17 de marzo

Bogotá, Domingo 1 de julio de 2001

Colombianos en Nueva York, del sueño americano a la pesadilla gringa

ELIZABETH MORA-MASS
EL TIEMPO

Aunque ninguna entidad tiene cifras exactas, por las calles del área metropolitana de Nueva York, especialmente en la Avenida Roosevelt de Queens, cientos de colombianos deambulan en busca de cualquier trabajo que les permita obtener el sustento. Ocurre ante la mirada indiferente de entidades cívicas de origen colombiano, a pesar de que el éxodo lleva por lo menos dos años.

Hay confianza en que la solicitud hecha esta semana por un grupo de 28 congresistas demócratas y republicanos, a la cual se suman las dos del presidente Andrés Pastrana (octubre del 2000 y hace tres meses) a favor del Estatus de Protección Temporal (TPS), logre, si no desempantanar en el Congreso de Estados Unidos el proyecto de ley que otorga amnistía a colombianos y peruanos, sí suavizar la actitud del gobierno frente a los recién llegados y les otorguen permiso temporal de trabajo.

"Yo espero que con la solicitud oficial hecha hace un par de meses por el presidente Pastrana, la administración Bush ahora sí tome la determinación de dar el asilo temporal a los colombianos", dijo Carlos Manzano, colombiano que preside el Club Demócrata McManus, un legendario fortín político de Manhattan.

Si el secretario de Estado, general Colin Powell, y el procurador lo aceptan, los colombianos podrían recibir un permiso especial del presidente Bush, tal como ha acontecido con los salvadoreños, cuyo presidente consiguió hace unas semanas que con la emergencia por los terremotos, sus compatriotas obtuvieran otros 18 meses de gracia para quedarse y poder trabajar legalmente.

Tanto Clinton como Bush se han hecho los desentendidos con la situación de los colombianos, debido a la guerra. La administración Bush está negando el asilo político a quienes han sido víctimas de extorsión y boleteo por parte tanto de las guerrillas como de los grupos paramilitares.

El canciller Guillermo Fernández de Soto le escribió al secretario de estado Colin Powell hace algunas semanas en ese sentido. Las leyes de inmigración permiten otorgar el TPS a personas de países donde, "hay un conflicto armado, desastres naturales, u otras circunstancias extraordinarias", con el requisito de que la nación de origen no esté en condiciones de reabsorberlos. El Das considera que por lo menos 1'175.000 colombianos se han ido a vivir en Estados Unidos.

Wilson David Bernal, jefe de relaciones públicas de la Federación de Asociaciones Hispanas de Nueva Jersey, consideró que la apatía de la administración y del Congreso de Estados Unidos frente a recién llegados es el resultado del desinterés de la propia comunidad colombiana por ayudarlos. "Son gente profesional, que con un poco de ayuda pueden convertirse en elementos útiles y productivos. Es una lástima que, hasta ahora, no haya habido un apoyo masivo por parte de los colombianos que son ciudadanos americanos para exigirles a sus congresistas apoyo político", dijo.

El congresista demócrata por Nueva Jersey Bob Menendez, uno de los autores de la ley que les otorgaba amnistía y les concedía el Permiso de Protección Temporal a colombianos y peruanos llegados antes de 1996, y que finalmente se hundió en diciembre de 2000, dijo que calcula en unos 350.000 los colombianos indocumentados que se han quedado.

Se cree que por lo menos la mitad está compuesta por personas de clase alta y media alta, profesionales con años de experiencia, y por personas con capital propio. "El gran drama que vive Colombia es que se está quedando sin gente preparada para asumir los cargos de dirección del futuro y sin muchos de los grandes, medianos y pequeños empresarios", dijo Walter Molano, director de investigaciones económicas y financieras de una empresa con sede en Boston, en una conferencia dictada ante la American Society de Nueva York.

El drama de los recién llegados

Sin embargo, el verdadero drama es que los recién llegados no llegan a ser tan productivos como en su tierra. A pesar de que Nueva York fue diseñada para recibir a los inmigrantes de todo el mundo, vivir aquí no es fácil. Todas las mañanas, a eso de las 6, Juan Pablo, un ingeniero químico de la Universidad de Antioquia, llega puntual a una esquina de la Avenida Roosevelt, en Woodside, Queens, con la esperanza de que alguien lo contrate por el día. Juan Pablo se desempeña bien en diversos oficios como ayudante de obra, pintor de casas, asistente de albañilería, ayudante de cocina, profesor de matemáticas y cualquier trabajo que salga.

"Si no trabajo hoy, no creo que pueda comer ni mandar platica pa' la casa", dijo con un gesto de resignación. Tiene 34 años, una esposa y tres hijos que viven en Colombia -a quienes tiene que mantener desde aquí- y tantas deudas como sueños. "Me vine con el sueño americano, pero estoy viviendo la pesadilla gringa Y aquí nadie almuerza gratis", dijo.

A su lado está José Antonio, de 43, quien vivió 12 años legalmente en Estados Unidos y regresó hace cinco a Colombia. Debido a los problemas, decidió volver. En esta ocasión se vino por "el hueco", a través de una red mexicana de traficantes de indocumentados, la cual tiene operaciones en Colombia. José Antonio pagó $7.000 dólares por el viaje. "Fueron $3.500 dólares antes de venirme y los otros $3.500 cuando ya salíamos de Houston hacia Nueva York", dijo el hombre, quien está recogiendo dinero para ir a ver a un abogado, con el fin de arreglar su situación.

Sin cifras concretas

A pesar de las dimensiones del fenómeno, aquí nadie tiene un número de los colombianos en el exilio neoyorquino. "Nos han llegado muchas personas, pero no tenemos cifras exactas. Hay casos muy dramáticos, sobre todo en aquellos en que hay niños de por medio. Yo le aconsejaría a la gente que lo pensara antes de venirse", dijo Mauricio Suárez Copete, cónsul general de Colombia en Nueva York.

Por el lado estadounidense, las cosas no son muy diferentes. Así lo expresa Dawn Di Angelo, portavoz en Nueva York del Servicio de Inmigración y Naturalización de los Estados Unidos (INS): "Todavía no tenemos una cifra concreta acerca de cuántos colombianos han llegado legalmente en los últimos meses. Sólo tenemos informes hasta el 98".

Las estadísticas del INS dicen que de 1990 a 1998 llegaron legalmente a Nueva York 143.251 colombianos. No se sabe cuántos de ellos regresaron a Colombia. En 1998, 11.836 fueron recibidos como residentes legales. Pero no hay cifras oficiales de los dos últimos años ni del número de indocumentados.

Un doble subsidio

Un rasgo que se destaca en muchos de estos inmigrantes profesionales es su juventud. Un síntoma es el hecho de que docenas de profesionales, la gran mayoría entre los 24 a los 35 años, se contaban entre los asistentes al I Encuentro de Egresados de la Universidad de Antioquia, Capítulo de Estados Unidos, efectuado en noviembre pasado en Nueva York.

Hay hechos que confirman este comentario. "Los mejores trabajadores que tengo son los muchachos que me están llegando de las universidades de sistemas de Colombia, porque, aparte de que manejan la técnica, hablan y escriben un español perfecto", dijo Joe Prince, quien presta servicios de computación a empresas del área metropolitana de Nueva York.

Prince los recibe, les hace un examen y, si lo pasan, los entrena por una semana. Si dan buen resultado, les da la visa y un salario de $35.000 dólares por año. Un sueño para una persona sin documentos. Pero la buena acción de Prince no es gratis. Un trabajador estadounidense le costaría entre el doble y el triple, ya que hoy Estados Unidos necesita 50.000 empleados con conocimientos de computación y ramas afines.

"Colombia se está quedando sin gente joven preparada y ese es otro gran escollo para el futuro", dijo el senador Juan Manuel Ospina en su visita en enero a Jackson Heights, Queens, donde dictó una conferencia sobre la crisis colombiana.

Arturo Sánchez, PhD en sociología e investigador de temas de inmigración para universidades como las de Columbia y California, y quien está iniciando una investigación sobre la nueva migración, explica por qué esta fuga significa una grave pérdida para Colombia: "La gran ironía es que estos profesionales colombianos son otro subsidio que el país le está dando a los Estados Unidos. Con miles de sacrificios, Colombia los educa y, por la situación interna que vive, los envía para que este país los aproveche. Porque tenemos que enfrentar que muy pocos van a regresar. En muchos casos es un subsidio doble, porque estos colombianos son profesionales capacitados que llegan a vender su fuerza de trabajo y sus conocimientos por menos salario".

Mañana: Les niegan el asilo político por pagar 'vacuna'.

ELIZABETH MORA-MASS
Especial para EL TIEMPO
Nueva York

Tomado de EL TIEMPO


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