20 de marzo de 2003
Informe de situación
Modesto Emilio Guerrero
ARGENPRESS.info
Como si fuera la llegada de un año nuevo, buena parte del mundo estuvo en vigilia esperando el ataque contra Irak. Los grandes monopolios multimedios y sus asociados locales en el mundo se encargaron de ambientar festivamente el drama como si fuera un espectáculo televisivo, digamos la ¿Operación triunfo?.
Otro contenido fue el que le pusieron las masas en decenas de países. Especialmente en España, Australia, Italia, Egipto, Venezuela, México, etc., donde el odio anti imperialista salió por decenas de miles a las calles para aguar la fiesta mediática de la guerra. España, Australia, Italia, y habrá que ver lo que pasa en Inglaterra y Estados Unidos, son la punta del iceberg con que podría chocar la embarcación guerrera de Mr. Bush.
Las primeras horas de la invasión, evidencian por lo menos tres cosas. A los plazos diplomáticos siguieron los plazos militares. El tan mentado ¿ataque fulminante? con 3000 misiles sobre Bagdad fue sustituido por unas docenas de cruceros y tomahawk con objetivos que tuvieron más de cirugía política que de campaña militar.
Ya fue confirmado por el propio Pentágono que se trató de una ¿operación de inteligencia?, o como se difundió periodísticamente, un ¿ataque de oportunidad?.
Las mismas fuentes norteamericanas, conformadas con lo que reportan los corresponsales desde el terreno, confirman que ese ataque falló. Si el objetivo era ¿caerle por asalto? a la primera reunión de Saddam con su Estado Mayor en una residencia privada, y matarlos, el resultado fueron 17 heridos y un muerto, pero ninguno con responsabilidad central en la conducción de la defensa iraquí.
Como es la norma en la propaganda de guerra, inmediatamente los editores jefe de las grandes cadenas ¿sembraron? la siguiente versión: ¿Se dice que entre las víctimas podría estar Saddam Hussein?. Minutos después, el dictador iraquí leía un comunicado por televisión y su Ministro de Información daba crédito a esta aparición al informar que ¿sólo fueron alcanzados edificios vacíos y una emisora de radio y televisión, con 17 heridos y un muerto civiles?.
Washington perdió la primera oportunidad, que como definió Angela Rodicio, corresponsal de la TVE en Bagdad, es ¿cazar al hombre?.
La segunda evidencia del curso del conflicto es que esta cacería tiene el objetivo de romper la estructura de mando desde arriba, al revés de las formas tradicionales de desmoralización con ¿estampido de la tropa?. Apuestan a sembrar la confusión entre los cuadros altos militares y del partido Baas para dividir el poder interno y abrir la brecha que permita el ingreso de las fuerzas de ocupación, especialmente el Grupo Delta, que se encargaría de poner control sobre los centros claves del poder. El cálculo de los ocupantes sería, como han difundido algunos analistas militares, ¿tomar el centro del poder militar y político?, en palabras de Giullio Borrelli, especialista militar de la cadena italiana RAI. Estiman que la resistencia apostada en las calles de Bagdad, que vemos pertrechadas en sacos de arena y con fusiles Kalashnikov, será fácilmente vencida por la superioridad tecnológica en armas.
Norteamérica busca repetir las experiencias de Afganistán (2001) Panamá (1989), Grenada (1988) y Haití (1994): Quebrar el mando militar, evitar la resistencia y tomar posesión antes de que sea tarde. En este aspecto del conflicto sigue abierta una incógnita clave: ¿Saldrá el pueblo iraquí masivamente a las calles a defenderse armas en mano de la invasión, o la defensa se reducirá a los cuerpos militares y militantes fundamentalistas? Se sabe que las armas repartidas fue bajo control estricto del partido Baas y limitadamente, y peor aún, que no pasaron de pistolas y otras armas de corto alcance, sin la suficiente munición (reporte de Lyse Dusset, de la BBC que presenció el reparto en Bagdad y ahora está destacado en Amman).
La tercera clave sensible de este conflicto es la respuesta mundial a la invasión. Se cuentan por centenas las manifestaciones, concentraciones y marchas en el mundo. Una de los escenarios más destacados es la capital australiana, donde ha salido a las calles mucha más gente que cuando el presidente de este país aceptó participar al lado de Bush del ataque.
Sin embargo, la clave de la clave está en el pueblo norteamericano. Fue sugestiva la primera declaración del presidente norteamericano al comenzar los primeros bombazos. Tuvo que admitir lo contrario de lo que venía propagando.
¿La guerra puede ser más larga y difícil?, declaró Bush con la cara tiesa de hombre de Estado de TV. Justificó las dificultades probables con una extraña comparación de la geografía de Irak con California, subvirtiendo los propios argumentos de sus apologetas guerreristas, quienes aseguran que esta es la ¿primera guerra cibernética de la historia? (Rym Brahmini, corresponsal de la CNN en Bagdad, madrugada el jueves 21 de marzo).
Pero más importante que las comparaciones topográficas del presidente Bush es el destinatario de su primer mensaje. Casi todo lo que dijo estuvo dirigido a reforzar el apoyo culposo y sensitivo logrado entre los norteamericanos. Aquí comienza una de las imponderables de esta ¿guerra?.
Estudios independientes de opinión y declaraciones de periodistas, directores de cine y revistas norteamericanas, señalan que la anuencia dada a Bush para hacer su guerra se apoya, básicamente es el impacto del 11 de septiembre, convertido en patriotismo furioso por la montaña de propaganda sobre el Armagedón del terrorismo islámico. El contenido de ese apoyo a la guerra (62% en la última encuesta de CNN/NBC) es altamente vulnerable porque anda sobre una delgada línea, cuya base social es muy débil, preñada de confusiones, dudas y contradicciones.
Ya el propio New York Time comenzó a hacer preguntas quisquillosas al saberse del primer ¿ataque de oportunidad?: ¿Es correcto salir a matar un presidente extranjero cuando existe una Orden Ejecutiva, emitida por el presidente que lo prohíbe? Esta pregunta se resolverá en las calles del mundo.
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