27 de febrero del 2003
URIBE-LONDOÑO O LA 'MATRIUSKA' RUSA
Alpher Rojas Carvajal
ARGENPRESS.INFO
Nuestro colaborador y analista político, Alpher Rojas Carvajal, desnuda la política de Álvaro Uribe Vélez y su supuesto referendum.
El ingenio de numerosas víctimas que en Bogotá lo han sido por cuenta de una de las modalidades delictivas más frecuentes, ha denominado paseito millonario a esa forma de agresión contra la libertad cometida por taxistas fraudulentos, que bajo insuperable coacción obligan a los ciudadanos a hacer retiros de sus cuentas bancarias y a entregar sus objetos de valor a los 'compañeros de viaje', en macabros periplos por las calles capitalinas. El pasajero -vocablo que en el argot del transporte describe irónicamente la condición de un ser humano metido en un coche de servicio público-, al abordar el vehículo lleva en su pensamiento expectativas diferentes a las del taxista apócrifo y, de alguna manera, viaja satisfecho por la suerte de haber podido desplazarse hacia su destino próximo, sin sospechar que en breve será objeto de un asalto por la banda del conductor cómplice. Como veremos, esta situación es de gran similitud con las características del proceso de Referendo convocado por el gobierno de Uribe Vélez y su ministro Londoño Hoyos.
En esta forma bárbara de distribuir la riqueza -el paseito millonario-, sin duda alguna consecuencia del severo drama social a que han llevado al país los tecnócratas neoliberales, hay elementos que trascienden la materialidad de esa transgresión criminal y que están asociados al imaginario colectivo de inseguridad ciudadana. En primer término hay una evidente vulneración del concepto de confianza en el servicio público, pues el ciudadano alertado por la situación que vive el país, ha subido de manera desprevenida a un taxi para no ser atracado o preservar su automóvil de daños en la suspensión ocasionados por los cráteres de las calles de Mockus o del desvalijamiento por las pandillas callejeras. Sin embargo, a poco andar es sorprendido por la banda criminal que lo somete y subyuga en función de sus fines protervos. En segundo término, las amenazas proferidas por sus captores van orientadas a debilitar la voluntad del ciudadano, a quien se le aconseja cooperar para evitar ser liquidado. En suma, el pasajero es sometido a vejámenes, despojado de sus haberes inmediatos y abandonado a su suerte en algún lugar desconocido.
Sin hacer odiosas comparaciones porque los malandrines del paseito millonario se podrían ofender, los términos de la propuesta gubernamental de reformar la Constitución Política a través del mecanismo participativo del referendo guardan relaciones metafóricas con este delito. En primer lugar es importante señalar que un referendo en términos politológicos es un acuerdo entre el ejecutivo y el pueblo para adelantar reformas de trascendencia nacional. Sin embargo, en el caso que nos ocupa se ha dado una negociación simoníaca entre el ejecutivo y el legislativo, para presentar a la consideración de los electores un menú de hondo calado fiscalista que, bajo la atractiva invitación a luchar contra la politiquería y la corrupción, es ni más ni menos un instrumento que profundiza las medidas de ajuste estructural pactados por el gobierno Uribe-Londoño con el FMI, y por cuya causa las clases medias (las que quedan), y los sectores independientes y populares (los que sobrevivan a la guerra que han abierto Uribe y Londoño) van a experimentar un empobrecimiento cercano a la miseria, ya previsto en los análisis del gran investigador Luis Jorge Garay y en los pronósticos del notable académico Beethoven Herrera.
Ya el constitucionalista Jaime Castro comparó un poco en forma eufemística la propuesta de Uribe-Londoño con la matriuska rusa, esa muñeca que se repite en sus entrañas en forma cada vez más pequeña hasta hacerse casi invisible, para demostrar la lógica laberíntica del cuestionario, al tiempo que la Registradora del Estado Civil, Almabeatríz Rengifo en un arranque de ternura le ha dicho 'a la opinión' que ha preparado un formato del Referendo 'para bobos'.
Sin embargo, a la luz de la lógica uribista el parangón con el paseito millonario resulta más pertinente, toda vez que la propuesta oficial, igual que un taxi fantasma, no lleva a la sociedad al lugar que sus pasajeros esperan, burla su confianza, genera despojos económicos y le inflige daños irreparables al concepto democrático. Es de esperarse que una gran ola de abstención activa evite que entre una matriuska y un bobo les hagan el paseito millonario a los colombianos.
* Alpher Rojas Carvajal es Analista político e investigador social.
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