17 de marzo

11 de febrero del 2003

La parcialidad de los medios ante la escalada de la violencia en Colombia

Simon Helweg-Larsen
Information Network of the Americas (INOTA)
Traducción para Rebelión: Isidro López

Cuando a principios de Enero, las fuerzas especiales de los Estados Unidos desembarcaron para entrenar a las tropas colombianas en la protección de oleoductos, se produjo un recrudecimiento de la violencia de la guerrilla izquierdista y de los paramilitares de extrema derecha. Los primeros días del 2003 han sido muy violentos, la guerrilla ha iniciado una campaña con una nueva forma suicida de coches bomba mientras los paramilitares han continuado con sus ejecuciones sistemáticas. Siguiendo con su habitual cobertura tendenciosa del conflicto, la prensa norteamericana ha dedicado grandes titulares a los ataques de la guerrilla mientras no prestaban ninguna atención a docenas de asesinatos paramilitares. Además, se ha comentado el envío de ayuda militar sin ningún tipo de análisis contextual.

En el transcurso de diez días, se han registrado cinco ataques suicidas separados en Colombia.

Aunque no hayan sido reivindicados, el tipo de objetivos apunta hacia la responsabilidad de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). El ocho de Enero, un coche bomba impactaba contra el acuartelamiento del 46 batallón anti-guerrilla en Arauquita, departamento de Arauca, con el resultado de un muerto y cuatro heridos. Al día siguiente un suicida se estrelló contra un control militar en Fortul, Arauca, dejando cuatro muertos y quince heridos. Otro control militar en la misma ciudad fue atacado dos días después con un resultado de cuatro muertos y catorce heridos. El doce de Enero, un coche bomba mataba a tres personas y hería a tres más, todos ellos personal militar de La Palma, Cundinamarca. Y el día 16, otro coche bomba mataba a cuatro funcionarios y hería a otros 32 en la oficina del fiscal general de Medellín.

Mientras tanto, las masacres paramilitares han continuado. En la ciudad oriental de Cúcuta, pistoleros de extrema derecha han matado a 57 personas en los diez primeros días de Enero.

En un episodio particularmente sangriento, ocho personas fueron asesinadas entre las 22:30 y las 23:00 del día nueve de Enero. Guardias de seguridad y civiles desarmados fueron sacados de sus casas y disparados en la calle. En un incidente separado, fuerzas paramilitares asesinaron al líder del sindicato de profesores en la ciudad oriental de Tame, Arauca. Estas informaciones están llegando lentamente y es muy posible que muchos más civiles hayan sido asesinados en lo que llevamos de año.

Los acontecimientos de principios de Enero y su posterior cobertura ponen de manifiesto el ocultamiento parcial de datos y el interés de los medios en perpetuar el desconocimiento que los norteamericanos tienen acerca de la situación colombiana. Como ya hemos dicho, tanto los paramilitares como la guerrilla cometieron atrocidades durante los primeros días del 2003. Los atentados suicidas merecen una cobertura sólida puesto que estos inauguran una nueva táctica de los grupos armados del país. El problema consiste en que los asesinatos paramilitares exceden a los de la guerrilla en una proporción de, al menos, 58 a 16, y en que no hay rastro de este hecho en la cobertura de los medios norteamericanos.

Un estudio de la cobertura mediática en las principales fuentes de noticias norteamericanas muestra una abrumadora atención a los atentados de la guerrilla y ninguna mención de la violencia paramilitar. De las 39 noticias relacionadas con la violencia, la política o la economía colombianas que distribuyó Associated Press (AP) entre el 8 y el mediodía del 17 de Enero, 20 hablaban de los atentados suicidas con coche bomba. Ninguna de las 39 mencionaba siquiera los acontecimientos concretos de violencia paramilitar, y sólo dos artículos mencionaban el desembarco de tropas estadounidenses en Arauca. Durante el mismo período de tiempo, la agencia de distribución Reuters dedico cinco de sus nueve noticias sobre Colombia a los atentados con coche bomba, y ninguna a los paramilitares. Muchos de los principales periódicos decidieron no cubrir la escalada de la violencia en Colombia. The New York Times sólo imprimió tres noticias sobre Colombia: una de AP, otra de Reuters, y una tercera de su corresponsal. En ninguna se mencionaba ni los atentados con coche bomba ni las masacres paramilitares. USA Today fue más allá y no publico una sola noticia sobre Colombia durante dicho período.

Un examen más detenido de los acontecimientos de principios de Enero parece sugerir que los medios norteamericanos pasaron por alto algo más que las masacres paramilitares. En los artículos en que se hablaba de ellos, los atentados suicidas eran calificados de nueva estrategia que favorecía la intensificación del conflicto. Lo que estos artículos no contaban es que tres de los cinco coches bomba impactaron sobre controles o bases militares en la provincia de Arauca, en la carretera que va hacia Saravena. En la segunda semana de Enero, unas 60 tropas estadounidenses del séptimo grupo de las fuerzas especiales llegaron a Arauca, en su camino hacia Saravena. Estas son las primeras tropas estadounidenses que llegan a Colombia en una misión anti-guerrilla. Estas tropas van a entrenar a un contingente de unos mil hombres de la "brigada de infraestructuras fundamentales" colombiana para que protejan un oleoducto de 483 millas propiedad de la petrolera californiana Occidental Petroleum (en otras palabras, el gobierno dictatorial de Uribe privilegia a las petroleras).

Es evidente que tiene que haber una relación entre la nueva táctica de la guerrilla y la llegada de las tropas norteamericanas en una misión antisubversiva a una base militar a tan sólo 15 millas de los atentados rebeldes. Los atentados suicidas deben significar, como poco, la aceptación del reto militar por parte de las guerrillas y la voluntad de entrar de lleno en la escalada del conflicto. El no darse cuenta, por lo menos, de la coincidencia entre los atentados y el desembarco de tropas (cuestionar la efectividad del desembarco es demasiado pedir) es un claro síntoma de la solidificación de la ignorancia en la prensa convencional norteamericana.

Son millones las personas que confían a los medios convencionales su educación sobre política exterior y la situación internacional. Por lo tanto, si la única explicación de la crisis colombiana que dan estas fuentes omite la mitad de los actos de violencia y descontextualiza los ataques de la guerrilla y la llegada de tropas estadounidenses, la escalada del conflicto habrá quedado sin explicar.


* Las estadísticas sobre AP, Reuters y USA Today han sido obtenidas por el autor utilizando la búsqueda avanzada de Yahoo! News. La búsqueda de artículos en The New York Times se ha hecho en la propia página web del periódico. Para más detalles o información específica, por favor contacta con el autor en: comments@colombiareport.org Simon Helweg-Larsen es un escritor freelance canadiense especializado en América Latina que ha pasado varios años viviendo trabajando y viajando por la región.

Tomado de Rebelión


Regresar
Home