muertos llegarían por balas de las FF.AA. Esos "tiros al aire", ese "control constitucional", ya estaba matando personas.

Los medios han tratado todo el día de reducir el problema a un reclamo policial, y se desautorizan a sí mismos al anunciar que paran y marchan los maestros, los choferes, las universidades, el colegio médico, la Central Obrera Boliviana.

A las 13:45 hs., habla en conferencia de prensa el Ministro de la Presidencia, Carlos Sánchez Berzaín. Hace un sordo llamado a la tranquilidad. Se muestra sorprendido por los "actos vandálicos". En este sencillo pero emocionante acto introduce un nuevo concepto que se utilizará todo el tiempo a partir de ese momento: actos vandálicos. Reduce así a causas delictivas la revuelta social. Anuncia también que el camino es el diálogo, pero siguen mandando a militares a dispersar con armas de guerra. A las 13:50 hs. el canal Bolivisión anuncia que ese "diálogo" ya se expresa en cifras: 3 muertos y 5 heridos.

A esta altura de los acontecimientos, no puedo evitar la comparación con Argentina. En realidad, el gobierno tampoco. El argumento para que se aceptara el "impuestazo" fue que si no se hacía ese ajuste, iba a pasar lo que en Argentina: inestabilidad económica, restricción al retiro de depósitos, más deuda y riesgo país.

Hay muchas similitudes con el "cacerolazo" argentino, pero también, marcadas diferencias: hay una gota que rebalsa le vaso (el "impuestazo" y el "corralito"), hay un presidente débil y sin legitimidad (de la Rúa y Goni), hay una gran crisis económica y social, hay represión, hay muertes, hay gente saliendo a la calle. Pero por otro lado, en Bolivia está la policía enfrentada con los militares. Hay armas de los dos lados; no es masiva la respuesta social; los medios no acompañan y entorpecen el pensamiento; la ciudad de La Paz es una ciudad difícil, encajonada, con calles rebuscadas, lo que hace que la represión sea menos evitable, más encubierta, más secreta, y los manifestantes estén más indefensos.

Hay también algunas alarmantes similitudes en el lenguaje. Alarmantes luego de haber visto lo que pasó en Argentina una vez que el pueblo echó al presidente. En Bolivia como en Argentina se habla de que se vaya Goni, de renuncia de todo el gobierno, de "refundar el país". La voz cantante en Bolivia es la de Evo Morales, diputado del MAS (Movimiento al Socialismo, segunda mayoría, opositora al gobierno), del sector cocalero, defensor de indígenas, campesinos y mineros, de buenas intenciones pero sin un plan claro. Algo así como lo ocurrido con Elisa Carrió en Argentina. De todos modos, sus reclamos son justos, y sea lo que sea que venga después (como en Argentina la asunción de la presidencia por parte de Eduardo Duhalde, miembro de la elite política, sospechada desde todos los puntos de vista), Goni no puede estar un día más en el gobierno. Al igual que De la Rúa, el presidente boliviano no da señales claras, no aparece.

Mientras tanto, el canal Red Uno anuncia que se ha llegado a un acuerdo. Sin embargo, detrás del locutor pueden verse las imágenes de los disturbios.

A las 16:30 hs., varias horas después de comenzado todo, y mientras los militares toman las calles, excediendo el ámbito de la Plaza Murillo, Gonzalo Sánchez de Lozada le habla al pueblo boliviano. En un corto discurso retira el "impuestazo", y repite apaciguadamente "diálogo", "tranquilidad" y otras cursilerías . También aparecería junto a un militar y al jefe de la Policía, hablándole a la población de un infructífero acuerdo entre estas dos "queridas instituciones" acerca del cese de los enfrentamientos, cosa que no ocurrió.

Y el periodismo no se cansa. A las 17:30 hs. luego de que el Ministerio de Trabajo fuera incendiado, un periodista de Bolivisión se despierta tarde y reflexiona sobre que, en realidad, habría que averiguar cuáles son los reclamos de los policías. De todos modos, Bolivisión fue uno de los canales, si no el único, que mostró todo, cosa que le costó una amenaza de bomba y el posterior cese temporal de las transmisiones. El resto de los canales se limitaron a sacar a sus movileros por teléfono y excusarse con que las cámaras podrían correr peligro ante la violenta muchedumbre.

A medida que corre la tarde, los edificios tomados o destruidos son más. El periodismo parece no entender que la masa no está destruyendo todo lo que ve a su paso, que los edificios elegidos son tan significativos: la Vicepresidencia, la sede del MIR (Movimiento de Izquierda Revolucionaria, partido aliado al gobierno), la Financiera Acceso, el Banco Santa Cruz, la Unión Cívica Solidaridad, la sede del MNR (Movimiento Nacionalista Revolucionario, partido del presidente), el archivo del Congreso, el canal estatal (7).

Hacia las 21:00 hs. se realiza un noticiero conjunto entre los canales sobrevivientes: Red Uno, Red ATB y Red PAT. Bolivisión, el canal estatal y canal Radio y TV Popular no están transmitiendo. Salvando las distancias, esto puede hacer acordar al conflicto venezolano.

Constantemente se cortan discursos, declaraciones e imágenes cuando empiezan a comprometer al gobierno, Es así como en este noticiero conjunto, cuando Grover Durán, de la Policía de Santa Cruz, también acuartelada, empieza a hablar contra la actitud estatal, lo cortan abruptamente y van a otro móvil .

A esta hora, cuando ya son catorce los muertos, puede verse en cada corte comercial un spot propagandístico que reza: "El país no necesita más crisis, más violencia y desnutrición. ¿Cómo podemos explicarle esto a nuestros hijos? ¿Qué les estamos enseñando para su futuro? El diálogo es la única forma para construir un país para nuestros hijos. Estamos empezando a caminar. No paremos."

Ay ay ay! ¿Vale la pena decir algo sobre esto? ¿Cuándo Bolivia necesitó violencia, crisis y desnutrición, que ya no las necesita? ¿Cuándo cualquier país las necesitó? ¿ Acaso la gente que está en la calle no quiere construir un mejor país para sus hijos? ¿ Acaso no salieron porque la violencia, la crisis y la desnutrición sobrepasaron al pueblo? ¿Acaso puede un gobierno ser tan inoportuno, sordo y ciego como para sacar este spot en este momento, como para insistir sobre el diálogo cuando no retiran a los militares, demostrando ser los últimos interesados en que exista tal diálogo? Si al menos fuesen un poco más mudos, no serían tan grotescos. ¿De qué hijos hablan si la realidad actual boliviana no ofrece ningún futuro?

Y la historia sigue, ajena al autismo gubernamental. Internos incendian el penal de San Pedro. Se comentan telefónicamente los disturbios que hay en La Paz, pero no se muestran y se atribuyen a "jóvenes ebrios y adictos a las drogas". Aquí vuelve la inocencia a los medios. Con atribuir a ebrios y drogadictos los disturbios, se está admitiendo que ese no es el justo reclamo de miles de bolivianos. No son la clase media ni organizaciones de derechos humanos o sindicatos los que están haciendo disturbios. Son jóvenes ebrios. Sin embargo, es de lo único que se habla. Los justos reclamos pasan a quinto plano, parecen haberse disipado mágicamente. Se intenta relacionar en el inconsciente colectivo a las originarias marchas pacíficas con un caos que no se muestra, pero al que hay que temerle. Y otra vez a excusarse sobre la falta de cámaras en los lugares de los hechos. Basta de aclarar, que más oscuro no se puede.

El día jueves llega. Este es el día de la "tensa calma" y las "turbas enardecidas". Este último, sobre todo, será el concepto de moda hoy. Pero con tan mala suerte, que lo usan incansablemente a cada rato, en tv, radio y diarios, dejando en obvia evidencia que se trata de una forma más para infundir miedo en la población y así coartar la lucha. Los medios advierten: "Que la gente no salga de sus casas, hay turbas enardecidas". Claro, antes era un problema de bolivianos contra bolivianos, ahora es de gente defendiéndose de lo otro que no es gente. Así funciona la comunicación en estos momentos. Tan clara, pero a la vez tan inmanejable. Tan impredecible por momentos, tan predecible por otros. Tan obvia.

A las 10:00 hs., los tanques ganan la ciudad. Bolivisión y canal 7 ya vuelven a transmitir. Casi todos los sectores decretaron paro para hoy. El gobierno, astutamente, decreta feriado nacional, como táctica para tapar que el país iba a estar quieto .

Hay destrozos en Aguas del Illimani, Cervecería Nacional, Coca Cola, Pepsi, Alcaldía de la ciudad de El Alto. Los medios arengan una y otra vez a que la gente se vaya a su casa. Hay tanques también en Cochabamba. Son 18 los muertos.

Una y otra vez, como una música conocida, se escucha hablar de las "turbas enardecidas", se escucha defender a los militares. La "violencia" viene del pueblo y los policías. Las balas y asesinatos de parte de los militares, son "control", "Constitución", "resguardo", "democracia". El locutor del programa Telepaís intenta humanizar a los militares diciendo que tienen solo 18, 19 años y están defendiendo la plaza. "Observemos sus rostros", dice. Pero claro, tienen máscaras antigás, no se les pueden ver sus adolescentes caras. Seguramente que ellos también son víctimas.

Menos mal que no intentan humanizar al gobierno. El titular dice: "Tanques en la Plaza Murillo. Los militares resguardan el centro." ¿Y qué hay sobre las vidas? A las 19:50 hs. sale el vicepresidente en conferencia de prensa a decir que lamenta los hechos (como si ellos no fueran los responsables) y que el Congreso es una institución fuerte. Y da un mensaje de paz y diálogo (se ha insistido sordamente solo en esto desde el principio).

El canal Red PAT afirma: "Las turbas hicieron enojar a los militares, quienes tuvieron que disparar. La gente, agradecida". Turbas, enojar, tuvieron, gente. Sin comentarios. Muestran imágenes de gente quieta y sentencian que son las turbas esperando para atacar. Irrisorio. Las pruebas de que hay terrorismo en las calles son unas imágenes de gente haciendo nada. En fin...

Los medios reducen, simplifican, minimizan todos los problemas al famoso "impuestazo", sin hacer un análisis más profundo de la crisis boliviana, sus causas y el cansancio de la gente.

Pasadas las 20:00 hs., Goni aparece nuevamente. Dice que la paz se ha restablecido. Se lamenta por la destrucción de los edificios, la economía, el turismo. Parece ser suficiente que el presidente lo diga, para que los medios no reflejen más disturbios. No se sabe nada más. Así como por arte de magia vinieron los problemas, se van. Todo ha sido una pesadilla.

Algunos resabios de medios consecuentes quedan. Titulares como "Balas, gases, piedras y palos caracterizaron marcha de la COB ". Claro, solo que las balas y gases venían de otro lado.

Bolivisión muestra un resumen de lo sucedido con una música de fondo, cual película norteamericana. Así, se apartan los hechos de la realidad. Son imágenes, que quede como lejano, como ajeno al televidente. Fue un mal momento, queda la anécdota. La música "ajeniza" lo sucedido. Sin embargo, este es el único canal que mostró declaraciones de los sectores movilizados, el único que diferenció los "actos vandálicos" de la protesta legítima.

De todos modos, los medios de comunicación parecen haber cumplido con su objetivo -el gobierno a través de ellos-. La gente tuvo miedo de las "turbas enardecidas", no se cuestionó mucho, el presidente no renunció, lo único que se pedía era paz, como si la guerra fuera culpa del pueblo. Se hizo que la gente vuelva a sus casas, que no apoye.

Pero hay algo que ni el gobierno ni los medios pueden evitar. Algo nuevo pasó. Quieran o no, la gente despertó. El gobierno es ahora más débil. La noche del jueves llegó. Esas horas son historia, pero no por olvidadas, sino por significativas. Queda en todos hacerlas valer y no perderlas. Queda en todos prestar más atención a lo que nos dicen los medios y el modo en que lo hacen. La noche del jueves llegó. El 14 de febrero de 2003 Bolivia no se fue a dormir como cualquier otro día.

franciscogodinez17@yahoo.com.ar

Tomado de Rebelión


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