24 DE MARZO DE 2003
Isaac Bigio
Analista Internacional
El laborismo británico se encuentra adentrándose en su mayor crisis en dos tercios de siglo.
Un gran problema que confronta la coalición anglo-americana es que el partido del gobierno en Londres se encuentra dividido y hay el riesgo que éste pueda acabar pidiendo un cambio de la política o la remoción del premier Tony Blair.
El laborismo si está unido puede seguir gobernando sin alianzas. Tiene 410 de los 657 miembros de la cámara de los comunes. En la bancada oficialista hay 91 parlamentarios que son ministros, quienes perciben sueldos ($200,000 o más anuales) y quienes tienen una disciplina propia de gabinete. El martes 18 marzo, un día antes del inicio de la guerra 139 parlamentarios laboristas votaron contra ésta. Algunas decenas no votaron. Esto implica un tercio de la bancada gobiernista y casi la mitad de los parlamentarios que no están en el gabinete.
Nunca antes en la historia británica tantos representantes del partido en el poder se habían sublevado contra el gobierno. Al concluir dicha votación Blair mostraba cierto alivio pues contuvo una rebelión que pudo ser mayor. Sin embargo, la semilla de la discordia ya está sembrada dentro del partido y ésta podrá desarrollarse.
Cada uno de los parlamentarios es seleccionado por sus respectivos comités distritales y en muchos de éstos los activistas anti-guerra son mayoría y quisieran de-seleccionarlos.(*)
La guerra no se está dando como se pronosticó. Blair vendió la imagen que sus tropas serían recibidas como liberadoras mientras que el pueblo y el ejército desertarían ampliamente hastiados de la tiranía saddamista. Ahora la media anglo-americana reconoce una resistencia mayor a la esperada. La guerra rápida y sin muchos costos amenaza con prolongarse y producir muchas muertes y gastos.
Esto puede ir mellando la dañada credibilidad de Blair. El premier prometió que iría a la guerra con una mayoría del consejo de seguridad. Ahora ha decretado la invasión con el aval de sólo 4 de sus 15 miembros. Los inspectores de Naciones Unidas abiertamente calificaron como falsas las afirmaciones que hizo inicialmente el Informe Blair sobre Irak en sentido que Bagdad había adquirido uranio y tubos para fabricar bombas nucleares.
Robin Cook, líder de la Casa de los Comunes y el inicial arquitecto de la diplomacia blairista, quiere montarse sobre la rebelión laborista. Afirma que Hussein fue más desarmado con la labor de los inspectores que durante la guerra de 1991 y que ahora se le ataca precisamente por que 'Irak probablemente no cuenta con armas de destrucción masiva'. La guerra, según él, quiebra a la vasta coalición post-11 Septiembre y socava a las instituciones multi-polares.
Semanas atrás Cook encabezó la propuesta de transformar al grueso de la Cámara de los Lores en electa, mientras que Blair, retrocediendo en sus promesas originales, persiste en mantener ésta como designada.
En sus 6 años en el poder Blair ha hecho algunos recortes que han dejado insatisfechas a sus bases. Disminuyó los beneficios de los discapacitados, grupos de asilados y las madres solteras. No ha eliminado las leyes anti-sindicales de Thatcher. Ha empezado a privatizar el metro. Eliminó las matrículas gratuitas en las universidades. Ahora hay una fuerte oposición a los intentos de semi-privatizar los hospitales.
Lo que muchos de los electores laboristas le reclaman a Blair es que se vienen recortando inversiones en alud y educación o no se quiere aumentar a los bomberos en huelga, mientras que en Irak se piensa gastar mil de millones de dólares en bombardeos.
Por el momento Blair retiene el liderazgo del gobierno y del partido, pero su desgaste crece. Su esperanza era una guerra veloz donde los iraquíes saliesen a la calle a saludarles como sus emancipadores. Eso no se está produciendo.
Si la oposición contra Blair crece una posibilidad que le quedaría sería llegar a algún acuerdo con la oposición conservadora para repetir una suerte de gobierno de unidad nacional como el que hizo Ramsay MacDonald fracturando al laborismo en los treintas. Otras posibilidad es que la conferencia laborista sea convocada y se plantee un desafío a su liderazgo.
Una carta que la oposición anti-guerra tiene es la de Robin Cook, aunque él patrocinó previamente las intervenciones en Kósovo, Sierra Leona y Afganistán. La izquierda laborista podría apoyarle o presentar un candidato de sus propias filas. Figuras de transacción podrían ser el ministro de economía Gordon Brown.
Por el momento la crisis laborista ha de profundizarse. Los liberales y los macionalistas de Gales y Escocia tratarán de canalizar el sentimiento anti-guera. La Alianza Socialista y el Partido Socialista Escocés, co-dirigentes de la Coalición anti-guerra, están pidiendo una nueva formación política con la izquierda laborista contra Blair. Ken Livingstone, alcalde de Londres, quisiera retornar al laborismo para convertirse en una figura de recambio contra Blair. Mientras ello ocurre el laborismo puede ir acercándose a un mal resultado electoral en las municipales de mayo.
(*) El sistema político británico que es muy peculiar. El mandatario no es elegido directamente y éste debe basarse en una mayoría parlamentaria. El parlamento no se basa en la representación proporcional ni refleja automáticamente a la opinión pública. Cada uno de los 657 miembros de la cámara de los comunes ha sido elegido en su distrito electoral. Con este mecanismo se coarta el ingreso de partidos menores, el parlamento queda dividido entre dos grandes partidos y el ganador se queda con todo. Esto, a su vez, hace que los parlamentarios sean más sensibles a las presiones de sus propios comités distritales.
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