Enero 30 de 2003
Carlos A. Lozano Guillén
Campo Aintiimperialista
La medida de aseguramiento decretada por la Fiscalía General de la Nación contra Hernando Hernández, ex presidente de la USO y uno de los dirigentes sindicales de mayor prestigio en el país, es una grosera provocación contra el movimiento sindical y popular. Se podría decir que es el súmmum de la judicialización de la lucha social y la militancia de izquierda en que se ha empecinado el actual fiscal Luis Camilo Osorio, uno de esos personajes salidos de lo más profundo de alguna caverna prehistórica. HH no sólo tiene el reconocimiento de ser un activista por los derechos de los trabajadores desde su posición de dirigente sindical, sino que ha colaborado como pocos en la búsqueda de la paz y los acercamiento con la guerrilla, en particular con el Ejército de Liberación Nacional (ELN).
Precisamente, la noticia de la medida de aseguramiento en su contra la recibió cuando en compañía de los integrantes de la Comisión Facilitadora, participaba en una reunión con el presidente Uribe Vélez. Mientras los "peces gordos" sindicados de favorecer a los grupos paramilitares quedan en libertad, absueltos de la complicidad con los peores depredadores de los derechos humanos, la fiscalía enfila baterías contra dirigentes y activistas sindicales y populares como el caso de HH, Julio Avella y Álvaro Tapias en Bucaramanga y tantos otros en el resto del país.
Pero este no es un acto aislado del fiscal de pacotilla. Hace parte del concurso de provocaciones y arbitrariedades con que el uribismo quiere abrirle paso a su política totalitaria, que tiene su mayor expresión en el referendo tramposo. Al tiempo que Uribe Vélez agencia la provocación contra los luchadores populares, fomenta la legalización de los paramilitares en la "negociación" con tufillo a farsa de sus comisionados. Adelantándose a la tenebrosa pretensión, el fiscal Osorio se declaró listo a suspender las ordenes de captura contra Castaño y Mancuso. La detención de HH es otro acto perverso de la oligarquía, que pretende a toda costa cerrarle el camino a la paz y por ende a la democratización del país. Es parte de la posición perversa y de doble moral en la cúpula del poder, que aspira a acabar con toda expresión de resistencia popular para perpetuar el régimen totalitario, con el sólo respaldo del bipartidismo y su amo yanqui. La respuesta a esta política nefasta es la lucha y la acción de las masas, así como la unidad del pueblo para derrotar a los verdaderos terroristas.
Tomado de Rebelión