Bogotá, Marzo 16 de 2003
Hernando Salazar Palacio
El Tiempo
El ejemplo más reciente: la semana pasada, en una tensa reunión en Palacio, Uribe le pidió a la Ministra de Defensa, Marta Lucía Ramírez, que bajara su protagonismo en los medios y le negó una solicitud de cambio en la cúpula militar.
Las relaciones de Ramírez con la cúpula militar se han deteriorado sensiblemente en los últimos días. Bajar el excesivo protagonismo en los medios ya se le habían solicitado a la ministra en varias oportunidades otros funcionarios de Palacio.
Ese es un nuevo episodio de las tensiones de Ramírez con las Fuerzas Armadas, que saltaron a la luz pública hace dos semanas con la donación de ocho aviones Mirage F-1 por parte de España.
Esas tensiones y otras, como las que han surgido entre colaboradores y amigos del Presidente, como Pedro Juan Moreno y Fabio Echeverri (ver nota anexa), dieron lugar el jueves pasado a la primera reunión de Uribe con un grupo de 35 periodistas de alto nivel.
¿Hasta dónde la alta tensión en Palacio está deteriorando la capacidad de gestión del Presidente?
Para varios observadores consultados por EL TIEMPO, los episodios dejan al descubierto que está haciendo crisis el estilo de un Presidente que le gusta meterse -hasta el más mínimo detalle- en todos los temas; para algunos, el equipo de gobierno no le está dando la talla a Uribe y para otros, se trata de una combinación de los dos factores anteriores.
El senador Rodrigo Rivera, presidente de la Dirección Nacional Liberal, cree que el gabinete ministerial "no es la selección Colombia de mayores que debería ser, sino algo así como la selección Sub-20".
Es innegable que siete meses después de haber asumido el cargo, el Presidente quiere más resultados, menos discursos y, sobre todo, menos protagonismo de sus colaboradores. Está tensionado y no los disimula.
"Lo que pueden estar mostrando las pugnas públicas es que hay una fatiga del liderazgo del Presidente dentro del gobierno, por haberse concentrado en lo micro y perdido la dinámica de la conducción global", dice el politólogo Camilo Cienfuegos, de la Universidad Javeriana.
Otro analista, que prefiere no ser identificado, cree que "hay un problema de coordinación en el alto gobierno. Se le dedican 14 horas a un consejo comunitario, pero no a planear la estrategia de seguridad, ni las relaciones exteriores, ni la política de comercio exterior". Y agrega que un problema de estilo y forma se está convirtiendo en un asunto de fondo.
En los círculos cercanos a Uribe no es un secreto que las relaciones del Presidente se han deteriorado con algunos ministros, al punto de que ya se escuchan voces que piden relevos en un gabinete concebido inicialmente para cuatro años de Gobierno. Menos promesas y más resultados
Después el del agrio enfrentamiento entre la ministra Ramírez y el comandante de la Fuerza Aérea, general Héctor Fabio Velasco, por la donación de los Mirage F1 de España (ver recuadro), el 3 de marzo el Presidente firmó la directiva presidencial número 3, donde se le ordena a los altos funcionarios del Gobierno "un manejo cuidadoso de la comunicación" y se les pide "prometer poco y mostrar resultados".
A principios de febrero, unas declaraciones de Ramírez y del ministro del Interior, Fernando Londoño Hoyos, habían levantado una polvareda con el gobierno venezolano.
En el caso de Ramírez no solo hay problemas por su exposición ante los medios. El 21 de febrero en Cartagena, durante el Millenium Board, una cita del alto gobierno con medio centenar de importantes empresarios nacionales e internacionales, el Presidente no ocultó su molestia por la intervención de la ministra de Defensa, que no solo fue la más larga de todas, sino que tampoco lo satisfizo.
Esta no ha sido la única tensión del Presidente con sus ministros. También las ha habido con el de Hacienda, Roberto Junguito, quien ha llegado a manifestar en dos oportunidades que está dispuesto a renunciar al cargo.
La última vez que lo hizo fue a raíz de la denuncia hecha hace quince días por el contralor General, Antonio Hernández, quien dijo que el 70 por ciento de los 1.8 billones de pesos recolectados por el impuesto de seguridad democrática se habían destinado a tapar huecos presupuestales del sector de la Defensa.
Varias de las fuentes consultadas por EL TIEMPO aseguran que el Presidente suele comunicarse directamente con subalternos de Junguito -como el director de Presupuesto Nacional- y de otros ministros, a quienes llama para darles órdenes.
Pedro Medellín lo resume así: "El Presidente se está sobreconcentrando en muchas tareas que le corresponden a los ministros, se los está saltando al consultar a los subalternos y está sometiendo a los equipos ministeriales a una gran presión por resultados".
Uribe se impuso sobre el ministro de Comercio, Industria y Turismo, Jorge Humberto Botero, en el tema de los microcréditos, que fue una de sus promesas de campaña. Y Botero firmó un acuerdo con el sistema financiero para otorgar $300.000 millones en créditos a microempresarios.
Con Botero también ha habido tensiones por la pelea con su colega de Agricultura, Carlos Gustavo Cano, en el tema del arancel común que se discute en la Comunidad Andina de Naciones, donde el Presidente tomó partido por Cano, partidario de proteger al sector agropecuario.
Además, hay varios frentes del comercio exterior que están generando preocupación, como la alta probabilidad de que Europa elimine las preferencias arancelarias a los países andinos, y la lentitud con que marchan las conversaciones de libre comercio con Estados Unidos y el ingreso de Colombia al Alca.
En las relaciones internacionales, Uribe ha tenido que intervenir directamente para apagar incendios, que no ha podido controlar la canciller, Carolina Barco. Fue gracias a una llamada telefónica de 15 minutos que el Presidente le hizo a su colega del Brasil, Luis Inacio Lula Da Silva, que se logró la cita en Brasilia hace una semana.
Uribe también ha pasado tragos amargos con la titular de Medio Ambiente y Vivienda, Cecilia Rodríguez, sobre todo por la falta de resultados en el tema de la vivienda, que es clave para la reactivación económica y la generación de empleo.
La pregunta que muchos se hacen es hasta qué punto los últimos incidentes públicos deterioran la imagen del Presidente. Según los opinómetros contratados por EL TIEMPO, la imagen de Uribe cayó al 62 por ciento -aunque sigue siendo alta- y más de la mitad de los encuestados lo percibe como malgeniado.
Tomado de El Tiempo