26 de febrero del 2002
El laboratorio de paz fue clausurado tras la ruptura del proceso de paz el 20 de febrero 2002 en Colombia
Dick Emanuelsson
Rebelión
A las 21.00 horas el 20 de febrero 2002, fueron cortadas las transmisiones de la televisión y de la radio por un discurso del presidente Andrés Pastrana.
"He decidido poner fin a la zona de distensión a partir de la media noche de hoy y he dado todas las órdenes del caso a nuestras Fuerzas Militares para que retornen a dicha zona, teniendo especial cuidado en la protección de la población civil", dijo el Presidente.
Alas 23:30 de esa misma noche, salieron de varios aeropuertos y bases militares flotillas de aviones de bombardeo y de helicópteros artillados. Ola tras ola de bombardeos fue regada por toda la zona donde la guerrilla de las FARC habían tenido campamentos o concentraciones de tropas guerrilleras. Trece mil militares se alistaron para su tarea.
La era de San Vicente de Caguán como un laboratorio de paz se había cerrado brutalmente.
La crisis comenzó en la mañana del mismo día cuando un comando especial de la guerrilla secuestró un avión en Neiva, capital del departamento de Huila y lo obligó a aterrizar en una carretera. Ahí fueron bajados todos los pasajeros pero solamente un pasajero era de interés para los guerrilleros, Jorge Gechem Turbay, senador, de una familia aristocratica y de la oligarquía colombiana.
En la carretera esperaba un grupo de 50 guerrilleros que inmediatamente minaba la carretera a ambos lados, dificultando para las fuerzas militares iniciar la persecución de la guerrilla.
El motivo de esta acción espectacular pero condenada por las normas internacionales como acción terrorista, era presionar por la liberación de los guerrilleros encarcelados, en un canje con oficiales e ilustres políticos, en total unos 70.
Para el presidente Pastrana esto fue un pretexto para romper el proceso de paz que había llegado a un punto casi muerto.
Mientras el norteamericano James Lemoy se dirigía a Los Pozos a considerable velocidad para tratar de conseguir un arreglo entre el presidente y la guerrilla y así evitar la guerra total, los primeros aviones ya salían de sus bases, listos para dejar su carga mortal encima de los campamentos guerrilleros.
En el acuerdo entre Manuel Marulanda, el antiguo jefe de las FARC y el presidente, a finales de 1998 se había acordado que, en el caso de un rompimiento de paz, las fuerzas guerrilleras tendrían 48 horas para desalojar los cascos urbanos. Pastrana dio a Marulanda dos horas para salvarse con los miles de guerrilleros que se encontraban en los alrededores de San Vicente de Caguán.
- Aquí la gente se había acostumbrado de convivir con la guerrilla, dice el comandante del puesto de policía, que se ve mas como una fortaleza militar, encerrado en una manzana en pleno centro de la ciudad.
- Al principio nadie nos hablaba, ni siquiera nos vendían las mercaderías, las tuvimos que comprar en Florencia (tres horas de camino por tierra) y trasladarlas para acá, dice el capitán Pedro Alejandro Ruiz.
El 9 de marzo de 2001 llegué a un barrio de invasión con el nombre Ciudad Bolívar. Las lenguas venenosas acusaban a las 500 familias de ser dirigidas por las FARC, acusación que fue desmentida por los habitantes. Gloria Perafan, la presidenta del comité de la escuela, me llevó por todas partes del barrio donde el barro y la laguna estancada significaba una situación insalubre para la población. Pero estaban muy orgullosos por que el barrio era obra de ellos.
En la escuela entrevisté a Ricardo Parea, un bogotano que como tantos profesores había sido amenazado de muerte por fuerzas oscuras y se desplazo a Caquetá, al municipio de Puerto Rico donde también, después un tiempo, fue amenazado.
Por eso, cuando la zona de despeje fue una realidad, Ricardo Parea se trasladó a San Vicente de Caguán y al barrio de invasión donde fue el profesor de la humilde escuela del barrio.
Me encontré con él un día antes, en Los Pozos. Hasta allá habían llegado 20 niños de un colegio muy lujoso de Cali. Los niños querían a hablar con Manuel Marulanda para decirle que no tenía que secuestrar niños, a raíz del secuestro de un niño en su colegio, pero realizado por ELN. La guerrilla de las FARC y el comandante Iván Ríos los recibió y hablo con los niños mas de tres horas. Al mismo tiempo estaban los niños de Ciudad Bolívar presente, que, de los niños "ricachones" de Cali, recibieron una bicicleta. Más de un periodista colombiano le dio como vomito por la actitud de limosna. "Así siempre se ha arreglado los problemas sociales en Colombia, comprando a la gente", comentó una periodista del diario El Espectador.
Ahora estoy otra vez en Ciudad Bolívar. El sol está radiante y la tierra es de barro bastante seco. Es verano y hace 40 grados. Muestro un recorte con fotos de la revista sindical de los profesores suecos que publicó el reportaje sobre la humilde escuela en el barrio hace dos años.
- No Señor, me dice una señora, tanto Gloria como Ricardo se fueron cuando el proceso se rompió. Y no solamente ellos, de aquí han salido tanta gente por que tanta gente ha sido asesinada.
Me recomienda tomar contacto con "El Costeño", que es el actual fiscal de la Junta Comunal. Me voy a la dirección que me dio y me encuentro con la vecina del Costeño que me dice que el "hombre sale muy temprano a la ciudad para vender sus rifas". Venga mañana, pero muy temprano.
Decepcionado regreso hacia la carretera cuando un hombre me para.
- No encontró el Costeño? me pregunta pero escucho como algún tono que no le importa tanto, sino que quiere conversar.
- No, le contesto, que pena, no. Pero cuéntame cómo esté la situación ahora, un año exactamente después la ruptura.
El hombre, de unos 45 anos, me mira con una mirada muy fija y comienza suavemente hablar.
- Acá nos encerramos a las 6 de la tarde. Desde esa hora nadie sale acá por no ser asesinado. Odiamos al ejército y la policía por todos los asesinatos que han cometido contra nosotros. Durante la zona de distensión nunca pasaron esas barbaridades. Mucha gente de acá es desplazada de otros departamentos y encontraron en Ciudad Bolívar un lugar de refugio, de descanso de la tensión que hemos vivido. Hace un año todo eso se acabó.
Después se queda callado y me dice:
- La guerrilla esta por todos lados, y Ud. no sabe si yo soy guerrillero o de la inteligencia militar.
Le doy razón y le digo que sus palabras las había escuchado justamente hace dos años cuando hice el reportaje.
Son las 5 de la tarde y pienso en las recomendaciones de encerrarse antes de las 6 y nos despedimos.
Al frente del puesto de policía esta situada la alcaldía, juntando polvo. Unos vidrios están rotos, el interior está prácticamente vacío desde que el alcalde, los concejales y los funcionarios públicos se fueron del municipio.
La política de las FARC de responder a la ruptura del proceso de paz y la declaración del "Plan B", guerra total, con la recomendación a todos los políticos locales y funcionarios públicos de renunciar, tuvo resonancia en San Vicente de Caguán. El alcalde no renunció, pero se fue a Florencia y Bogotá. Cuando corría un rumor en el mes de diciembre de que el alcalde iba a volver al pueblo y ejercer desde el Batallón de Cazadores, la guerrilla respondió ese rumor con volar su casa. No quedó nada.
Esa política ha tenido como efecto que centenares de alcaldes han renunciado y mucho más concejales también. Durante el año pasado se calcula que unos 60 concejales y alcaldes han muerto por no haber obedecido la orden insurgente. Pero el estado no se ha quebrado. La respuesta estatal ha sido designar alcaldes y gobernadores militares o civiles leales con el gobierno uribista y fortalecer y militarizar toda la sociedad.
El ejemplo más ilustrativo es el departamento de Arauca en el oriente, con frontera con Venezuela, donde los tres municipios Saravena, Arauca y Arauquita tienen una presencia militar en cada esquina. A pesar de eso, las fuerzas publicas han sufrido fuertes reveses. La semana pasada fueron abatidos mas de 70 paramilitares que intentaron entrar desde el departamento de Casanare a Arauca. Los altos militares y policías que quieren trasladarse de un municipio a otro, lo hacen a través de los helicópteros.
En San Vicente de Caguán los policías no salen del casco urbano y me cuenta uno de los policías, en las trincheras, que "aquí nadie nos quiere", y lo dice con una risa resignada.
La gente, unas 20 personas que esperan para entrar a la calle, me miran con extrañeza cuando coloco al policía por aquí o por allá, para tener un buen ángulo para las fotos. "Cualquier coqueteo en el pueblo es sospechoso y se evita", dice Jorge Giraldo, coordinador de la ONG de la iglesia católica en el municipio. Agrega que esta ONG ni siquiera se considera como un comité de derechos humanos para no ser criticado por los dos actores en conflicto, militares y guerrilla.
- Recomendamos a la gente que quiere dar testimonios o denunciar violaciones de DD.HH, de acudir a la fiscalía en Florencia o algún comité de DD.HH en Neiva, en el departamento de Huila.
Luis López es veterinario médico y fiscal del "Comité Municipal de Los Ganaderos de San Vicente De Caguán". Históricamente y actualmente los ganaderos y los terratenientes en Colombia han sido los auspiciadores de los grupos paramilitares. Hay miles de casos de masacres y exterminio de campesinos.
La historia del origen de las FARC puede ilustrar la bestialidad de este sector de la sociedad colombiana. La guerrilla no nació para la toma del poder sino en defensa del campesinado. Los terratenientes y sus paramilitares cortaron la cabeza de los campesinos y las colocaron en los palos de los potreros como señal de que cualquier intento de instaurar una reforma agraria seria respondido así.
Pero la lucha armada en el departamento de Cundinamarca y los alrededores de Bogotá, en los pueblos como Viota, Sumapaz o Cabrera, logró derrotar al latifundismo y creó, prácticamente, una reforma agraria en las cercanías de la capital de la república. De ahí nacen las fuertes y profundas raíces del movimiento armado. Ellos han dado tantas arrugas a los politólogos que no han entendido cómo es posible que, mientras las guerrillas en el mundo se ha incorporado a las sociedades o han sido derrotadas, en Colombia han crecido durante la década del 90. Argumentan, entonces, que la guerrilla ha crecido con el dinero del narcotráfico, ignorando la situación de miseria y de rebeldía de gran parte del pueblo colombiano.
Por eso me impacta don Luis cuando me muestra una parte de los ganaderos de la zona del despeje que no ha sido publicada en la prensa colombiana. Es, de pronto, la persona mas convencida en San Vicente de Caguán que el conflicto no se puede solucionar a través los helicópteros o los fusiles y menos con la ayuda de los Estados Unidos.
- Ha transcurrido un año desde la ruptura del proceso de paz. Antes de la zona de despeje aquí fue tremendo. por la cantidad de muertes que había en la calle. Llegó el despeje y la convivencia pacifica con la guerrilla y no se presentaron muertes violentas. Terminando el despeje, en la reunión que se hizo hace dos semanas con la policía, el ejercito y el gobernador, el comandante de la policía dio un parte de 76 muertos solamente en el casco urbano. Han habido unas muertes terribles como de unas personas descuartizadas con motosierra que, se dice, fueron hechas por paramilitares. Pero los muertos son tanto de los paramilitares como de la guerrilla.
Aparte de la inseguridad, lo más impactante para los ganaderos y el pueblo en general es que San Vicente de Caguán es una zona netamente ganadera donde la economía "se ha venido en pic", como dice Don Luis, es decir, a cero.
Antes había 700.000 cabezas de ganado. En el penúltimo inventario que se hizo, se contaban 618.000 cabezas. "Ahora andamos con 544.000. Tenemos una producción de leche que no baja de 100.000 litros diario y cien toneladas de queso semanalmente", agrega el señor con cara de abuelo bueno.
- No estábamos de acuerdo cuando se decía que la zona de despeje y San Vicente de Caguán era un centro de producción de coca. Ud. que ha estado aquí varios días, se ha dado cuenta que no se ve coca por ninguna parte.
- Decían que era un centro de secuestrados. Pues, se acabó el despeje y no se han cogido ningún solo secuestrado.
- Se decía que aquí era un centro de pistas clandestinas. Hasta el momento no vemos que hayan desbaratado ninguna pista, por que las siete pistas que hay, en lo que concierne San Vicente de Caguán, son pistas que estaban habilitadas por el gobierno, donde el Alto Comisionado de la paz del gobierno aterrizaba para realizar las conversaciones con la guerrilla. Y la razón es sencilla y es que no había carreteras.
Pero los argumentos y las denuncias sobre la supuesta "zona cocalera" han vuelto a tomar fuerza después que la guerrilla derribó un avión de inteligencia del Comando Sur de EE.UU. el 13 de febrero, a algunos kilómetros de San Vicente de Caguán, cerca del municipio de Puerto Rico. En ese avión viajaban cuatro norteamericanos, contratados por la CIA, según Washington Post. También se encontraba en el aparato un sargento colombiano de la inteligencia militar.
Prácticamente toda la prensa decía que los cinco estaban en tarea de inteligencia para descubrir los cultivos de hoja de coca, cuando en esa zona no existen. Pero sí, los frentes 14 y 15 de la Farc operan en esa zona, que la tienen bajo control hace décadas. Entonces se decía que los norteamericanos cayeron en la boca de lobo de los guerrilleros, metidos en el narcotráfico hasta el cogote.
- Se hablaba en el congreso, y lo decían los candidatos presidenciales, de 30.000-40.000 hectáreas de coca. Pero ¿por qué no las han fumigado después de que el estado retomó la zona? Lo que hicieron fue estigmatizarnos y dejarnos abandonados, dice el dirigente ganadero con desilusión por la actuación del estado colombiano.
Sí, la zona de despeje fue retomada, el laboratorio de paz fue clausurado cuando las fuerzas de paz no resistieron más la tormenta de fuertes sectores de la sociedad colombiana.
La guerrilla también tiene culpa en la ruptura, ya que no pudo explotar políticamente el proceso de paz en forma inteligente. La fuerza militar nunca puede estar encima de las tareas políticas sino que, en algunas circunstancias especificas, son complementarias.
En el rostro de Don Luis López, como en muchos sanvicentunos, se ve tristeza. Nadie les preguntó si estaban de acuerdo con la zona y cuando se instaló y comenzaron a convivir con la insurgencia de las FARC, la ruptura llegó como una pesadilla y mucha preocupación.
Después del 20 de febrero aparecieron en las paredes los graffitis de los paramilitares, amenazando con limpiar la ciudad de guerrilleros. Las promesas de protección o de inversiones sociales del presidente Andrés Pastrana quedaron en nada. Desde el punto de vista militar, la guerrilla solamente desalojó los cascos urbanos de los cinco municipios, pero dejando centenares de milicianos.
En la nueva guerra en la antigua zona de despeje fueron derribados puentes, torres de alta tensión y también se ordenó a las autoridades civiles y políticas irse, si no... Los únicos que volvieron por parte del estado fueron los uniformados y las amenazas de los paramilitares. En el Batallón de Cazadores se encuentra un fiscal, donde, supuestamente, los habitantes van a denunciar atropellos o hasta muertos por parte del estado. Si la inteligencia guerrillera ve un campesino entrando a la base, también es un peligro y puede ser considerado como "sapo" de la Red de Cooperantes e informantes" de las FF.MM.
A Don Luis le da rabia cuando le cuento que desde Bogotá pudimos ver cuando la aviación bombardeó a los puentes, dizque eran "puentes para los corredores guerrilleros". Durante tres años y medio, las Farc, junto con la población civil, construyeron centenares de kilómetros de carreteras donde antes no existían. Con el fusil en la espalda, pavimentaron con los habitantes de los barrios más pobres de San Vicente de Caguán las polvorientas calles, obras que solamente habían sido promesas durante los últimos 25 anos de campañas electorales de los alcaldes de turno.
La guerrilla mejoró muchos kilómetros de carreteras que durante el invierno, por las lluvias tropicales, son intransitables. Todas esas carreteras y puentes fueron bombardeados. Eran obras de "Minga", es decir, obras en comunidad. El campesino pone su mula, otro su motosierra y el tercero regala árboles para construir ese puente donde el campesino puede ahorrar varias horas de caminatas. Pero a los ojos de los generales, detrás del escritorio en el departamento de defensa en Bogotá, eran infraestructuras para la movilización de tropas guerrilleras hacia Bogotá o el transporte de la droga o secuestrados trasladados a la zona de despeje.
En el casco urbano solamente hay una emisora y es de los curas. Por supuesto que el ejército y la guerrilla tienen emisoras con buena potencia. Hay solamente unos circuitos de teléfono, que la guerrilla voló hace un tiempo. Y le cuesta a uno de salir a la línea si quiere llamar a Bogotá. En la oficina de Telecom no hay cabinas ni puertas y parte del techo se ve bastante peligroso, a punto de caer encima el cliente.
En esa ciudad con 60.000 habitantes, en todo caso, la vida insegura y de guerra se vuelve, con el tiempo, normal. Cuando explota una bomba, las discotecas no paran la música. Pero la actividad de los bares no es como durante la época de la zona de despeje. Las prostitutas, que en los guerrilleros vieron un "Seguro Social", o por lo menos una autoridad a quien dirigirse cuando el borracho campesino no quería pagar por su tiempito de placer, se han ido casi todas. Los hoteles y los residenciales están casi vacíos, cuando antes uno tenia suerte para encontrar una cama disponible.
- Este es el país del sagrado corazón. Imagínese, no hay autoridades civiles, el único, el fiscal, esta encerrado en el Batallón de Cazadores. Pero sí hay tres mil hombres del ejercito, agrega Don Luis.
Unos de los problemas grandes, tanto durante la zona controlada por la guerrilla como ahora, durante el control estatal, ha sido y es la falta de un matadero. Durante la zona de despeje la república de Irán quiso invertir en un matadero. Fue elegido y diseñado hasta el terreno. Todo estaba listo cuando los enemigos de la zona del despeje en Bogotá, generales, extrema derecha y parte de la prensa, pusieron el grito en el cielo.
- Fue un gran sueño que se convirtió en una pesadilla. Nos acusaron de construir un centro de terrorismo internacional y de preparación armamentística, según los comentarios de la prensa. Por que esas inversiones tienen muchos enemigos. De sueño se fue a pesadilla, por que nos tildaron de terroristas. Todas las ilusiones del despeje se acabaron y no vemos sino muertos.
Muchos ganaderos, cuando supieron que se iba a instalar una zona de despeje, se fueron. Pero cuando vieron que los ganaderos no fueron vacunados ni cabeza cortada, volvieron, cuenta Don Luis. Crearon empleo y trabajo y en la zona florecía la economía. Los comerciantes hablaron que su venta había aumentado 80 por ciento durante la zona de despeje. Ahora mucho de ellos se han ido. El Banco Ganadero ha cerrado y unos vidrios de su oficina en la plaza central están rotos. El municipio ha vuelto en gran parte a ser un pueblo de fantasma.
Entonces, ¿cómo ve el representante ganadero la perspectiva de paz y de la economía para una zona muy extensa que hace un año florecía? le pregunto.
- Hay una ausencia total del estado. En la noche del 20 de febrero del 2002 vimos y escuchamos el presidente diciendo que "les gané, por que los derroté política y diplomáticamente".
- Imagínese, el semejante engaño que nos hicieron a nosotros los que estábamos apostando a la paz y creíamos que era un proceso de paz que en realidad, según Pastrana, era un proceso de derrota política! Y es eso es lo que estamos viendo.
- Tenemos que prepararnos para la paz. He visto que los guerrilleros, milicianos, paracos y soldados eran campesinos. Los muertos en San Vicente eran campesinos. Pero los hijos de los presidentes, los ministros, los congresistas e incluso los hijos de los ganaderos, todos son aptos para hacer el servicio militar pero ninguno lo has hecho. Por eso considero, que el servicio militar en Colombia no es obligatorio sino discriminatorio.
- Para la paz se empieza a preparar el campesino poniendo en marcha las inversiones sociales en el campo. No armarnos, por que con las armas no se labra el campo, ni siquiera se bate el chocolate.
- El que tenga un arma la usa para matar, llámesele como se llame, entonces ¿matándonos se hace la paz? La paz se hace con diálogo. Si el colombiano roba por que tiene hijos con hambre, entonces tenemos que ver las causas del el robo, no hay que mirar a los efectos muy profundos. Por eso tenemos que combatir las causas y prepararnos para la paz. No las vamos a solucionar con aviones o helicópteros o fumigando y acabando el ecosistema, y agrega que el atentado contra el Club Nogal en Bogotá, dos días antes de la entrevista, es un efecto de la guerra que no se puede combatir con más guerra.
Salgo bastante confuso e impactado de la sede de los ganaderos y no fue lo que me imaginaba.
Pero así es Colombia, inesperada y tan contradictoria en muchos sentidos, con una población con tanto calor humano que choca por que lo que uno lee y ve en la televisión, no solamente en el exterior sino sobre todo en Colombia, no es lo que uno se enfrenta cuando sale al campo o a los barrios populares en las grandes ciudades para hablar con la gente.
Pero la guerra esta ahí y las causas, que mencionó Don Luis, son muy profundas. Sin resolverlas, la guerra seguirá por muchos años, no importa si las palabras del ministro del Interior y de justicia, Fernando Londoño, llegan a tener efecto: que en el 2004 la guerrilla tendrá muchos problemas financieros por que ya no habrá ni una sola mata de coca.
Si fuera tan simple, o si fuera un conflicto militar y no social, económico y político, entonces la receta seria muy simple, y es que uno de las partes involucradas se muere en la guerra. Pero esa receta ha sido aplicada durante casi 40 años y el saldo, ahí esta, como en San Vicente de Caguán, en Magdalena Medio, en Urabá o en cualquier parte de Colombia.
Durante la zona de despeje fueron muertos en homicidios unas 3-4 personas. En el mismo período fueron enterradas más de cien mil (100.000) personas en el territorio donde ejercía el estado. Es una muestra de que negociar la paz es mucho más conveniente, pero sobre todo mucho más humano, que librar una guerra cuyas causas y raíces son muy profundas.
SAN VICENTE DE CAGUAN / 030210
Tomado de Rebelión