17 de marzo

19 de julio del 2003

Las mentiras para invadir Irak

El cadáver de David Kelly acusa a Blair y a Bush

Emilio J. Corbičre, Argenpress

El cadáver de David Kelly acusa a Tony Blair y a George W. Bush. ¿Asesinato? ¿Suicidio? ¿Suicidio inducido? ¿Muerte por la presión irresistible del Gobierno? De cualquier manera se trata de otro crimen de Estado, cualquiera sea la circunstancia. El experto en armas bacteriológicas fue acusado de pasar información a la BBC de Londres que cuestionaban las causas de la invasión a Irak que había sostenido Tony Blair.

Hay conmoción en Gran Bretaña. El inspector de armas de las Naciones Unidas, David Kelly, conocía minuciosamente la situación bélica iraquí. Estuvo en ese país 37 veces entre 1994 a 1999, como inspector, y siempre negó que Saddam Hussein tuviera, al momento de la invasión, armas bacteriológicas o nucleares de destrucción masiva. La realidad le dio la razón. Ese tipo de armas no aparecieron y las razones invocadas por Blair, Bush y el premier italiano Silvio Berlusconi, han sido totalmente falsas.

Algunos sostienen que la muerte de Kelly se debió a las presiones que Blair y sus secuaces de los servicios de inteligencia, tuvieron sobre el científico en los últimos días. ¿Chivo expiatorio de la lucha entre Blair y la BBC de Londres? Es poco posible esto último.

El especialista de asuntos políticos de la cadena de televisión Sky News, Adam Bulton, dijo que si se confirma que se trata del cadáver de Kelly, la crisis será 'de gran calado'. Es un escándalo que trasciende a Blair y golpea también a Bush que utilizó en uno de sus discursos los argumentos supuestamente veraces de la inteligencia londinense.

En tanto, siguen las muertes de soldados y oficiales norteamericanos y británicos a manos de la resistencia anticolonialista iraquí. Esto produce el descontento de las esposas y familiares de los soldados que reclaman el retorno a su casa de las fuerzas militares de ocupación.

Kelly no era un mitómano sino un científico discreto, de gran capacidad técnica y académica. Estaba resignado a soportar el asedio de la prensa y de los parlamentarios, incluso de los laboristas opuestos a la invasión.

Para colmo, se suceden los mensajes desde la clandestinidad de Saddam Hussein, llamando a la guerra de liberación, la guerra de guerrillas, contra las tropas ocupantes.

Tanta es la oposición a los invasores anglonorteamericanos que se han unido chiítas, sunnitas, laicos y kurdos de izquierda, en su contra. El número dos del Pentágono, Paul Wolfowitz, de visita en Bagdad en los últimos días, debió soportar la presión de manifestaciones de iraquíes que repudiaban y rechazaban su presencia. Miles de sunnitas manifestaron en Bagdad contra el Consejo de Gobierno transitorio iraquí, títere de los ocupantes, en un movimiento de protesta que también se registró en el sur chiíta, donde millares de fieles fustigaron a Estados Unidos y al órgano ejecutivo nombrado por la coalición, luego de la plegaria del viernes en Kufa.

La extraña muerte de Kelly llega en el peor momento político para Blair y Bush y cuando hay una ofensiva de los demócratas, por la guerra en Irak y la crisis de la economía norteamericana, está en su punto más alto.

Otro tanto ocurre con Blair y, en Italia, con el histriónico Silvio Berlusconi. Se les caen los argumentos ficticios a los que dirigieron y precipitaron la invasión, una guerra brutal sin la aprobación de las Naciones Unidas y de la OTAN.

En la pequeña ciudad de Hinesville, en Georgia (sur), donde la vida cotidiana está pautada por el cuartel de la 3\'aa División de Infantería, cuyos 16.000 hombres se encuentran en Irak, el descontento aumenta y empieza a crecer igualando a los del 'patrioterismo' bélico.

Silvio Berlusconi, iniciará el domingo una visita de dos días a Estados Unidos, durante la cual será recibido por el presidente George W. Bush en su rancho tejano, en medio de acusaciones contra ambos por haber usado pruebas falsas para justificar la guerra. Berlusconi y Bush podrían llegar a acusar a Blair de ser el responsable de la información tendenciosa que ellos utilizaron, también, como argumento.

Kelly fue objeto el martes de grandes presiones por parte de la comisión de Relaciones Exteriores de la Cámara de los Comunes, donde laboristas, conservadores, socialdemócratas y liberales, le preguntaron y repreguntaron hasta el cansancio. El científico dijo que él había pasado a periodistas de la BBC, entre ellos a Andrew Gilligan, su posición sobre el tema en debate pero negó que fuera la 'fuente principal' de la agencia de noticias, que reveló que Downing Street 'infló' el informe oficial redactado en septiembre del 2002 sobre Irak, algo que contradijo a Blair, al Ministerio de Defensa y a los servicios de inteligencia.

El escándalo recién comienza y amenaza tanto a Blair como a Bush. Berlusconi y el español José María Aznar no cuentan. Fueron meros peones de la invasión petrolera.



Tomado de Rebelión


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