17 de marzo

Jueves, Febrero 13 de 2003

Editorial

No más muertes en el país por violencia

LA RAZON

Está en manos de los operadores políticos la posibilidad de abrir un espacio para recuperar la paz y garantizarla en el tiempo. Para ello deben buscar un pacto inclusivo que permita recuperar la esperanza y avanzar por el camino del desarrollo.

El país acaba de vivir una jornada sangrienta y la democracia ha recibido una dura herida que será difícil restañar. Pero, no por difícil, imposible de alcanzar. Esto dependerá de la capacidad que tengamos todos quienes adherimos militantemente a ella y a la defensa de la vida, para aunar fuerzas y ayudar a que la paz y la racionalidad retornen al país.

Nuestro llamado es a que la ciudadanía y sus distintos representantes (políticos, gremiales, sindicales, cívicos, etc.) comprendan que es intolerable lo sucedido ayer, y todos asumamos el deber de comprometernos a que no vuelva a repetirse lo que en la víspera sucedió.

La principal responsabilidad la tienen los dirigentes políticos -del Gobierno y de la oposición- que deben superar mezquindades para no caer, como ha sucedido, en acciones erráticas de las que las víctimas son compatriotas.

Desde el Poder Ejecutivo, todo indica que es imprescindible que éste modifique su forma de actuar. La falta de cohesión interna, las groseras pugnas por espacios de poder, la adopción de decisiones sin los suficientes mecanismos de consulta y la pérdida de autoridad moral para aplicarlas, han sido la chispa que ha creado las condiciones para el desborde social. Incluso en esa circunstancia sus reacciones han sido lentas y poco oportunas.

La oposición, a su vez, ha dado muestras claras de querer desconocer la institucionalidad democrática, al plantear la renuncia de los primeros mandatarios como un inicial paso a la convocatoria anticipada de elecciones generales.

Esto muestra que su único objetivo es llegar al Poder Ejecutivo sin ofrecer, por lo demás, soluciones viables a la crisis que el país atraviesa, y sin pensar que ir por este camino podría costar más muertes.

La ciudadanía organizada también debe dar su cuota parte de apoyo para recuperar la paz y no prestarse, en la legítima defensa de sus intereses, a ser utilizada para otros fines. Asimismo, las pobladas deben ser evitadas porque, además, se aprovechan de ella -como ha sucedido ayer- vándalos que se dedican a destrozar lo que ven al frente, deslegitimando absolutamente la movilización social (ver Subeditorial).

Es por todo ello que, en homenaje a las víctimas de las jornadas de ayer, se debe recuperar la paz y garantizarla en el tiempo. Esto será posible si los políticos se sensibilizan frente a lo ocurrido y, como pudieron hacerlo en anteriores crisis, deponen sus intereses sectarios para abrir un espacio en el que pueda establecerse un pacto inclusivo (no sólo un toma y daca para lograr una dudosa gobernabilidad), de largo aliento, que posibilite que la ciudadanía recupere la esperanza en el país y se pueda avanzar hacia un desarrollo equitativo.

La condición sine qua non para ello es que se deponga la beligerancia, se desarmen los espíritus y haya un real compromiso con los destinos de Bolivia, en el marco de la institucionalidad democrática y el estado de derecho.

Más violencia, es inadmisible.


subeditorial

Irresponsabilidad y vandalismo insensible

En medio de la zozobra, el dolor y la incertidumbre que sobrecogía a todos los bolivianos durante los cruentos enfrentamientos registrados ayer en La Paz, un vandalismo desmedido e insensible se campeaba sembrando mayor temor e inseguridad en la ciudadanía.

Con los ánimos desbordados, el descontrol hizo presa de la gente a la que se sumaron oportunistas delincuentes quienes, formando una descontrolada turba, hicieron que el caos se apoderara del centro de la sede de gobierno, acrecentando el clima de tensión en el país.

Las víctimas de la furia vandálica fueron el edificio del Ministerio de Trabajo, la Vicepresidencia de la República y las sedes de los partidos políticos de la coalición de gobierno, así como algunos establecimientos comerciales. Como si esto justificara la violencia desmedida, los agresores -casi podría decirse vulgares delincuentes- incendiaron y destruyeron muebles, documentos y artefactos, además de poner en riesgo la seguridad de los transeúntes, la suya propia y de las edificaciones aledañas. Bienes del Estado y bienes del país -no propiedad de las autoridades-, fueron objeto de actos que no encuentran justificativo en demandas de ninguna naturaleza.

La ausencia de control policial se hizo sentir, además, en otras edificaciones privadas que fueron saqueadas por los delincuentes a pesar de los esfuerzos que desplegaron las unidades de Bomberos que resultaron insuficientes para controlar la violencia.

Con esta actitud, incluso la resistencia generalizada al impuestazo puede perder legitimidad, pues lejos de contribuir a la solución de una situación que amenaza la paz social del país y la estabilidad de la democracia nacional, estas descalificables acciones no hacen otra cosa que agudizar la gravedad de los conflictos y crear un clima de pánico e inseguridad en la población.

Los llamados a agotar esfuerzos por encontrar respuesta a los problemas que enfrenta la sociedad boliviana no pueden encontrar cauce en el crimen, el vandalismo y la multiplicación de la violencia.

Hay que tener claro que no se debe confundir la legítima protesta con el irresponsable y delincuencial vandalismo.


altímetro

Aulas de apoyo

el proyecto Aulas de Apoyo que atenderá a 2.571 niños en todo el país. Atención dispersa, desobediencia, rendimiento variable, agitación e impulsividad son algunos de los problemas que se traducen en dificultades de aprendizaje para los niños.

El programa, que se desarrollará hasta el 2006, prevé la instrucción de 400 maestros, que se prepararán para ayudar a los pequeños a superar sus problemas en el aula. Para la ejecución del plan, Fe y Alegría eligió 37 establecimientos y coordinará sus tareas con los padres de familia. Aulas acondicionadas y material especial, forman parte del conjunto que pondrá en práctica una necesaria misión en la educación nacional que es la de facilitar el acceso a la escuela a todos los niños bolivianos, adecuándose a sus necesidades.

Tomado de La Razón


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