17 de marzo

17 de septiembre del 2002

El nuevo Embajador norteamericano en Bolivia: un alto experto de la CIA que ya produjo muerte e inestabilidad en el país de los cocaleros

Las listas negras de mister Greenlee

Wilson García Mérida
Rebelión

A la llegada del nuevo Embajador, los dirigentes cocaleros le exigirán aclare su participación en la tragedia de Huanchaca y la masacre de Villa Tunari, a fines de los ochenta, cuando David Greenlee era jefe de la CIA en Bolivia. El senador Filemón Escóbar, del Movimiento al Socialismo (MAS), teme que Greenlee intentará armar en Bolivia "listas negras" como hizo en Paraguay para descalificar a los enemigos de las privatizaciones quitándoles visa por "corruptos"

El presidente de Estados Unidos George W. Bush acaba de nombrar oficialmente a su nuevo Embajador en Bolivia, David N. Greenlee, quien ya actuó en este país a fines de los ochenta, como Ministro Consejero y Embajador interino, habiendo administrado situaciones poco diplomáticas como la tragedia de Huanchaca en 1986 y la masacre de Villa Tunari en 1988.

La designación de Greenlee está sujeta a una confirmación del Senado norteamericano, lo cual se producirá en las próximas horas según confirma la Embajada de Estados Unidos en La Paz.

Greenlee se desempeñó como Embajador de su país en el Paraguay desde el 19 de julio del año 2000. Previamente ocupó el cargo de Coordinador Especial del Departamento de Estado para Haití. Con anterioridad, de 1996 al 97, fue Jefe del Grupo de Monitoreo Israel-Líbano con rango personal de Embajador. Entre el 95 y el 96 ejerció como Consejero Político del Comando Sur.

Su relación con Bolivia data de los años 60, cuando sirvió como voluntario del Cuerpo de Paz en el altiplano boliviano, antes de partir a Vietnam. Luego se especializó como experto en operaciones encubiertas con altas notas en las belicosas escuelas diplomáticas norteamericanas.

Conocimos personalmente a David N. Greenlee en septiembre de 1988, dos años después de los sucesos de Huanchaca. El señor Greenlee llegó al Chapare para entregar algunas obritas del PL-480 al estilo de Alianza para el Progreso, junto con Giovani Quaglia y Reginald van Ralte, funcionarios de Unfdac y Usaid, y se dirigió a los campesinos cocaleros utilizando palabras en idioma quechua. Se dice que es experto en lenguas indoamericanas.

Greenlee cumplía en ese momento el cargo de Embajador interino, y lo ejerció durante casi dos años en los cuales la Embajada de Estados Unidos en Bolivia había quedado acéfala tras la crisis que sufrió esa legación a causa de los crímenes del 5 de septiembre del 86.

Previamente a la tragedia de Huanchaca, David Greenlee era el responsable de los asuntos políticos de su Embajada en nuestro país, es decir el número uno de la CIA en Bolivia, bajo el encubierto puesto de Ministro Consejero. Desde ese cargo administró la operación "Blast Furnace" que trajo tropas del Comando Sur para realizar operaciones combinadas en el Chapare y las zonas del oriente boliviano donde se concentraba la industrialización de la droga.

La tragedia de Huanchaca

El Operativo "Blast Furnace" fue coordinado con la DEA, organismo éste que tenía el propósito de asestar un duro golpe interviniendo el mayor laboratorio de producción de clorhidrato de cocaína, situado en la serranía de Huanchaca, sobre la frontera cruceña con Brasil. La información sobre aquella incursión promovida por la DEA se filtró hacia los narcotraficantes y provocó una tragedia impensable. Cuando los ocupantes de la factoría se hallaban desmantelando el laboratorio pocos días antes del anunciado operativo, éstos fueron sorprendidos con la llegada de una misión científica española encabezada por el biólogo boliviano Noel Kempff Mercado, que aterrizó accidentalmente en Huanchaca; los narcotraficantes, confundiendo a los acompañantes de Kempff con agentes encubiertos, los acribillaron a ráfagas de metralleta. Fue el 5 de septiembre de 1986. Juan Cochamanidis, un piloto español, fue el único sobreviviente que reconoció el acento brasileño de los sicarios y pudo contar el cuento ante el estupor del país.

Este incidente provocó una grave crisis dentro la Embajada norteamericana en La Paz. El jefe de la DEA en Bolivia, Franck Macolini, acusó a los agentes de la CIA de haber interferido en las acciones para tomar Huanchaca debido a un pacto que se habría acordado con el cabecilla de la banda que operaba en ese laboratorio, un padrino llamado Jorge Roca Suárez, alias "Techo de Paja" (actualmente preso en una cárcel de California con privilegios de ciudadano norteamericano).

Macolini sindicó concretamente a Jesús Gutiérrez, un agente cubano traído a Bolivia precisamente por David Greenlee. Gutiérrez ejecutó la negociación con Roca Suárez. El agente cubano brindó protección a "Techo de Paja" permitiéndole inclusive transportar cocaína por una ruta directa al Golfo de México a cambio de información para desmantelar al cartel colombiano de Medellín. (Investigamos sobre este tema en 1990, cuando conocimos casos de secuestros de avionetas en la frontera con Brasil y Paraguay para usar esas naves "desechables" en la ruta al Golfo de México). La DEA, supuestamente, se oponía a esta alianza con el narcotráfico boliviano.

Greenlee y la masacre de Villa Tunari

A raiz de estas disputas entre los agentes de la DEA y de la CIA en la legación norteamericana de La Paz, se precipitó la renuncia del entonces embajador Edward Rowell, quien abandonó el país en enero de 1987, subrepticiamente y sin ofrecer una explicación oficial sobre su alejamiento; quedando esta Embajada en acefalía hasta marzo del 89. En ese lapso, es decir entre enero del 87 cuando el embajador Rowell abandona el país y marzo del 89 cuando llega el sucesor Robert Gelbard, David Greenlee, el principal de la CIA en Bolivia, toma control de la Embajada en calidad de "Embajador interino".

La primera medida de Greenlee fue alejar a Franck Macolini de Bolivia, gestionando su traslado a Centroamérica, y a partir de entonces el accionar de la DEA en Bolivia se "despolicializó" y comenzó a desarrollarse bajo una lógica estrictamente política y militar.

Greenlee promovió la incursión ilimitada de asesores militares norteamericanos en el Chapare que asumieron el mando de las tropas nativas de Umopar (Unidades Móviles para el Patrullaje Rural). Fueron esos mismos agentes norteamericanos quienes abrieron fuego desde sus helicópteros artillados UH1H, en junio del 88, en la población chapareña de Villa Tunari, acribillando a centenares de campesinos que se oponían al uso de herbicidas para erradicar cocales, siendo Greenlee dueño y señor de la embajada norteamericana en La Paz.

La masacre de Villa Tunari produjo 28 muertos, entre ellos varias mujeres y niños; y más de 50 heridos, muchos de ellos con invalidez de por vida. Los dirigentes cocaleros, a la cabeza de Evo Morales, candidato presidencial y diputado por el Movimiento al Socialismo (MAS), exigirán al embajador Greenlee aclare su participación en aquellos sucesos no esclarecidos hasta el presente. "Si el nuevo Embajador está volviendo al país con buenas intenciones, está en el deber moral de aclarar su rol en esa historia negra de la lucha contra el narcotráfico", opina el diputado Evo Morales.

Durante la gestión de Greenlee como Embajador interino en Bolivia, en julio del 88, se aprobó también la controversial Ley 1008, que el nuevo embajador Robert Gelbard intentaría hacer cumplir a capa y espada en su letra más represiva y anticampesina. La Ley 1008 presume la culpabilidad del incriminado y su aplicación es despiadada con campesinos cocaleros y pequeños traficantes, quienes permanecen varios años hacinados en las cárceles esperando sentencias que no llegan. La ley 1008 es sin embargo contemplativa con delitos de la lavado de dinero en el sistema financiero boliviano.

Listas negras a la paraguaya

Antes de su retorno a Bolivia, Greenlee fue Embajador en Asunción, Paraguay, donde se puso al centro de una polémica permanente por su política intervencionista a través de unas famosas "listas negras" que afectaron a centenares de personalidades paraguayas incriminadas por Greenlee, quien se puso oficiosamente a la cabeza de una supuesta "lucha contra la corrupción" en el país vecino.

Mister Greenlee desató en Paraguay un clima de persecución e intimidación pública "investigando", con un sofisticado aparato de inteligencia bajo su servicio, supuestos casos de corrupción entre funcionarios, jueces, sindicalistas y periodistas, la mayoría de ellos vinculados con acciones de resistencia a procesos de privatización de servicios básicos y estratégicos. Los paraguayos que entraron en las "listas negras" de Greenlee fueron sancionados por la Embajada con la suspensión de sus visas para ingresar a Estados Unidos.

Las "listas negras" de Greenlee condicionaron el funcionamiento del sistema judicial paraguayo a los intereses de las compañías trasnacionales que operan en ese país. Jueces y fiscales aterrados por la posibilidad de perder sus visas y ante la inminente muerte civil que implica caer en las "listas negras" de Greenlee, comenzaron a bloquear recursos de inconstitucionalidad de varios contratos petroleros que presentaron sindicalistas de ese país.

"Si el señor Greenlee va a venir a Bolivia para aplicar esas listas negras también en nuestro país, será mejor que lo piense dos veces", declara el senador del MAS Filemón Escóbar. El legislador boliviano afirma que la lucha contra la corrupción en Bolivia es un proceso ya encaminado en función a los intereses populares y nacionales. "Antes nos decían narcotraficantes, después nos acusan de terroristas y ahora resulta que somos corruptos. Miren qué moral tiene Greenlee para agredirnos con semejantes estigmas", protesta el senador Escóbar.

wgm@bo.net

Tomado de Rebelión


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