9 de mayo del 2002
Fran Schor
Counterpunch
Traducido para Rebelión por Germán Leyens
Durante los últimos meses han aparecido con relativa frecuencia en los medios convencionales algunas informaciones sobre los planes de la administración Bush para invadir a Irak y derrocar a Sadam Husein. Sin embargo, con muy pocas excepciones, esos informes han subrayado o que son planes para una contingencia que no han sido hechos operacionales o que la fecha fijada ha sido postergada hasta el próximo año. A la luz de reciente evidencia circunstancial y de señales dadas sobre lo que está sucediendo desde la Casa Blanca, sobre todo el último material publicado en el New York Times, parece ahora que es desinformación por parte del Pentágono. La invasión del Irak puede ocurrir antes de lo que nos quiere hacer creer la máquina de propaganda.
Entre las señales más significativas que aún no han discutido los medios convencionales está la revelación de que varias unidades MASH [Hospitales quirúrgicos móviles del Ejército, N.d.T.] han sido llamadas a presentarse al servicio activo en julio. Estas mismas unidades deberán servir hasta 6 meses desde la fecha en julio, es decir, más allá de las elecciones al Congreso. Hay que agregar a esto el creciente llamado a las filas de tropas y el despliegue de más barcos de guerra en la región, incluyendo las maniobras con India en las próximas semanas. Más evidencia de un intento de una invasión a fines del verano o a principios de otoño, es la producción en cadena de armas, incluyendo la llamada bomba nuclear de baja potencia para la destrucción de búnkeres.
Ya que la Casa Blanca sigue públicamente comprometida a un "cambio de régimen" en el Irak, ¿cabe alguna duda de que la Administración Bush no ha sido disuadida por la falta de apoyo en ninguna parte de la comunidad internacional para una guerra contra Irak? Incluso el gobierno de Blair, con posibles problemas con los diputados sin cargos específicos en el gobierno o la oposición, está nervioso ante la posibilidad de una guerra con Irak, especialmente porque no ha podido generar ninguna evidencia tangible de la complicidad de Sadam Husein con las redes de al-Qaeda. Considerando el continuo unilateralismo de la Administración Bush, no hay motivos para pensar que el Pentágono no haya recibido la luz verde para sus planes de invasión.
Desde luego, el conflicto en Israel/Palestina puede ser considerando como un factor que complica las cosas. Por cierto, Arabia Saudita, Egipto, y Jordania, todos firmes aliados de EE.UU., han criticado enérgicamente el gobierno de Sharon y señalado que es preciso hallar un arreglo justo para los palestinos. Sin embargo, numerosos factores se han sumado para subrayar la renuencia de la Administración Bush a empujar a Israel a aceptar la proposición de paz de Arabia Saudita y de la Liga Árabe. Entre estos factores se encuentran los partidarios de la línea dura a favor de Israel en el Congreso y la Resolución Conjunta del Congreso a favor de Sharon que acaba de ser completada. Además, los halcones del Pentágono consideran que Israel es un aliado clave en la guerra del terror en el Oriente Próximo. Por ello, es igualmente probable que la visita de Sharon a Washington considerará el papel de Israel en la invasión de Irak, ya que el poder militar de Israel puede ser requerido para mantener ocupados a los estados árabes durante un ataque declarado de EE.UU. contra el Irak. En realidad, un artículo recientemente publicado por un analista militar israelí sugiere que Sharon trataría de aprovechar la guerra contra Irak para ajustar cuentas con otros estados árabes e incluso para comenzar una horrenda "transferencia" de palestinos a Jordania.
Mientras Colin Powell y el Departamento de Estado hacen ruidos respecto a una cumbre internacional sobre el Oriente Próximo, considerando la intransigencia del gobierno de Sharon, es posible que una cumbre semejante presentaría un foro conveniente para presentar dramática nueva "evidencia" de alguna violación por Sadam Husein que justificaría una respuesta militar de EE.UU. Considerando la reciente participación de EE.UU. en el intento de golpe contra el gobierno de Chávez en Venezuela, ¿no es también probable que un pretexto para invadir Irak podría ser fabricado con la ayuda clandestina de agentes de EE.UU.? Este pretexto también suministraría una cobertura bajo la "guerra contra el terrorismo" para burlar el necesario debate en el Congreso y una declaración de guerra. (¡Considerando las cobardes reacciones del Congreso en este terreno, es difícil imaginar que podría haber una mayoría para oponerse a una tal guerra!) Las consecuencias internas de una guerra contra el Irak, a fines de verano o a principios de otoño serían el uso renovado de los tambores del ciego militarismo y del patriotismo punitivo para dominar la agenda política y ahogar cualquier sonido de disenso. Considerando que algunos demócratas están comenzando a criticar a la Administración Bush por la política interior, si logra distraer la atención agitando banderas ésta podría silenciar eficazmente a los demócratas y suministrar a los republicanos en bancarrota política el único foro con el cual podrían intentar efectivamente marginar a la oposición electoral. Desde luego, una tal guerra también tendría el potencial para criminalizar a los disidentes y a un movimiento por la paz en ciernes. Por cierto, la Ley Patriota ha ultimado todos los instrumentos represivos para castigar a cualquiera que coopere con presuntos terroristas.
Aunque nadie puede predecir ningún escenario con una certeza absoluta, hay que tener en claro el por qué esta Administración está empeñada en realizar una guerra contra el Irak. Más allá de la transferencia de masivas sumas de dinero de los contribuyentes a los ricos, la única política real sustancialmente imperativa que impulsa a la Administración Bush es la expansión de los militares y continuar construyendo el papel de la hegemonía de EE.UU. en todas las áreas del mundo donde el petróleo es un recurso fundamental. Como tantos miembros de la Casa Blanca de Bush están sumergidos en la política del petróleo (George W., Cheney, Rice, etc.), existe ciertamente un interés económico en la eliminación de Sadam Husein y la instalación en el poder de un régimen más flexible, como en Afganistán. Además, considerando los conflictos de interés dentro de la Administración con el complejo militar-industrial (por ejemplo la conexión Rumsfeld- Carlucci-Carlyle), hay un impulso abrumador a favor del despliegue de más y más armas y tropas en todo el mundo.
Desde luego, no hay que tener ilusiones de que una invasión del Irak podría ser una "victoria" fácil. Un estudio del Pentágono indicaba que una cifra de muertes "aceptable" sería de 20.000 a 30.000 soldados de EE.UU. La arrogancia de tales escalofriantes perspectivas, es exacerbada ulteriormente por la falta de cálculos del número "aceptable" de muertes iraquíes. Considerando que ésta y la anterior Administración han estado dispuestas a conllevar la muerte de cientos de miles de civiles iraquíes por la retención de vitales medicinas y materiales, ¿qué cantidad de muertes causadas por misiles, bombas, e incluso armas nucleares de baja potencia consentiría la Administración Bush? ¿Cuánto trastorno del Oriente Próximo y qué posibles secuelas de una tal guerra serían tolerables? Considerando el fervor casi religioso de los halcones del Pentágono y el ardor evangélico del propio Bush en la ejecución de su destino de librar al mundo de una de las bases del "eje del mal," no es difícil de imaginar la ceguera moral y la cuasi-demencia de semejantes responsables políticos en su impulso bélico contra Irak.
La pregunta final sigue siendo si los ciudadanos de Estados Unidos tolerarían una guerra tan maníaca realizada en su nombre. Es seguro que las pasiones del Oriente Próximo se inflamarían. No cabe duda de que lo que queda de izquierda en Europa se alzará contra una invasión del Irak. La rapidez y efectividad de la movilización de una oposición en EE.UU. determinará, hasta cierto punto, el grado homicida de la Administración Bush en su guerra. Por desgracia, a menos que haya algunas circunstancias totalmente imprevistas, habrá una invasión del Irak, más temprano que más tarde. Y mientras antes planifiquemos el cómo tratar de detener la guerra, o, por lo menos, evitar los peores estragos de una tal guerra, mejor para todos los afectados.
6 de mayo de 2002
Fran Shor enseña en Wayne State University en Detroit. Es un activista contra la guerra y miembro de la Coalición de los Derechos Humanos de Michigan.
Su correo es: f.shor@wayne.edu
Tomado de Rebelión
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