17 de marzo

14 de febrero del 2003

2nda crónica del Levantamiento Boliviano

Heinz Dieterich Steffan
Rebelión

La Paz, 13.2.2003; 15:00 hrs.- Habiendo sufrido 17 muertos y 122 heridos en el primer día del levantamiento policiaco-civil contra el gobierno del empresario-presidente Gonzalo Sánchez de Losada, el bravo pueblo boliviano volvió a la lucha para sacar a ese zángano del capital internacional, del poder.

Alrededor de las 10:30 de la mañana 100,000 bolivianos, venidos de todos los rincones de la Patria, desfilaron por el centro de La Paz, la Plaza de San Francisco. Habían escuchado la arenga de Evo Morales, líder del Movimiento al Socialismo (MAS), quién demandó la renuncia del presidente y vicepresidente y el cambio del modelo cipayo-neoliberal, para después enfilarse hacia el Prado.

Largas columnas de maestros, estudiantes, trabajadores, campesinos e indígenas marcharon con las consignas inmortales de, "El pueblo unido, jamás será vencido", agregando muestras de su propia creatividad, coreando y pintando las bardas con consignas como, "Goni asesino, te espera el farol".

Desfilaron bajo los amenazantes cañones de los blindados que durante la noche habían llegado desde varias bases militares del interior, entre ellos El Alto y Coro Coro. Cerraban herméticamente la sede del gobierno en la Plaza Murillo con varios cordones de militares, en atuendo de guerra, respaldados por los tanques, cuyos cañones apuntaron hacia la manifestación, listos para disparar; y con francotiradores en los edificios altos, entre ellos el Banco Central y el Banco Cristal, que disparaban hasta a las ambulancias.

Pasaron por el "Ministerio del Desarrollo sostenible y Planificación", cuyos primeros pisos se convirtieron en cenizas durante la noche de la Plaza Murillo -- al igual que el mentiroso mito del "desarrollo sostenible" de la burguesía mundial. El humo que aún salía de las ventanas del edificio ---cuyos muebles habían sido expropiados por el pueblo y, en parte, encendidos en la calle--- se mezclaba con el humo negro de una camioneta que se estaba quemando en la avenida.

Dos cuadras más arriba, a 30 metros de los soldados y a 50 metros del primer tanque, la hermosa fachada de la Vicepresidencia de la República, edificio de Arte Nouveau, se encuentra quemado por la ira del pueblo. Al lado, se ubica la "Comunidad cristiana del Espíritu Santo", una de tantas armas del oscurantismo imperialista que tratan de impedir que el pueblo se haga justicia.

"Jesucristo es el Señor", proclama impotente una gigantesca leyenda en su fachada. Tan impotente como el mensaje del Santo Padre que, una vez más, se encuentra "profundamente preocupado" por lo que pasa en América Latina; tan impotente como las niñas plásticas de la televisión boliviana que imploran los destrozos a la propiedad privada y el "vandalismo" de los "inadaptados"; y tan impotente como otro icono del imperio, el Burger King, cuya extendida fachada de cristal está rota por completo.

Enfrente se encuentra el Banco Unión. "Su cajero que nunca duerme", como dice la propaganda del Banco, ahora sí descansa en paz. RIP le dijeron los manifestantes en impecable latín criollo, tal como le dijeron a tantos otros cajeros "que nunca duermen", de tantos otros bancos de La Paz. A las 15:00 hrs., sus papeles de registro están tirados todavía en la calle y un grupo de jóvenes les prende fuego.

El dinero que guardaba en sus entrañas de acero, ya se encuentra en los bolsillos de las "turbas" enardecidas que, se puede presumir, harán mejor uso de este medio que los saqueadores financieros de la Patria Grande.

Empiezan a caer los primeros manifestantes bajo las balas de un ejército en manos de oficiales asesinos. Un líder minero informa de varios muertos en La Paz y El Alto, donde se libra una verdadera guerra y donde la seguridad privada de la Coca Cola implora a los militares a que intervengan y protejan a la empresa, cuyo producto de basura no puede competir con el delicioso mate de coca nativo; hecho por el cual, el Estado yanqui tiene que destruir a esa maravilla vegetal de la cultura andina.

Varios muertos ya y 17 nuevos heridos en el Hospital de Clínicas que pide donaciones de sangre. En total se cuentan más de 139 heridos, la gran mayoría de ellos de gravedad. El Ministro de Salud había prometido que el Estado se encargara de los gastos del hospital, en este caso. Una mentira neoliberal más. Los heridos tienen que pagar su tratamiento. Enfrentado en la televisión al respecto, el ministro promete resolver "este asunto" inmediatamente. Y agradece de todo corazón la información.

Cuando la muchedumbre empieza a correr, hay dos razones. O les dispara el ejército, o llevan entre sus brazos a un herido o muerto. Buscan la policía de la Avenida Mariscal Santa Cruz, cuyas patrullas se convierten en ambulancias improvisadas. Sobre camillas ensangrentadas se las llevan al Hospital. La policía, tradicional represor del pueblo, se ha convertido este día en su colaborador, contra los militares y el gobierno.

"Hoy no nos van a gasificar", grita un manifestante a unos policías, "ya somos hermanos". Los polizontes responden con una risa.

La OEA, el Ministerio Colonial de Estados Unidos, como decía el Che, manda un mensaje de respaldo "a la democracia". Sin embargo, todo el mundo se lo pasa por el Arco del Triunfo. Se necesitará más que El Papa, el obispo de La Paz y los mentirosos profesionales de la televisión, para salvarle el pellejo al "Goni", al presidente cipayo.

"El gringo yanqui de mierda que se vaya a Washington", grita un oficial de la policía de Santa Cruz en una entrevista de la televisión boliviana, refiriéndose a ese deplorable sujeto y declarando que los 700 tropas policiales de Santa Cruz desconocen el acuerdo de paz que se firmó la noche de ayer entre el gobierno, los militares y la policía, en la capital. Que a las 16:00 hrs. van a manifestarse con los civiles en Santa Cruz, demandando la renuncia del presidente.

Bloqueos de las calles e incipientes saqueos se presentan en esa capital departamental, al igual que en Cochabamba, donde los cocaleros de Evo Morales participan en los enfrentamientos y donde los policías, al igual que en Santa Cruz, desconocen el convenio de La Paz, firmado "por un mayor que no nos representa".

En Oruro, viejo centro minero, los ataques y disturbios aumentan, siendo blancos las sedes de los partidos políticos neoliberales que sostienen al gobierno: el Movimiento Revolucionario de Izquierda (MIR) y el Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR). El primero, conducido por el narcopolítico Jaime Paz Zamora, y el segundo con larga trayectoria de traición a la patria, empezando por la revolución popular de 1952.

En La Paz, mientras tanto, se producen más ataques "vandálicos" al Ministerio de Justicia, al Banco Sol y a la Corte Suprema de Distrito, donde los jóvenes apedrean y, si logran entrar a los edificios, saquean los interiores.

La afirmación del corresponsal argentino del diario El Universal, de México, en el sentido de que las fuerzas que se enfrentan al "Goni" violentamente, prendiendo fuego a los edificios, son grupos "conformados predominantemente por activistas de izquierda", es una burrada. Escrito a alrededor de 3000 kms. de distancia del lugar de los hechos, desde Buenos Aires, se le escapa que esta es una rebelión popular donde los chavos de abajo predominan, semejante al argentinazo. La fuerza más poderosa del levantamiento en La Paz son los sindicatos, encabezados por la COB, y el MAS de Evo Morales, más no "los activistas de izquierda".

En este segundo día, el ambiente general se ha enrarecido. La ira del pueblo va en aumento y en algunos barrios aparecen las primeras barricadas. La división entre la policía y el ejército se mantiene y se abre una coyuntura prerevolucionaria que espera a una vanguardia, capaz de llevar el pueblo a la victoria. Al igual que en Argentina y Ecuador, todavía no existe.

El eterno problema de la condición subjetiva de la revolución latinoamericana se prolonga. Pero los procesos de transformación son así. Se hacen con las fuerzas disponibles. Con todo, el proceso de la revolución latinoamericana avanza y esta batalla es parte de su maduración.

Y "Goni" va a caer ante el empuje de las fuerzas populares, como antes cayeron Yamil Mahuad, Carlos Andrés Pérez y Fernando de la Rúa. Ya no hay lugar en la Patria Grande para los vendepatrias neoliberales.

Gracias al heroico pueblo boliviano, que ha escrito otra página de oro en su gloriosa historia de lucha.

Tomado de Rebelión


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