17 de marzo

4 de marzo del 2003

LA INVASION DE IRAK

Dos millones de mujeres desafían a Estados Unidos

Blanche Petrich
La Jornada

Toda iraquí 'apta para la guerra' ha recibido arma y entrenamiento básico. Irak piensa resistir hasta la última gota de sangre. hay que parar la invasión y destrucción.

La nutrióloga Iftakhar Ahmed Al Samair, elegante y suavemente arrellanada en un sillón, afirma: 'Que vengan, aquí los esperamos. Los vamos a enfrentar. Pero los queremos ver cara a cara. Que no descarguen sus cohetes desde el aire sin arriesgar nada. ¡Cobardes!' Se refiere, desde luego, a la confrontación desigual entre las casi dos millones de integrantes de la Federación de Mujeres de Irak y las tropas de Estados Unidos y Gran Bretaña, que se aprestan desde las fronteras de Turquía y Kuwait a avanzar por el norte y el sur de este país.

Además de pertenecer a la Casa de la Sabiduría, el centro de investigaciones científicas y estéticas más importante del país, la doctora Iftakhar ha sido tres veces miembro de la Asamblea Nacional; es dirigente del Partido Socialista Arabe (Baas) y vicepresidenta de la poderosa Federación. No parece alguien que domine temas militares pero, como a toda mujer 'apta para ello' en su país, se le ha asignado un arma y tiene el entrenamiento necesario para resistir una invasión de tropas extranjeras. 'Y como yo somos más de un millón las mujeres que se han integrado a comités de defensa de barrios, distritos y gobernaciones', que representan los 18 estados de la nación. No sólo saben manejar un fusil y tienen entrenamiento básico para repeler un ataque a sus casas o tierras. También poseen rudimentarios conocimientos para el manejo de heridos, sostener un mecanismo de correos en tiempos de guerra y administrar cocinas para la población y la tropa.

Las mujeres de la Federación se llaman entre ellas 'camaradas'. Pero en sus discursos, el presidente Saddam Hussein les ha asignado la denominación de al majideh, que significa 'eterna, fuerte'. En la ley partidista del Baas iraquí, el artículo dos consagra la equidad de género. A partir de ahí, todos los reglamentos sectoriales garantizan los derechos de las mujeres.

En la Ley del Trabajo, por ejemplo, se consagra la igualdad laboral; en la de agricultura se asienta el derecho de la mujer a heredar y detentar la propiedad de las tierras; se garantiza el acceso a seguro social y educación gratuita, además de que existen leyes de familia específicas que reglamentan el divorcio y las obligaciones de hombres y mujeres en el cuidado de los hijos.

Sin duda, afirma Iftakhar, entre los Estados islámicos Irak es uno de los más progresistas en cuanto a los derechos de las mujeres. A finales de los años 70, la tasa de analfabetismo entre la población femenina era de casi 80 por ciento. Una intensa campaña de la Federación logró abatir este rezago, aseguran, a 7 por ciento. Hay nuevas leyes sobre la familia que garantizan el derecho de la mujer a divorciarse y conservar la casa.

Según las cifras oficiales, de la población económicamente activa 40 por ciento son mujeres. En el sector salud son 76 por ciento de la fuerza laboral; en la agricultura, 48 por ciento; en la administración y la economía, 36 por ciento. Pero en la política esa equidad no se refleja. De los 250 escaños de la Asamblea Nacional, sólo 50 son de mujeres.

Esto quiere decir, explica la dirigente baasista, que las musulmanas iraquíes hacen una lectura correcta del Corán. 'Científicamente, la doctrina del Islam es de paz y amor; es una religión abierta, que cree en el valor intrínseco de la mujer, que habla de sus derechos en la sociedad. Son los fundamentalismos los que hacen una lectura errónea del Corán', expresa la entrevistada.

Marines piratas al abordaje

En la sala de visitas de la Federación proliferan las fotografías de Hussein pero, de manera excepcional, a su lado se exhiben también imágenes de su esposa... Pero no son esas las que destacan, acartonadas y rutinarias, sino una gran foto a color de gran formato en la que se percibe, de manera borrosa, un abordaje de marines armados a un barco donde viajaban, exclusivamente, mujeres árabes pacifistas. Al pie de la escalerilla, enfrentando a grito pelado al comando estadounidense, se ve a Menal Younis, la presidenta de la Federación.

Fue un episodio dramático que se vivió hace 12 años, a bordo del barco Ibn Khaldoun. A finales de 1990, cuando escalaba la tensión y se preveía como inminente el primer ataque de Estados Unidos contra Irak, en represalia por la inopinada invasión de las tropas husseinistas a Kuwait, 136 mujeres de distintas naciones árabes emprendieron un gesto de paz. A bordo de la nave, que bautizaron 'el barco de la paz', comenzaron un recorrido por el Mediterráneo con el objetivo de llevar un mensaje de paz.

Partieron de Trípoli los primeros días de 1991. Atracaban en los puertos de la ruta mediterránea y divulgaban su mensaje. Pero ya internados en aguas del Golfo, el 6 de enero, la embarcación de mujeres fue rodeada por la marina estadounidense. Desde helicópteros fueron lanzados paracaidistas. 'Ni una de nosotras llevábamos armas. Pero con las manos los hubiéramos matado de haber podido', afirma la doctora Iftakar. La tropa estadounidense maniató a la tripulación e intentó tomar control del barco. Pero una cadena de mujeres enardecidas lo impidió. Con lazos y con sus cuerpos, las musulmanas cerraron todos los accesos a las cabinas. Los militares tiraron al mar medicinas y alimentos. Pero nunca pudieron bajar de la parte alta del puente. En la escalera les impedía el paso, vociferante, la iraquí Menal Younis. Es una mujer, por lo que se aprecia en las fotografías, de armas tomar. Es doctora en derecho internacional. En los años de la lucha clandestina del Baas contra el régimen real, Younis, entonces joven como el propio Hussein, fue clandestina. Hoy forma parte de la elite política.

El 6 de enero ocurrió el abordaje del Ibn Kauldhun. Al amanecer del día siguiente Bagdad empezó a ser bombardeado por el ejército estadounidense. Cerca de 200 puentes de todo el país, que cruzan los tres principales ríos, fueron destruidos. Bagdad quedó partida a la mitad, con la pulverización de seis de los 12 puentes que cruzan el río Tigris. Y con ello el país quedó partido por la mitad. Bombas estadounidenses cayeron en refugios para civiles, en almacenes de alimentos, en plantas de tratamiento de aguas, en centrales eléctricas y refinerías.

Y a la mitad del golfo arábigo, entre tanto, 136 mujeres estaban al garete en un barco invadido por soldados estadounidenses fuertemente armados y con las caras cubiertas. La ocupación duró 17 días. En ese tiempo los marines no permitieron que las mujeres echaran el ancla al mar para estabilizar la nave. No les permitieron comunicarse a tierra firme. Pero no las doblegaron. 'A los 42 días de navegar llegamos a nuestro destino', dice Iftakhar.

Ahora, a pesar de los tiempos críticos que se viven, la federación, que cuenta con 85 sedes nacionales, 350 sedes locales y representaciones en 2 mil 300 sectores del país, prepara su gran congreso anual para marzo. Esperan una participación de cerca de 2 millones de mujeres. La resolución final es previsible: cerrar filas frente a la invasión que se avecina.

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