17 de marzo

Agosto 3 de 2004

Nadie puede perder en salud

BBC Mundo

La tercera ronda de negociaciones entre Estados Unidos y los países andinos -Colombia Ecuador y Perú- para alcanzar un Tratado de Libre Comercio se encontró con "una piedra en el zapato": la negociación de propiedad intelectual.

La crisis fue provocada por el veto de EE.UU a un asesor de los gobiernos sudamericanos. Por este motivo, ese punto no se discutió a fondo.

BBC Mundo habló sobre el tema con Alberto Bravo, presidente ejecutivo de la Asociación de Industrias Farmacéuticas Colombianas (ASINFAR).

Bravo y otros representantes del sector privado colombiano han estado en las distintas negociaciones del TLC, bajo la figura denominada "el cuarto de al lado", en la que los negociadores les consultan o presentan informes al menos dos veces al día.


¿Cuán diferentes son las posiciones de ambas partes en el tema de la propiedad intelectual?

Como ya lo habíamos visto en el ALCA, las pretensiones de EE.UU. son, especialmente en el tema de medicamentos y agroquímicos, subir los estándares de protección que hay en la comunidad andina, que son los más modernos y rigurosos.

La última reunión de ALCA en Miami fracasó por posiciones erguidas y que defendían el interés nacional, como la de Brasil.

Entonces Estados Unidos para aislar o presionar a Brasil y Argentina -es mi opinión personal- está adelantando unos tratados de libre comercio a la carrera.

En materia de propiedad intelectual, las solicitudes americanas van por encima de lo que se estableció en Doha y en el mandato ministerial posterior que hubo en el 2003.

¿Y cuáles son los puntos principales?

Los puntos esenciales es que para medicamentos quieren patentar usos, segundos usos y las patentes de los usos conocidos.

En la decisión andina está expresamente prohibido el patentamiento de usos y segundos usos.

Qué son los segundos usos sobre productos conocidos: si a un producto del que puede haber expirado su patente hace 50 o 80 años, le encuentran una aplicación terapéutica diferente -pero que sigue siendo el mismo producto- sería patentado como una nueva invención y se le daría una nueva protección de mínimo 20 años.

Ese es el segundo punto: extender el plazo de las patentes por pérdidas o demoras injustificadas, algo que no se ha definido y que parece que no se desea definir en las negociaciones y esos espacios grises siempre juegan a favor de las trasnacionales.

El otro punto está relacionado con elevar -a más de cinco años si es el caso- la protección de lo que ahora se llama secreto empresarial -antes secreto industrial-.

En el artículo 339 se habla de información confidencial no divulgada, la que se protege contra todo uso desleal. EE.UU. quiere darle un cambio total: quiere proteger información conocida.

Y un último punto importante es que quieren cambiar el concepto de qué es una invención. El requisito de una invención es que sea novedosa, que tenga altura inventiva y aplicación industrial. Ellos quieren cambiar esos conceptos.

¿Se adelantó algo en la ronda de discusiones en Lima?

En al ronda de Atlanta, cuando se conocieron las propuestas estadounidenses, se decidió que los países andinos presentarían una posición antes del 19 de julio.

Las ofertas se mandaron y la posición andina es que no se quiere ir más allá de lo que dice el tratado de la OMC.

Es decir, en principio no se aceptan las peticiones de EE.UU. Pero se comete un error estratégico: se entra a trabajar sobre los artículos que ellos han propuesto. Y ya hemos visto -así ocurrió en Chile y en otras negociaciones- que cuando uno trabaja con los textos de los americanos termina, por la fuerza de la imposición, haciéndolos efectivos.

La posición hasta el momento de Perú, Colombia y Ecuador es rechazar de plano esas pretensiones, pero aceptan discutirlas.

El sector privado les ha dicho que si eso va contra el mandato de Doha ni siquiera deberían tomarlas en consideración.

Y ya tenemos un antecedente de cómo serán las imposiciones, con un incidente que se presentó...

¿El del asesor Carlos Correa?

Con el asesor y profesor argentino Carlos Correa, que fue contratado por los ministerios de salud de los tres países, no como negociador pero sí como consultor permanente dentro de la mesa de negociación.

Los americanos plantearon que mientras estuviera el doctor Correa ahí no negociarían y entonces el gobierno colombiano solicitó el levantamiento de la mesa cuando se iban a empezar a discutir estos artículos más sensibles.

La mesa se suspendió hasta la reunión de San Juan de Puerto Rico, pero los gobiernos cedieron: aceptaron el veto que se le impuso a Carlos Correa, afectando -según pienso yo- la soberanía y la autonomía que tiene cada país de escoger a quien quiera que lo represente en la negociación.

A pesar de que el gobierno cedió, el sector privado no va a ceder y vamos a llevar esto al Congreso colombiano y si es el caso vamos a atacar legalmente esa determinación.

¿Fue como una medición de fuerzas entre ambas partes?

Si, yo diría que la posición de los funcionarios de los negociadores colombianos... y diría que la de los ecuatorianos y peruanos -que no fue tan evidente-, fue simbólica, pero por lo menos hicieron eso (suspender la negociación).

Pero ya nos advirtieron que para la negociación de Puerto Rico el señor Correa no va a estar ahí, pero lo van a mantener como consultor.

Esto nos da a entender que, si han hecho eso empezando las negociaciones, en los asuntos delicados nos impondrán de la misma manera.

Otro punto neurálgico es la solicitud de EE.UU. de patentar organismos vivos, ¿cuál es el estado de esa discusión?

En el documento andino se dice que se puede negociar, pero se hace una declaración de principios donde se indica que eso pertenece a la biodiversidad de cada país.

Sin embargo se dice que será regulado su acceso y explotación, entonces se deja planteada la posibilidad de que se negocie.

Aparte de los intereses que tengamos como industria, esto nos interesa como ciudadanos del mundo y como ciudadanos de estos países.

Y ya sabemos los antecedentes: ha habido una bio-piratería tremenda, ya hay montones de plantas y animales que se han llevado y han sido modificados genéticamente y ahora nos traerán eso en tarritos y empezarán a cobrarlo.

La posición que apoyamos es que se explote, pero eso es patrimonio del Estado y el Estado debe estudiar que explotación comercial se puede hacer sin que se vaya a causar daño al germoplasma, etcétera.

¿Debe discutirse eso en el escenario del TLC o en el de la OMC, como indicaba el ministro de agricultura de Colombia?

El escenario de discusión no puede ser con Estados Unidos, porque ya tienen varias de las cosas nuestras, allá se patentó el yagué y otras cosas.

Es que, en general, el escenario de discusión de toda la propiedad intelectual y del tema de agricultura debe ser la OMC.

Es un debate que no se ha agotado. En Colombia la gente está alarmada por el veto a Carlos Correa.

Allá mismo, colegas de otros sectores decían: pues si esto es así, nos van a terminar, EE.UU. ya debe tener listo el texto del tratado y lo que están haciendo es simplemente un sofisma de distracción.

Yo dejé una constancia de que era inadmisible esa intromisión en nuestros asuntos internos y de que señalaba el estilo de negociación que pretenden los americanos.

Finalmente, ¿cómo ve el futuro de estas negociaciones específicas de la propiedad intelectual?

Aquí en Colombia hay una cosa interesante. El ministerio de Protección Social -que es salud y trabajo- el ministerio de Agricultura están defendiendo los temas de salud pública, acceso a medicamentos y el acceso a productos agroquímicos sin desconocer lo que ya tienen de patentes.

Eso ha equilibrado de alguna manera las posiciones del (ministerio) Comercio, que no es que yo diga que no quieren defender los intereses nacionales, pero están muy propensos a que abrir los mercados y desguarnecernos traerá beneficios.

Habrá unos sectores que ganen y otros que pierdan, pero en materia de salud creo que nadie puede ser perdedor.

A lo que nosotros aspiramos es que si los países andinos no puede obtener en la mesa de negociación la protección a la salud pública y el acceso a medicamentos, deben levantarse de la mesa.


Tomado de El Tiempo

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