25 de marzo de 2003
EEUU: HAY QUE DESTRUIR A IRAK
Humberto Vélez Ramírez*
ARGENPRESS.INFO
La lógica de responder al terrorismo con terrorismo: una cadena maldita con vida propia.
Los Dioses, por lo menos aquellos que han logrado mantenerse autónomos de los poderes institucionales terrenos; las Sociedades civiles internacionales, que, como 'mosca cojonera del poder', la punzante frase es de Saramago (1), masivas y vigorosas, como nunca en la historia humana, se han movilizado colgándole un no rotundo al presumible providencial anti-terrorismo de Bush; y la ONU, hasta el 19 de marzo del 2003 la única y legítima cabeza institucional rectora de los rumbos de la humanidad, han sufrido una gran derrota, impotenciada, dolorosa, injusta y, en sus consecuencias, imprevisible. Con distintos grados de responsabilidad jurídico-política, pero igualados todos en su responsabilidad moral, los artífices de la terrorista decisión son los mismos que los de la gran masacre, física, cultural y simbólica, que miope y deshonesto resultaría denominarla guerra cuando la enorme asimetría existente en las relaciones militares de fuerza vigorosamente se impone a cualquier mirada. A la cabeza de la nueva y terrorista gendarmería mundial, el gran guerrero, hegemonista, único, exclusivo, unilateral y unidimensional y, por lo tanto, integrista y fundamentalista, a quien, entre sus más célebres tesis, se le oyó decir en Washington el 2 de octubre del 2002 : 'estamos comprometidos a trabajar en ambos lados para llevar el terror a un nivel aceptable para todos' (2); asidos a sus andariegos y misioneros talones cósmicos, otros dos guerreros medianos, Inglaterra y España, en su historia aparentemente más racional la primera que la segunda, tan alejados de sus pueblos, independientes y autónomos en la coyuntura, como interesadamente subordinados al subyugante imperio; y finalmente, plañendo y casi mendigando cupo, un grupúsculo de guerreritos menores, aunque, según algunos de ellos,'de corazón grande', entre los que Colombia semeja una esquelética y entrometida mosca aventurando el hocico en un macrocósmico vaso de leche.
Pero, como contrapunteo, el Imperio también ha sufrido una costosa derrotada simbólica: en definitiva, ahora en la época del Internet, cuando todos los hombres y mujeres del mundo sin moverse de su casa hacen supervisión virtual del más insignificante de los gobiernos, el imaginario cósmico de una América adalid en el mundo de las causas de la libertad, de la democracia y de los derechos humanos, ha estallado en todas partes en mil astillas; ahora, con motivo del drama de Irak, la ciudadanía universal ha descubierto que la representación colectiva de unos Estados Unidos predestinados por la Providencia para asegurar la libertad de todos los pueblos del mundo, no es si no la máscara ideológica que esconde el rostro efectivo de un Gobierno norteamericano exclusivamente preocupado por garantizarle la más efectiva libertad de mercado a sus empresas y corporaciones multinacionales, no importa que para ello tenga que hundir la democracia hasta su más radical negación. En concordancia con el descubrimiento, se han ahondado los odios racionales contra el gobierno de los Estados Unidos; con 'honrada' honradez, en Carta a Bush lo ha reconocido así el Obispo católico de Florida, Monseñor Robert Bowan, exTeniente Coronel y excombatiente del Vietnam: 'Señor Presidente, le señaló, usted no contó al pueblo americano la verdad sobre por qué somos el blanco del terrorismo, cuando explicó que bombardeábamos a Afganistán y Sudán. Dijo que somos blanco del terrorismo porque defendemos la democracia, la libertad y los derechos humanos del mundo. Qué absurdo, Señor Presidente. Somos blancos de los terroristas porque somos odiados y somos odiados porque nuestro gobierno ha hecho cosas odiosas. Si los mitos acerca del terrorismo no son destruidos entonces la amenaza continuará hasta destruirnos por completo…Ese odio que sembramos se volvió en contra de nosotros para asombrarnos en forma de terrorismo y, en el futuro, de terrorismo nuclear'. (3)
Pero, en el caso concreto de Irak, qué es lo que oculta la máscara ideológica de una libertad hemisférica, que tiene como único garante sólo y solamente y, con reiteración, exclusivamente a los Estados Unidos de América?
Para darle algún enmarque teórico a la reflexión, ayuda recoger algunos conceptos célebres de Bush, en internet llamados 'bushismos', en relación con los cuales escribió Umberto Eco: 'En este momento, nadie espera que los países estén gobernados por filósofos…pero, aún así, sería bueno que estuvieran en manos de personas con ideas claras'. (4) Pues bien, en materia de conocimiento y de Comercio internacional, éstas han sido algunas de sus posiciones: el 2 de diciembre del 2002 dijo en Texas: 'El gas natural es hemisférico. Me gusta llamarlo hemisférico porque es un producto que podemos encontrar en nuestros vecinos'; meses atrás en el Primer Debate presidencial del 3 de octubre del 2000 se había referido así al nacionalista México: 'He hablado con Vicente Fox, el nuevo Presidente de México-yo lo conozco-para lograr que nos envíe gas y petróleo a los Estados Unidos y así no depender del petróleo extranjero'; en medio del ajetreo de la campaña electoral no tuvo ningún empacho en afirmar: 'Más y más nuestras importaciones vienen del extranjero', ni se puso colorado cuando le dijo a Tonny Blair: 'El problema con el idioma francés es que no tiene una palabra para empresario', ni disimuló ignorancia cuando le preguntó a Fernando Cardozo, Presidente del Brasil: 'Ustedes también tienen negros? '. Finalmente, así analizó en Washington el 3 de marzo del 2002 la situación del medio Oriente: 'Yo creo que la incertidumbre en el Medio Oriente crea incertidumbre en la Región'.(5)
Al confrontar a éste aparentemente ingenuo e ignorante Bush con el reingenierizado Bush actual, no queda si no una de dos: o Bush no es tan atolondrado e intelectualmente mediocre como lo sugieren sus 'bushismos' o al frente de la conducción de los Estados Unidos ha adquirido vida propia la más poderosísima, despersonalizada, institucionalizada e interesadamente inteligente máquina de poder, que, para el caso que nos ocupa, el de esta horrible masacre, no dudará en traspasar los límites de una guerra no nuclear hasta llegar al empleo de los arsenales biológicos, químicos y nucleares si así lo exigen, en un momento dado, las necesidades estratégicas de la Seguridad nacional de los Estados Unidos; no se podrá olvidar que precisamente para eso fueron creados, para ser usados cuando el gobierno de los Estados Unidos unilateralmente piense, imagine y decida que deben ser utilizados. Es decir, en la actual situación de unipolaridad del mundo, más allá del diccionario, de la semántica, de la política y del Derecho Internacional, si América del Norte, para defender o realizar su Seguridad nacional, necesita asumir acción y metodología terroristas, no habrá ONU que valga, aunque siempre el Imperio, así como se ha reservado para sí el monopolio del armamento nuclear, ex catedra definirá a quién llamar terrorista y a quién no. De cara a una situación así, a los humanismos, en todas sus versiones culturales, no les quedará otra opción que, la de, por imperativo ético, continuar en la brega acompañados de un inmenso sentimiento de impotencia política.
Constituye ésta la lógica de la combinación entre una poderosa máquina de poder así aceitada y un converso, que se autopiensa como el Mesías de la libertad cósmica y que se imagina y practica que parte esencial de ella es la libertad de mercado de las trasnacionales y que siente que está moralmente obligado a enviarle al mundo, y a Europa, sobre todo, el mensaje de que la vulnerabilidad evidenciada por el imperio el 11 de septiembre fue un caso fortuito, pues Estados Unidos fueron, han sido y continuarán siendo el líder indiscutido e incuestionable del mundo en el orden económico, financiero y moral. Entonces, el ahora reingenierizado Bush, Bush el converso, fugado de la cárcel del alcoholismo y de su pecado de conciencia de no haber acompañado a su país en la guerra del Vietnam, el Bush que está apelando a motivaciones religiosas para justificar el 'otro' terrorismo, el de los Estados Unidos, y así empatarle disuasivamente a sus contrincantes terroristas, no tendrá ningún reato de conciencia para dar la orden, si es del caso, de vaciar sobre el sufrido pueblo iraquí y sobre el antiguo aliado de su padre, el sátrapa Hussein, las diez y ocho toneladas y media que pesa la bomba no nuclear más enorme que se ha fabricado en la historia. Y lo hará bajo una catarata de aplausos, genuflexiones y zalemas de todos 'bushitos', los mayores, intermedios y minúsculos que, traicionando a sus pueblos, lo están apuntalando (o porque han hablado, los menos, o porque se han silenciado, los más) en distintas partes del mundo. Pero, si el Dios protector del poder terrenalmente institucional de las trasnacionales, el suyo, le dicta que sus intereses estratégicos exigen ir más allá, no tendrá la menor duda en apelar al uso del arsenal nuclear. Al ser así, qué dirá por ejemplo, nuestro Presidente Uribe, en forma expresa formalmente consagrado como bushista y antiterrorista 'de primera línea' por el propio Bush y que, por apoyar la 'Declaración de las Azores' también ha desobedecido a la ONU y que, en materia de política de relacionales internacionales, ha roto una centenaria tradición colombiana de respeto de la institucionalidad mundial?
Como para reiterar la apenas salida del horno tesis de Fernando Garavito: 'Lo cierto es que nuestro inefable señor de las pestañas hizo el oso en materia grave, y, lo que es peor, involucró al país en ese episodio ridículo…Con el apoyo a la guerra en Irak (no a la guerra de Irak, como dicen por ahí), la posición internacional del país queda seriamente comprometida. Al calificar la 'Declaración de las Azores' como 'un significativo aporte'…'el gobierno entró de lleno en la teoría de la guerra preventiva' Que los Estados Unidos violen la normatividad internacional 'podría explicarse dentro de la iniquidad que parece apoderarse del mundo. Pero que lo haga Colombia, que tiene la vocación de convertirse en una de las próximas víctimas de esa doctrina es, por decir lo menos, un absurdo'. (6)
Con un revoltijo tal de realidades e imaginarios, se preanuncia la colección de motivaciones y de razones de una masacre, que está causando terror mundial con la intención de producir efectos( eso esperan sus actores y autores) que, amplificados por los Medios de Comunicación, puedan ser usados, en lo ideológico, lo político y lo simbólico, para justificar el logro de ciertos propósitos ligados a la colonización y reconstrucción amañada de Irak; pero, precisamente, en la academia internacional la noción de terrorismo, además de otras especificaciones, se encuadra en la línea conceptual terror intenso- efectos sicosociales buscados-acción replicadora a escala de los Medios de Comunicación-logro de ciertos objetivos políticos o extrapolíticos. Sólo el análisis sociológico- antropológico sistemático, al examinar el contenido, el peso intrínseco, así como el impacto de cada elemento, podrá dar cuenta precisa de los determinantes de tan terrorista decisión. Lo que en este Ensayo se busca resaltar es la hipótesis de que, además de la lucha por el control geopolítico de las reservas mundiales de petróleo y del guerreo entre el dólar y el euro por sobreimponerse como patrón monetario de regulación del comercio internacional y de los mensajes simbólicos del imperio tras el casi paralizante impacto que sobre él tuvo él 11 de septiembre y del juego entre líderes iluminados y del control de la oferta de agua en la región, que Irak posee en abundancia y del deseo de reposicionar a su amigo Israel en oriente y de la voluntad de Bush de apuntalar su reelección a partir de una guerra corta, tajante y efectiva, no se puede oscurecer la tesis de que con esta masacre, física, cultural y simbólica, el gobierno norteamericano, al lado de otros gobiernos, entre ellos el de Colombia, se propone ganar terreno perdido buscando acceder a una situación de empate con el 'otro terrorismo', sin que importe que para ello tenga que arrasar con media humanidad. Desde esta mirada, esta masacre contra el pueblo iraquí no es otra cosa que la más rotunda e inhumana expresión mediática terrorista de una guerra entre terrorismos. Entonces, la frase puesta por la máquina de poder en la boca inocentona del teledirigido Bush, 'estamos comprometidos a trabajar en ambos lados para llevar el terror a un nivel aceptable para todos', pierde su apariencia bobalicona para revelar su más profundo significado político.
Existe otro aspecto de esta masacre que, por su carácter casi inédito, amerita ser destacado y es el relativo a los notorios y notables esfuerzos de los Mass media por higienizar y limpiar las imágenes televisivas; casi se les suelta la frase: imágenes tan higiénicas sobre el Bagdad de nuestra infancia, sólo pueden corresponderse con unas realidades 'bélicas' igualmente limpias. Es el contrapunteo por equilibrar la radical caída del imaginario colectivo cósmico sobre América como incuestionable líder de la causa de la libertad, la democracia y los derechos humanos. Al observar la pantalla chica, uno subrepticia y hasta subliminalmente tiende a olvidarse del inhumano drama para quedarse lelo contemplando un trasfondo citadino grisáceo titilante de lucecitas mientras se despliega el más navideño juego de refinada pirotecnia. Pero, nada o casi nada de lo más inhumanamente punzante de la guerra: ni cadáveres arrumados, ni cuerpos destrozados, mucho menos cuajarones de sangre y, menos todavía, cristalizadas papillas sanguinolentas donde nada anuncia que allí hubiese posado alguna vez algo de humano. Solo el juego, no desagradable, de las policromadas luces de los misiles. En esa forma, el televidente tiende a ver atrofiada toda capacidad de crítica. Como, en agudo artículo, lo ha destacado el profesor Eduardo Barajas: 'En el sueño de la noche de Bagdad han vuelto a aparecer lucecitas que nos evocan los años festivos de la pirotecnia'; es la guerra espectáculo, que no divierte, pero anestesia con la tecnología que tan solo levanta polvaredas cósmicas, 'pero sin una gota de sangre' lo que 'borra los caminos de la compasión y también los de la mala conciencia'.(7) Pero, el inicio de esa asepsia bélica ya la había percibido el periodista irlandés Robert Fisk en la guerra de 1991; 'en el camino de Basora, acaba de escribir, la televisión ITV filmaba perros salvajes que destrozaban cadáveres de iraquíes. A cada rato, uno de estos perros hambrientos arrancaba delante de nosotros un brazo en estado de descomposición y se echaba a correr por el desierto. 'Solo para documentarlo', me dijo el camarógrafo. Claro. Porque ITV jamás mostraría tales imágenes…la inmundicia y la obscenidad de los cadáveres no puede mostrarse', no sólo porque sea la hora del desayuno si no porque si la televisión las mostrara 'nadie volvería jamás a respaldar la guerra'. Entonces, fue por eso por lo que en 1991 a los iraquíes había que mostrarlos muriendo 'en forma benigna y sin heridas evidentes, sin ningún tipo de miseria, sin rastro de mierda, moco o sangre'. (8)
En el actual drama iraquí, con las imágenes televisivas como que se está buscando hacer el transito 'de la asepsia 'a la 'estética' de la guerra con la evidente intención de velar sus razones reales, así como de recuperar imagen perdida.
En Colombia el Presidente Uribe todos los días reitera la promesa de luchar contra el terrorismo sin apelar en esa lucha a metodologías terroristas; esto no obstante, en la actualidad, pragmática, ligeramente y quizás por convicción, se ha encuadrado en una Alianza estratégica internacional terrorista, orientada a combatir terroristamente al 'otro' terrorismo internacional. Es decir, convencido se ha plegado al triángulo de los 'buenos', que juzga que su rectitud moral les permite usar el terrorismo para combatir el terrorismo sin que nadie tenga el derecho de cuestionarlos. Para congraciarse con la Alianza se ha plegado a la desobediencia política de ésta al espíritu y la letra de los ordenamientos jurídico políticos de la ONU. El Imperio ordenó 'Irak, delenda est ' y, presuroso y sumiso, el gobierno colombiano corrió a ofrecer…nadie ha podido saber qué…Pero, como señalara el Papa Pablo VI , quedando encerrados en el cuestionamiento países de tradición católica como Salvador, Nicaragua y Colombia , los tres 'bushitos' latinoamericanos menores, ' quien decide que se han agotado todos los medios que pone a su disposición el derecho internacional, asume una grave responsabilidad ante Dios, la conciencia y la historia'. Contrasta esta conducta ligera y genuflexa con la de México - tan cercano geopolíticamente de Estados Unidos pero tan lejano ahora- donde el derechista pero razonable Fox hizo prevalecer la tradición mexicana en materia internacional; y qué no decir de Chile donde para el exsocialista Ricardo Lagos, mi profesor de Economía, la voz interior del Allende asesinado con la participación del gobierno norteamericano un 11 de septiembre de hace 30 años, pesó más que la voz terrorista del Bush del 11 de septiembre del 2001.
De todas maneras, los efectos políticos, culturales y simbólicos de esta terrorista intervención, así como la eternamente amplificada voz del pueblo iraquíe gritándonos a todos 'morituri te salutant', pesarán por mucho tiempo sobre las conciencias de los hombres y mujeres del siglo XXI, los y las inocentes incluidos e incluidas.
* Humberto Vélez Ramírez es profesor del Instituto de Educación, Programa de Estudios políticos y Resolución de conflictos, Universidad del Valle; Presidente de ECOPAIS, Fundación Estado Comunidad y País.
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