17 de marzo

4 de marzo del 2003

Colombia amenazada de vietnamización por el delirio Bushiano

Miguel Urbano Rodrigues
Red Resistencia

Web: http://resistir.info/
E-mail: mur@enet.cu

El derrumbe de un avión de los EE UU en las selvas de Colombia, el 13 de febrero, agravó la crisis endémica en aquel país andino y puede determinar cambios importantes en la estrategia de Washington hacia la región.

El aparato pertenecía al Comando sur de los EE UU y a bordo había cuatro agentes de la CIA con estatuto militar. La misión era de espionaje, en el ámbito del combate a la guerrilla de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia-Ejército del Pueblo, que controlan gran parte de ese departamento del sureste, el Caquetá. Tres de los espías sobrevivieron. En comunicado fechado el día 24, el Estado Mayor Central de las FARC informó que esos hombres fueron capturados, y que los considera prisioneros de guerra. Aclaró además que aceptaría su canje por combatientes guerrilleros encarcelados en presidios del gobierno, caso que Uribe acepte las condiciones definidas por ese Estado Mayor.

La noticia difundida por un vocero de la Casa Blanca de que un contingente de 150 hombres, de tropas élite, sería enviado a Colombia para intentar el rescate de los tres hombres de la CIA imprimió carácter explosivo al desarrollo de la crisis. Las estructuras del estado colombiano, debilitadas por su incapacidad de derrotar a la insurgencia, han sido estremecidas por el acontecimiento. Sobre el gobierno llueven críticas; a las voces de la oposición legal se suman las protestas de sectores sociales muy diferenciados. El debate sobre el Plan Colombia y sus objetivos ocultos está asumiendo rumbos de tempestad.

PROTECTORADO

El Gobierno de Uribe -tal como lo hizo el de Pastrana- insiste en negar lo obvio, es decir, el carácter imperial del Plan Colombia, concebido para servir a la estrategia de dominación continental del sistema de poder de los EE UU. Invocando la necesidad de eliminar los cultivos de coca y el narcotráfico y de promover el desarrollo del país, ese plan tiene como fines concretos la lucha contra la insurgencia y ambiciona, a largo plazo, el control por los EEUU del conjunto de la región amazónica, compartida por seis países. EL ALCA y el Plan Puebla-Panamá son además iniciativas complementarias al Plan Colombia en el contexto de una estrategia integrada de recolonización total de América Latina. En tal marco, la prisión de los tres agentes de la CIA ha provocado muchos dolores de cabeza en Washington y Bogotá.

De repente, los dos gobiernos casi olvidan el combate al narcotráfico. Sería ridículo intentar relacionar la tarea de espionaje del avión del Comando Sur con temas del mundo de la droga. En su columna de la revista "Semana" -la más importante del país- el prestigioso analista Antonio Caballero sostiene que Colombia vive bajo un régimen de protectorado. Lo compara con los existentes hoy en Kosovo y Afganistán. No sin ironía recurre a analogías históricas que hieren el orgullo de la oligarquía: "Así los antiguos romanos gobernaban a Macedonia y Numidia y los británicos a Egipto y Sudán".

Para incomodidad del presidente Uribe, destacadas personalidades de la derecha reconocen que la entrada en el país del contingente de tropas especiales viola de modo flagrante compromisos asumidos. El Congreso de los EE UU, desde luego, há fijado en 400 el número máximo de personal militar norteamericano en Colombia, techo ese ya superado. Con una peculiaridad: la presencia de los militares estadounidenses estaría relacionada exclusivamente con tareas de entrenamiento y apoyo logístico a las fuerzas armadas. En el departamento de Arauca, 70 "boinas verdes" cumplen misiones de asesoría junto a las tropas colombianas allí acuarteladas para evitar ataques al oleoducto que lo atraviesa. La decisión unilateral del Pentágono y de la Casa Blanca tripudia sobre la Constitución del país, configurando una ofensa a la independencia.

Es natural que en un Congreso habitualmente pasivo se levanten voces exigiendo del presidente una toma de posición en defensa de la soberanía nacional. No serán escuchadas. Uribe Vélez no osará criticar a la metrópoli del protectorado. Lejos de ello, se identifica plenamente con el envío de las tropas especiales estadounidenses. Más, quién sabe, la actitud de Washington puede provocar un desenlace diferente a lo deseado por el presidente Bush y los generales del Pentágono. Recurriendo a la memoria Caballero recuerrda que la tentativa rocambolesca de rescatar los rehenes estadounidenses aprisionados en Irán por el gobierno del ayatollah Khomeini terminó mal, amargando los últimos meses del mandato de Jimmy Carter.

CRÍMENES HEDIONDOS

El presidente Uribe viene acumulando fracasos. Tomó posesión del cargo proclamando que las fuerzas armadas estaban preparadas para poner término a la insurgencia. En el alto mando del ejército colocó generales identificados con su proyecto de contornos fascistas. Pero, transcurridos siete meses, las anunciadas victorias no aparecieron. El ejército no consiguió capturar o matar a uno solo de los comandantes guerrilleros, pese a la colaboración recibida de grupos de "sapos", un millón de delatores pagados por el Tesoro. Mientras, las FARC pasaron de la defensiva a la ofensiva en múltiples frentes, infligiendo duros golpes a las fuerzas de la represión, incluyendo los paramilitares.

La imagen del ejército, que durante el mandato de Pastrana había atribuido las tareas más sucias a los paramilitares, se degradó mucho entre la población. Actualmente ya no es sólo cómplice de crímenes monstruosos. Los ejecuta él mismo. En los caseríos del Caquetá y del Meta, en la ex-zona desmilitarizada, la sencilla presencia de los militares provoca la huída masiva de los habitantes. El miedo se justifica. Destacamentos especiales, después de asesinar campesinos sospechosos de simpatizar con la insurgencia -escuché ese relato macabro hace días de un comandante de las FARC- cortan los cuerpos en pedazos, y después, visitando las aldeas, preguntan a los vecinos si "quieren carne fresca". El presidente de la República incentiva la violencia irracional en vez de combatirla. Su involucramiento, cuando era alcalde de Medellín, con el rey de la droga -Pablo Escobar- está comprobado por una abundante documentación. Lo destituyeron entonces del cargo por los servicios prestados al narcotraficante. Como gobernador del departamento de Antioquia promovió las llamadas asociaciones comunitarias -CONVIVIR-, nidos de fascistas que desempeñaron un papel fundamental en las campañas de exterminio masivo de campesinos y obreros. En esa época incentivó también el paramilitarismo.

Elegido presidente, instauró el estado de sitio (con otro nombre), promulgó leyes de contenido nazi y pidió a EE UU que asuman el control del mar territorial de su país y, gradualmente, el de Amazonia. Esa apertura a la penetración de Washington en la región amazónica alarmó particularmente a las fuerzas armadas de Brasil. No sorprende que George Bush haya llegado a la conclusión de que existe una "gran empatía" entre él y el presidente colombiano. Uribe fracasó también en sus esfuerzos por que la Unión Europea responsabilizara a las FARC (sin pruebas) por el atentado contra el Club Nogal, pese a que la organización guerrillera negó cualquier involucramiento en el acto terrorista . En América Latina, el presidente depositó grandes esperanzas en la Conferencia continental que convocó en Panamá, en la cual pretendía que los países presentes aprobaran una resolución condenando las FARC como organización terrorista. La iniciativa fue otro fracaso. Solamente comparecieron los presidentes de América Central, región donde, con raras excepciones, la violación de los derechos humanos es rutinaria.

CAMINANDO HACIA LA VIETNAMIZACIÓN

Hasta el momento en que escribo, solamente habían llegado a Colombia 49 militares estadounidenses de los 150 anunciados. La información, según el "Tiempo", proviene de una fuente del Senado que no supo aclarar cuál es la misión exacta de esos hombres en el apoyo a los 4000 colombianos que intervienen en el operativo de rescate de agentes de la CIA. En Bogotá, la prensa publicó la información, pero el gobierno no la comentó. Un velo de misterio rodea la llegada de tropas especiales estadounidenses. Inicialmente se informó que serían elementos del Cuerpo de Infantería de Marina, pero después se sucedieron noticias contradictorias, provocando una ola de especulaciones.

¿Cuántos militares há enviado realmente el Pentágono, quiénes son y cómo van a participar en el operativo de búsqueda que se efectúa en una área de 8000 kilómetros cuadrados? Se ignora. En los EE UU los grandes diarios y la televisión establecen paralelos con Afganistán, admitiendo la posibilidad de una intervención directa que podría determinar un viraje en el conflicto colombiano, internacionalizándolo. Adrian Isacson, un renombrado especialista del Centro de Política Internacional se pronuncia por el endurecimiento. En su opinión los militares colombianos deben cumplir el papel de "la Alianza del Norte en Afganistán. Nosotros los entrenamos, los armamos y participamos en operativos en ciertas zonas."

Lawrence Ferguson, el comandante de la XVIII Brigada de "boinas verdes", instalada en el Arauca, tiene un discurso similar: "Miren a Afganistán- comentó-. La razón del éxito fue nuestra colaboración plena con las tropas locales (1). De las supuestas analogías entre Afganistán y Colombia trasparece la ignorancia histórica y la falta de formación política de sus actores. Reflejan la incultura del militar estadunidense típico. Sin embargo análisis como la Ferguson encuentran amplia receptividad en el cuerpo de oficiales del ejército de los EE UU. Colombia no es una socieade multinacional . Allí no hay nacionalidades y tribos en conflictos seculares ;el juego de alianzas posible no es comparable.

La US Army, la US Air Force e la US Navy lanzaron decenas de miles de toneladas de bombas y misiles sobre Kabul, Kandahar, Herat, Kunduz, Mazari-Charif, Ghazni y otras ciudades afganas ; no pueden bombardear Bogotá , Cali, Medellín, Barranquilla, Cartagena de Indias, Bucaramanga ,a ninguna metrópoli colombiana. EE UU destruyeron un gran numero de pueblos afganos y practicaron allí masacres masivos repugnantes. Si en Colombia repitieran el método destruyendo aldeas en las montañas, en los valles y la selva provocarían la indignación no solo del pueblo colombiano como de toda América Latina. Mientras tanto, mucha gente en los EE UU discrepa del envío de tropas de combate a Colombia. Frida Gihits, en el influyente "Los Angeles Times" expresa la posición de los que tienen temor de la vietnamización de la guerra en aquel país. "?Cómo reaccionará -pregunta- el público al conocer que la sangre norteamericana corre en Colombia? ?Lo verán como otra Somalia o Vietnam?"

INCERTIDUMBRES

Bush ha declarado enfáticamente que los EE UU condenan la fórmula de canje de prisioneros propuesta por las FARC. Y ha agregado que recurrirá a todos los medios necesarios para liberar a sus compatriotas, es decir los tres agentes de la CIA. ¿Qué medios tiene en mente? Esa actitud ambigua hace más difícil la posición de Uribe. Aunque se haya negado siempre a discutir con seriedad el tema del canje de prisioneros, el presidente se encuentra sometido a presiones convergentes en el sentido de negociar con la guerrilla, tal como lo hizo Pastrana. Entre los 80 prisioneros que las FARC se proponen a liberar en el ámbito de un acuerdo garantizado por instituciones internacionales figuran -además de 57 oficiales y sargentos del ejército y la policía- 23 civiles, incluyendo personalidades como Ingrid Bentancourt, ex-candidata a la presidencia de la República, Gilberto Echeverry Mejía, ex ministro de Defensa, alcaldes, parlamentarios y concejales. La captura de los agentes de la CIA há contribuido a reforzar las presiones de las familias.

La alternativa a la aceptación del diálogo suscita preocupaciones incluso entre las fuerzas armadas. El ejército y la fuerza aérea han sido colocados ante una situación de dilema en la cual las salidas probables son todas negativas para Uribe. La liberación de los "gringos presos", como dice el pueblo, surge como hipótesis remota. Según declara a "El Tiempo" el defensor del pueblo, Eduardo Cifuentes, los hombres de la CIA ya no deben encontrarse en la zona.

En junio de 2001 las FARC-EP consiguieron reunir en La Macarena, una pequeña ciudad perdida en los bosques del Guayabero, en el departamento del Meta, a 304 prisioneros que entregaron allí a la Cruz Roja Internacional. Esos hombres, todos militares, llegaron de lugares muy lejanos. Las FARC los hicieron pasar auténticamente por las barbas del enemigo, a través de ríos, montañas, y densas selvas. Tuve la oportunidad de asistir a la ceremonia de su liberación y a la parada militar que precedió al acontecimiento, un desfile de 4000 combatientes de las FARC. Quienes han demostrado capacidad logística para una hazaña tal, sin duda han tratado ya de hallar un escondite seguro para los espías presos.

Pero aun admitiendo que todavía se encuentren en algún lugar de difícil acceso, en la región donde fueron capturados, su rescate presentaría problemas casi insuperables. No es desde luego de excluir la hipótesis de que sean al fin víctimas de algún bombardeo, como ocurrió en operativos de búsqueda de otros rehenes. La entrada en el escenario de las tropas élite de los EE UU puede contribuir a aumentar el descontento popular si el operativo fracasa. En el ejército colombiano la cooperación en el terreno de los militares estadounidenses no es deseada. Para muchos generales ellos no deberían ir más allá de las misiones de asesoría. Como combatiente, un pequeño destacamento puede complicar más que ayudar. La selva colombiana no es un lugar donde la guerra se desarrolle como en las películas de Hollywood. Los revolucionarios de las FARC-EP son formidables guerreros que conocen admirablemente el terreno. Los Rambos van sentirse allí en una sucursal del infierno, se verán frente a enemigos desconocidos: mosquitos, serpientes, ciénagas, disenterías, enfermedades endémicas, lluvias diluvianas, una humedad que destruye los pulmones.

¿Qué ocurrirá a ese destacamento de tropas élite si -lo que todavía es dudoso- lo envían para el Caquetá al son de trompetas? Las FARC ya han disipado dudas. Los militares gringos serían recibidos como invasores y como tal combatidos. La guerrilla de Manuel Marulanda asumiría la defensa de la soberanía nacional pisoteada por Uribe y sus protectores. La internacionalización de la guerra no cambiaría la estrategia de las FARC-EP. Ellas "continuarán desarrollando su invariable política -como subraya el compañero Raúl Reyes en la revista Resistencia- de combinar todas las formas de lucha revolucionaria hasta conquistar el poder para construir con los desposeídos y excluidos de nuestra patria, un nuevo estado con un régimen político de gobierno garante de los derechos de los ciudadanos que haga de Colombia una nación independiente y soberana, sin hambre, con empleo y sueldos ajustados a los costos de la canasta familiar, donde el estado garantice gratuitamente la salud y la educación.(2)

El margen de poder decisorio de Bush es mucho menor de lo que parece. Pero, en este caso, habrá sido él -según influyentes mass media estadounidenses- el responsable del envío de un pequeño contingente de tropas de combate a Colombia. En su delirio megalómano este politico primario y de escasa inteligencia puede, impulsado por su sed de violencia y falsas glorias haber creado condiciones para la tragedia que sería la vietnamización de la guerra en Colombia.

La Habana, 28 de febrero de 2003

(1) Las citas relativas a las reacciones en los EE UU de la intervención de tropas norteamericanas en Colombia fueron tomadas de un artículo de Sergio Gomes Maseri, corresponsal en Washington del diario "El Tiempo", de Bogotá, 22 de febrero de 2003.

(2) En Resistencia, nº 30, julio-octubre de 2002.

Tomado de Red Resistencia


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