29 de marzo del 2002
Alvaro Vásquez
VOZ
Respondiendo a una previa invitación de la Cámara de los Estados Unidos, esta semana el presidente Bus presentó el proyecto para que se ponga a disposición de la Casa Blanca un "suplemento de emergencia", que implica la destinación de sumas a disposición del gobierno americano para utilizarlos según sus apreciaciones de la situación. Entre los argumentos de la presidencia, está la necesidad de "apoyar a Colombia (léase Pastrana) en la campaña contra los narcos y los terroristas".
Como estaba previsto, y como se ha anunciado en repetidas ocasiones por muchos centros de opinión tanto colombianos como internacionales, el Plan Colombia fue el punto de arranque de un proceso de creciente involucramiento estadounidense en el conflicto armado del país. A pesar de su carácter equívoco, de sus diversas formas de mimetismo con el pretexto de la lucha contra el narcotráfico y de las continuas declaraciones del Departamento de Estado rechazando la intervención yanqui en Colombia, lo cierto es que la intromisión sigue su curso, cada vez en forma acelerada.
Según las informaciones, el pedido presidencial es muy amplio y además, muy preciso. Los nuevos fondos incluyen la ayuda para nuevas brigadas con la perspectiva de que para el año entrante habrá tres de ellas equipadas y adiestradas, además de las propuestas ya conocidas de unidades especiales para proteger los intereses petroleros norteamericanos en Colombia y los puntos que según la embajadora Patersson ya tienen ubicados en cerca de 300 sitios, y además de los 538 millones de dólares ya comprometidos para el año entrante. Pero, y si había dudas sobre esto, los fondos ya enviados, los hombres ya adiestrados (3.000) y los asesores que ya están en el país, quedan autorizados para llevar adelante el plan de guerra que el Ejército llama "integral" y otros denominan "total" , según la calificación que hace el general Valencia Tovar. A todo lo cual se suma el pedido de 100 boinas verdes para entrenar comandos especiales antiterroristas.
Como se ve, las propuestas no pueden ser más ambiciosas y no se trata sólo de la iniciativa de la Casa Blanca. Sobre todo, ha sido el resultado del insistente y arrodillado lobby del embajador Moreno, el general Tapias y el presidente Pastrana, que se arrastran en los pasillos de Washington mendigando ayuditas para la pobre oligarquía colombiana que aspira a que le defiendan sus ganancias y sus privilegios.
La abyección actual no tiene puntos de referencia. Y los planes conjuntos para feriar el país al invasor extranjero están a tono con los procesos actuales de los guerreristas oficiales y sus manipuladores extranjeros.
Tomado de Rebelión