17 de marzo

Martes, 19 de septiembre de 2000

Cuando veas las bardas de tu vecino arder...

Antonio Paz Martínez
Venezuela Analítica

Esta sempiterna advertencia de origen castizo y que alerta a cualquier desprevenido acerca de los inminentes peligros que pueden llegar a acecharle tarde o temprano, varió su ordenamiento sintáctico en estas trasatlánticas tierras, donde cambió de forma pero no de fondo, es decir, alteró su estilística mas no así su valor semiológico. En ambos contextos idiomáticos significan lo mismo. A pesar de variar las "bardas" ibéricas por las "barbas" hispanoamericanas, este amenazante refrán aún causa alarma entre aquellos a los que les es proferido coloquialmente.

Las "bardas", según el Diccionario de la Real Academia Española, son aquellas líneas divisorias constituidas por tapias cubiertas con zarzas utilizadas comúnmente para fijar los límites de los lotes de tierra correspondientes a determinada comunidad, ya sea para establecer criterios de pertenencia o para marcar distancias entre diferentes grupos étnicos, nacionales o culturales.

La más de las veces estos linderos son imprecisos o codiciados por las partes en cuestión -vecinos-, levantando suspicacias entre ambos, sobre todo -si tomando el refrán a rajatabla-, las "bardas" han comenzado a arder, surgiendo así la duda de cuál de las partes habrá iniciado el incendio. Todo este cuadro se agrava cuando es un tercero el que se encarga de atizar el fuego.

El preámbulo que acabamos de hacer es el marco introductorio de una situación muy cercana a nosotros y que poco a poco ha ido tomando un cariz internacional: el Plan Colombia.

En dicho escenario ya están metidas cuatro fuerzas avérnicas; el Ejercito Regular Colombiano, las añejas guerrillas, los fantasmales Cuerpos de Autodefensa -Paramilitares- y el narcotráfico, todas ellas mezcladas en diversos porcentajes las unas con las otras, dispuestas a aniquilarse entre si, o... convencidas de poder enfrentar a un enemigo común que ose introducirse en su territorio o entre sus querellas internas si el caso lo amerita.

Este peligroso juego bélico está paulatinamente dejando entrar a un quinto elemento que está deseoso de lucir un fatal protagonismo: el Ejercito Estadounidense.

Parece que Washington recuerda con nostalgia de derrota paisajes como el del río Mekong, sitios como Da Nang o "exóticas" ciudades como Saigón, Hanoi y Quang Tri, esperando sustituir la toponimia vietnamita por otra más cercana a su inmediata zona de interés: América Latina o concretamente Suramérica.

Los lugares no serían otros que Cali, Medellín, Urabá, Bogotá, Cartagena o la fronteriza Cúcuta, todos ellos demasiado cercanos a esta Tierra de Gracia, la cual se vería salpicada por una problemática que muy pronto podría pasar a ser la realidad cotidiana de este lado del Arauca; siempre y cuando no se tomen rápidas, enérgicas y efectivas medidas político-militares tendientes a frenar la "colombianización" o "vietnamitización" de Venezuela.

Desde que el Presidente Clinton anunció junto a su homólogo neogranadino el inicio de dicho Plan -para nada secreto entre los cuarteles de la CIA, o en las instalaciones del Pentágono-, durante su fugaz visita el pasado mes de agosto al vecino país, nos ha rondado por la mente unas imágenes propias de hace cuatro décadas, cuando las patrulleras estadounidense navegaban por el apacible río Mekong, trayendo como consecuencia el funesto genocidio ya por todos conocido.

Es de suponer que el complejo tecnológico/militar/industrial norteamericano que moviliza a Wall Street ya estuviese sacando jugosas cuentas acerca de los "negocios" que podrían hacer cuando estallase inminentemente un conflicto bélico en Colombia, desde el mismo momento en que Clinton abordaba el Number One de la USAF con destino a Cartagena.

Sabemos de antemano cual es la situación colombiana, pero de todos los seis países colindantes con Bogotá, somos nosotros los menos preparados para enfrentar una guerra de grandes dimensiones, como de seguro estallará pronto en la antigua Nueva Granada, si los marines estadounidenses continúan desembarcando en terrenos ampliamente complicados como el colombiano.

Aun para uno de los ejércitos más tecnificados de la Tierra, como lo es el del Tío Sam, meterse en Colombia es una auténtica y descabellada locura, puesto que en dicho país se alternan paisajes y ecosistemas tan diversos como la jungla -parecida a la vietnamita-, los Andes, la sabana, el desierto o las intrincadas y siempre difíciles metrópolis que son a fin de cuentas el escenario más difícil para combatir desde el suelo. Precisamente el gran temor de los EEUU: combatir en tierra y ver como "the boys" retornan a casa envueltos en bolsas negras cual si se tratase de un ordinario Halloween.

Lo más triste de este panorama es que si establecemos una comparación con la guerra indochina, pronto nos topamos con la realidad de que ese tonto e inexplicable enfrentamiento, se extendió cual urticaria hacia los vecinos Laos y Camboya, quienes en verdad llevaron la peor parte.

Cabe preguntarnos: ¿quién será la próxima Camboya?, ¿cómo afectará a los países circunvecinos de Colombia el mini Plan Marshall militarizado?, ¿cómo quedará el frágil balance geopolítico mantenido en la región por años después de que estalle una eventual carrera armamentista entre las naciones forzosamente implicadas en el conflicto?; ¿se colombianizarán las sociedades peruana, ecuatoriana, panameña, nicaragüense, brasileña o venezolana?; ¿cuánto tiempo tardarán las elites militares colombianas en probar sus nuevos "jugueticos" contra indigestos vecinos de la talla de Venezuela, Panamá o Nicaragua, una vez superado el problema doméstico? Y por último, ¿en qué estado quedarán las selvas colombianas luego de que sean exfoliadas con el fusarium oxysporum, el equivalente biológico del mortal Agente Naranja rociado en Vietnam?

Respecto a esta alarmante pregunta podemos contestar que el mentado "hongo anticoca", como toda entidad viviente muta, se reproduce adaptándose a nuevas condiciones ambientales y peor aún es fácilmente transportable, característica que le hace ser un auténtico colonizador vegetal, desplazando o destruyendo a especies autóctonas y endémicas del norte suramericano, en caso de ser utilizado ampliamente y sin control -como de hecho va a ser-, durante el período de activación del Plan Colombia.

Todas las repúblicas vecinas de Colombia, y aun la mismísima afectada, han tenido uno que otro enfrentamiento militar con sus pares durante el siglo pasado, o como en el caso de Brasil, participaron abiertamente durante la II Guerra Mundial -invasión de Italia-, o más irónicamente, en la Guerra de Korea, donde Bogotá proveyó de milicianos al "convoy" de las Naciones Unidas que se hallaban lideradas por Washington, y ese gesto... ese gesto de amabilidad no se olvida -por lo menos no a nivel del Departamento de Estado-, así que USA sabrá corresponder adecuadamente a un viejo "aliado".

Los únicos que han pasado ilesos en la región el s. XX sin enfrentarse con nadie a excepción de si mismos, hemos sido los venezolanos, quienes poseemos una extraordinaria capacidad de agredir... agredirnos a nosotros como si se tratase de una deuda de honor para con la historia: Venezuela sólo ha sabido ponerse contra las cuerdas a punta de hacerse la guerra -o ensayos de la misma- a ella sola.

Ejemplos de ello abundan en nuestra vida política y social, como: golpes de Estado contra Medina Angarita en el 45, contra Gallegos en el 48 -paralelo al Bogotazo, ¿qué coincidencia?-, contra Pérez Jiménez en el 58, contra la Democracia en el 92; levantamientos pseudoguerrilleros en la década de los 60's -Barcelonazo, Carupanazo y Porteñazo-; enfrentamientos diarios entre sus propios habitantes cada semana, cada día, cada mes, con la simple excusa de querer poseer por la fuerza lo que a los demás pertenece.

Ese es el cuadro militar venezolano, en donde no nos ha hecho falta salir de casa -salvo en contadas ocasiones con la figura de los cascos azules-, para probar el armamento que compramos una vez con el fin de defender nuestra soberanía -¿cuál?.

Ni siquiera estamos preparados para una catástrofe natural, y prueba de ello lo dimos en diciembre pasado, cuando nuestras fuerzas armadas no se dieron abasto para cubrir ellas solas tal contingencia. Las únicas actividades que han hecho nuestras FA últimamente han sido las de cortes populares de cabello, ventas populares -que no populistas, oígase bien- de verduras, frutas y hortalizas, pintados populares de escuelitas rurales, y ventas de cuadernitos populares a populares bolsillos que popularmente les han colocado en el poder de representar al "pueblo".

Si no empezamos a echarle agüita a las bardas, pronto quedarán chamuscadas hasta los cimientos, y si nos descuidamos más, puede que "unas barbas" comiencen a quemarse aceleradamente, cuando ya hasta el más insignificante de nuestros ciudadanos comience a ser víctimas de los secuestros y el pago de "vacunas" exigidos por la narcoguerrilla como medio seguro de obtención de divisas para proseguir la patriótica y bolivariana misión de libertar a Colombia de las fauces de la Oligarquía -allá como aquí esa palabra también está de moda-, que según ha deteriorado las estructuras del vecino país más que cualquiera de los carros-bomba colocados por las FARC, el ELN o los Grupos de Autodefensa (Paramilitares), durante el último decenio.

Brasil tiene una "Cobra" que sustentada en una fuerte, innovadora y moderna planta tecnológico-militar, ya se ha movilizado hacia la extensa frontera colombo-brasilera; Perú posee los mejores cazabombarderos de Suramérica -los MIG's 29-, técnicamente superiores a los ya anticuados F-16's venezolanos; Ecuador sorprendió al Mundo cuando le arrebató Tiwinza al Todopoderoso Perú; Panamá resistió los bombardeos de Alta Tecnología que lanzó EEUU contra su pequeña geografía y Nicaragua peleó durante dos décadas tanto interna como fronterizamente hasta que cayó el Sandinismo, e incluso amenazó a Colombia con invadir a San Andrés y Providencia si no llegaban a un acuerdo limítrofe satisfactorio. Venezuela sólo tiene una papa -previamente sancochada- repleta de hojillas para lanzarla contra el enemigo como económico método de defensa provisto por los mercados populares, directamente, sin intermediarios que encarezcan el producto, mismo que no necesita de repotenciaciones ni de costosas pruebas de fuego, ya que es altamente efectivo.

Los Marines van a llegar y quizás los veamos pavonearse por Mérida, Maracaibo, Valencia y quizás hasta nos pidan visa para pasar de Chacao a Chacaíto; sólo esperamos que no se tenga que decir: "No hables de Colombia frente a Clinton, Bush o Gore".

nyetkika@yahoo.com

Tomado de Venezuela Analítica


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