17 de marzo

14 de febrero del 2003

En Bolivia, todos contra los yanquis

Carlos Aznárez
Resumen Latinoamericano

Como en febrero de 1989 en Venezuela (con el Caracazo), como el 20 de diciembre del 2001 en Buenos Aires, ahora el pueblo boliviano ha ganado la calle para gritar su hartazgo a la política criminal del FMI efectivizada por sus laderos locales.

Ya lo había advertido en Porto Alegre el presidente venezolano Hugo Chávez: "si las oligarquías no frenan su deseo de seguir despojando a las clases más humildes, los pueblos van a salir a pedir justicia". Esto es lo que ocurre hoy en las calles de La Paz, Cochabamba, Potosí y el resto del país. La necesidad de cumplir a rajatabla con las imposiciones del gobierno trasnacional financiero, con sede mayoritaria en Washington, ha llevado al mandatario Sanchez Losada a elegir el camino del suicidio político por tener que reprimir a balazos a un pueblo que ni siquiera lo votó y vio como su candidato natural, el diputado campesino Evo Morales, era despojado de un triunfo electoral que le correspondía legalmente.

Pocos meses le han bastado a Goni Sanchez Losada para demostrar que sólo podía actuar como un sumiso y obediente mandadero de los yanquis. Primero fueron los bloqueos de carreteras lanzados hace un mes en el Chapare y otras regiones, que fueron respondidos con la brutal represión del ejército y la policía. Y ahora, esta vuelta de tuerca en la que ya ni siquiera los uniformados que hasta ayer tiraban contra el pueblo han podido avalar un impuestazo que significaba para los sueldos de los pocos que conservan el trabajo en Bolivia, una abierta estafa a su dignidad.

En Bolivia, como ocurre en otros puntos del planeta donde se enfrenta al imperialismo yanqui, todos han elegido bando desde el cual expresarse. Enfrente de la población humilde están la oligarquia y los militares que están apostando, bajo cuerda, para que su candidato natural el torturador Manfred Villa se haga con el gobierno. De allí, que el pueblo no se haya quedado en sus casas y conformado con las promesas de un presidente que ya no gobierna, y se lanzara a pelear cuerpo a cuerpo la necesidad imperiosa de cambios estructurales.

Como en otras ocasiones, los medios de comunicación locales y otros de Latinoamérica, tan afines a criminalizar a los luchadores populares, se alinearon con los represores, irradiando una imagen de un país que ha caído en manos de una "turba de delincuentes y saqueadores". El mismo argumento utilizado en Argentina en diciembre del 2001 (donde la policía asesinó a 38 manifestantes) o en junio del 2002 cuando en Puente Pueyrredón masacraron a Maximiliano y Darío, piqueteros del MTD Aníbal Verón.

Además, los partidos políticos, como el MNR y el MIR vuelven a mostrar los dientes a la hora de las definiciones, sumándose a la idea de que "al caos sólo se lo para con órden y disciplina". Veinte muertos en 48 horas serían la receta que aconsejan los dirigentes de ambas formaciones, que junto con e partido del ultraderechista Villa y la agrupación del repudiado Sánchez Losada, conforman el arco de los mal llamados demócratas bolivianos.

En el otro andarivel,junto a sus dirigentes naturales, como Evo Morales, Felipe Quispe y muchos anónimos dirigentes campesinos, obreros y mineros, los bolivianos están escribiendo otra página de gloria en su enfrentamiento contra el capitalismo salvaje. Para muchos de los que en estos momentos se juegan el pellejo en el levantamiento, este proceso no tiene retorno. O se logra consolidar un gobierno en el que esté representado el Estado Mayor del Pueblo (una coalición que agrupa a las organizaciones más representativas del campo popular) o los enfrentamientos contra los militares fascistas se van a multiplicar y extender como reguero de pólvora.

Latinoamérica no puede dejar sóla a Bolivia en semejante coyuntura, ya que se trata de un nuevo eslabón de la gran batalla antiimperialista en la que están comprometidos sus pueblos. Para frenar a quienes se quieren llevar el gas boliviano, a aquellos que desean quedarse con el agua o sumarse al ALCA para sangrar aún más al continente, es necesario alimentar la llama de la revolución boliviana que ya ha empezado a germinar como lo soñaran Túpac Katari y Bartolina Sisa, patriotas de antaño que dibujaron en la rebelde tierra mezcla de aymaras y quechuas, la bandera multicolor de la independencia.

* Director de "Resumen Latinoamericano"

Tomado de Resumen Latinoamericano


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