14 de julio del 2006
Wilson García Mérida
DATOS & ANALISIS
Entre su origen radicalmente
democrático y su inobjetable potencial revolucionario,
el partido del presidente Evo Morales, Movimiento al
Socialismo (MAS), contiene una gama de variaciones
ideológicas y políticas que van desde el estalinismo
partidocrático y caudillista, pasando por el
movimientismo prebendal, hasta un el indigenismo
libertario, ético y profundamente humanista. Evo encarna
y concentra estas corrientes en el ejercicio de su
mandato presidencial; y es por tanto la personificación
de un proceso todavía indefinido que sigue siendo parte
de la construcción colectiva de un nuevo
país.
Lo bueno del
MAS
Su origen democrático y su
potencial revolucionario. Oportunidad de oro para
radicalizar la democracia ampliando la acción decisiva
de las masas oprimidas, especialmente indígenas
campesinos e indígenas proletarios, en los mecanismos
del poder estatal; lo cual sólo será posible imponiendo
una visión ética de la política. Esta posibilidad cierta
de avance histórico, inédita después del 52, hace que el
MAS detente una confianza popular y nacional sin
precedentes.
Lo malo del
MAS
Su soberbia partidocrática. Los
éxitos electorales de diciembre y julio generan una
tendencia avasalladora que exacerba la tentación
partidocrática del movimiento, con actitudes excluyentes
e intolerantes frente a las corrientes libertarias que
pretendemos contribuir en la construcción del nuevo
Estado con un espíritu de crítica permanente. Tales
actitudes excluyentes y hegemonistas hicieron fracasar
el reciente Congreso de la Educación en Sucre, por
ejemplo. Hay una pulsión estalinista que puede llevar al
MAS al desencanto colectivo especialmente entre clases
medias y núcleos pensantes del movimiento popular, del
que sólo podría sacar ventaja la derecha anti-índigena y
fascista que comienza a rearticularse después del éxito
del Sí a las Autonomías Departamentales.
Lo feo del MAS
Su
pragmatismo frente al poder. En los hechos no se cumple
la consigna zapatista de “mandar obedeciendo”, puesto
que el proyecto del MAS se funda en la necesidad de
fortalecer el poder político a costa de debilitar la
sociedad civil, forzada a adscribirse al partido sin más
salida, tal cual se pretenderá en la Asamblea
Constituyente donde los ayllus autónomos (no masistas)
estarán ausentes. Se ve feo que quieran convertir a “Evo
soy yo” en el Big Brother andino. El zapatismo va al
revés: fortalecer la sociedad civil a costa de reducir y
atenuar el poder de las partidocracias y del Estado, sin
más iluminados que los de abajo. Ergo: el MAS es una
repetición arribista, prebendal y movimientista del MNR
del 52; ahí hay retroceso.
Lo
lindo del MAS
Su fuerza emblemática
arraigada en la cultura indígena. A pesar de lo malo y
lo feo, el MAS tiene la frescura universal del Pachacuti
gracias a Evo, quien, cuando actúa al margen del entorno
palaciego, recupera la sabiduría ancestral que corre en
su sangre aymara. Sería lindo que en este crisol de
reivindicación cultural pueda nacer Tupac Evo Morales,
el resplandeciente líder que después de un purificador
baño de humildad, podría encaminar el designio de su
mandato hacia un firme y auténtico proceso
revolucionario, radicalizando la
democracia.
Lo Evo del
MAS
Su síntesis. Evo Morales encarna
lo bueno, lo malo, lo feo y lo lindo del MAS. Pero no
depende de él cual de esos valores pesará más a la hora
decisiva. Depende de la sociedad civil que lo encarnó en
su idea de democracia.
Tomado de argenpress.info