20 de Marzo de 2003
"El tiempo de la diplomacia ha terminado..."
Jesús García Blanca
Rebelión
El Comandante en Jefe del ejército más mortífero de la historia afrontará su responsabilidad. Podría "mirar hacia otro lado" -podría continuar jugando con sus perritos en el jardín de la Casa Blanca-, pero no lo hará; lo reclama la historia, las petroleras, los hijos del Averno de su gabinete y la defensa de los valores y principios de la Civilización Occidental.
"El tiempo de la diplomacia ha terminado..."
Se acabó la espera de los 300.000, de los B-52, de los F-5, de los F-16, de los AC- 130, de los misiles patrióticos recubiertos de uranio, plutonio y dolor reconcentrado.
Se acabaron las mentiras, el desprecio a millones de personas a las que habrá que convencer de que continúen votando lo de siempre, la fabricación de pruebas, los desvaríos de "patios interiores", el cinismo, los informes jurídicos de quince páginas que no ha pedido la ministra porque ella se apaña sola, las presiones, los telegramas confidenciales leídos de pe a pa en emisoras de ámbito nacional, el oportunismo de quienes ayer chapoteaban en la sangre y hoy se disfrazan de pacifistas, los debates parlamentarios protegidos por las fuerzas de seguridad del estado, las votaciones esperpénticas, los balbuceos en el Consejo de Seguridad de una ministra que nunca sabe si se pasa o no llega, las piruetas de los jefes de informativos del ente público, los oídos sordos, las conciencias enmohecidas, las lenguas envenenadas, las manos podridas.
Se acabaron los corrillos de niños en las calles de Mesopotamia, el cielo azul sobre el Tigris y el Eúfrates, los amaneceres limpios en el desierto de un millón de años.
Comienza el "uso legítimo de la fuerza". Comienza la explicación imperial de lo que significan "graves consecuencias". Comienza la "creación de un futuro mejor para el pueblo iraquí" a manos de los matarifes del imperio y sus secuaces y voceros.
Comienza la destrucción, el horror y la muerte; condiciones todas indispensables para poder "promover la reconstrucción, la entrega de ayuda humanitaria y la construcción de un nuevo Iraq en paz consigo mismo y con sus vecinos".
Comienza el "orgullo de pertenecer a la civilización occidental y la decisión de defenderla hasta el último suspiro junto a Bush y Blair atrincherados en un nuevo Fort Alamo". Es de suponer que en ese último reducto de las libertades -además de John Wayne, Thomas Hobbes y John Locke, estarán Aznar, los 183, Federico Jiménez Losantos, Albiac, algún oyente de RNE, algún contertulio de la COPE, algún lector empedernido de La Razón o de ABC y algún militante socialista despistado al que no le hayan llegado las nuevas consignas electorales.
Comienza una nueva etapa en las relaciones internacionales, en la relación de poder del Imperio con las provincias. Para algunos ya estaba muy claro el salto cualitativo que significó la estrategia puesta en marcha tras la coartada moral del 11-s. Por si quedaban dudas, lo pusieron negro sobre blanco en un detallado documento. Pero las mayorías indolentes necesitan más claridad, las palabras no bastan; hace falta sangre y dolor.
Comienza una nueva fase de la rebelión contra el Imperio. Es imprescindible elevar el nivel de contestación aunque el precio sea el abandono por parte de quienes sólo coyunturalmente se habían atrevido a protestar. Es preciso abandonar los eufemismos, las consignas asumibles, las proclamas vacías. Quienes estemos dispuestos a sostener el discurso contra criminales debemos también asumir la retirada de los oportunistas y el recrudecimiento de las reacciones represivas.
Comienza la matanza, comienza un nuevo episodio de la guerra global. No basta con la resistencia. Es preciso recuperar la iniciativa, extender la desobediencia, imaginar nuevas formas de sabotaje a los engranajes de la dominación, crear vida dentro del territorio que Ellos quieren devastar.
Sangrar, luchar, pervivir; dar nuestros ojos y nuestras manos, como un árbol carnal, generoso y cautivo, a los cirujanos del Imperio.
Tomado de Rebelión
Regresar