17 de marzo

31 de marzo del 2003

Han sido desdeñadas por EU las tribus iraquíes, poderosa fuerza leal a Hussein

Destrucción del sistema telefónico: otra pequeña degradación de Occidente

La salida de escudos humanos y periodistas, señal del sitio que se avecina sobre Bagdad

ROBERT FISK ENVIADO ESPECIAL THE INDEPENDENT

Bagdad, 30 de marzo. Es difěcil llorar por una central telefónica. Cierto, la destrucción del sistema de teléfonos de Bagdad es una experiencia miserable para decenas de miles de familias iraquíes que quieren mantenerse en contacto con sus parientes durante las largas y negras horas de bombardeo. Pero las centrales destrozadas, los cables arrancados y el concreto partido del Centro Internacional de Comunicaciones Mimún difícilmente se comparan con los huesos e intestinos expuestos y la carne desgarrada de los civiles heridos en Bagdad.

Lo importante, claro, es que representa otra de esas degradaciones que nosotros (es decir, "nosotros los occidentales") tenemos la rutina de infligir cuando las cosas no van como quisiéramos en una guerra. Por supuesto, "esperábamos" que las cosas no llegaran a este extremo. Los ejércitos angloestadunidenses querían conservar para sí mismos la infraestructura de Bagdad -después que hubieran entrado en la ciudad "liberada" bajo una lluvia de rosas arrojadas por el pueblo jubiloso- porque necesitarían líneas telefónicas en funcionamiento.

Sin embargo, después de un día de explosiones masivas en toda la ciudad, la noche del sábado trajo consigo la noticia de que las comunicaciones habían sido sacrificadas. El enorme centro Rashid de telecomunicaciones fue impactado por un misil crucero que penetró hasta el sótano del edificio. El edificio que aloja la central de Karada, donde los bagdadíes pagan sus recibos telefónicos, había quedado partido por la mitad. No más comunicaciones. Porque "nosotros" habíamos decidido destruir los teléfonos y todos los sistemas de "mando y control" que pudieran incluirse en la red para comunicación de dos vías.

Así pues, el sábado los bagdadíes tuvieron que cruzar la ciudad en automóvil para ver a sus familiares y hubo más tráfico en las calles que en cualquier otro momento desde el estallido de la guerra. También se vino abajo el sistema de Internet de la ciudad. La televisión iraquí, pálida sombra de sí misma desde que los estadunidenses bombardearon los estudios la noche del miércoles, puede verse sólo en los intervalos que dejan los cada vez más frecuentes cortes de energía eléctrica.

¿Qué sigue ahora? Cada día, claro, trae noticias de sucesos que por sí mismos no tienen gran importancia pero que juntos añaden una nueva y siniestra dimensión al sitio que se avecina sobre Bagdad.

Ayer, cientos de miembros de tribus de todo Irak se congregaron en el hotel Bagdad previamente a un encuentro con Saddam Hussein. Las tribus iraquíes, desdeñadas por los planificadores militares y los sabihondos de Washington, para quienes lo único que cohesiona a Irak es el partido Baaz y el ejército, constituyen una fuerza poderosa, cuya unidad está cimentada en el matrimonio y en una red de familias leales al presidente Saddam que aportan un elemento de unidad tan sólido como el partido Baaz mismo.

Las tribus protegen los silos de granos y las estaciones de generación de electricidad en torno de Bagdad. A dos de ellas se les atribuye haber inutilizado un helicóptero Apache capturado la semana pasada. Y ayer, los jefes tribales vinieron de todo Irak, desde Nínive hasta Babilonia, Basora, Nasiriya y todas las ciudades de Mesopotamia.

El presidente Saddam había expedido ya una serie de órdenes de que los tribeños "combatan (a estadunidenses y británicos) en grupos y ataquen sus líneas de avanzada y retaguardia para obstruir su progreso... Si el enemigo acampa en una posición, comiencen a acosarlo de noche..."

Otro indicio de los acontecimientos por venir: por lo menos 20 escudos humanos internacionales que "protegían" las plantas de energía, las refinerías de petróleo y las fábricas de producción de alimentos decidieron salir de Irak el sábado. Así lo hicieron también todos los periodistas chinos, por instrucciones de su gobierno. No bastaron para hacerlos cambiar de opinión todas las afirmaciones optimistas del gobierno iraquí, entre ellas la de una presunta victoria contra los marines de Estados Unidos en las afueras de Nasiriya.

Hace tiempo que los ataques nocturnos se extendieron hacia las horas del día, por lo cual el estruendo de los aviones y los cohetes -en varias ocasiones he escuchado realmente pasar los misiles sobre las calles del centro- ha adquirido una especie de normalidad. Unos cuantos negocios han vuelto a abrir. Otra vez se pueden encontrar verduras frescas. Y como cualquier pueblo sometido a bombardeos, los bagdadíes se acostumbran cada vez más a lo que se ha vuelto un peligro sordo y familiar.

¿Será esto, me pregunto, lo que llaman "conmoción y pavor?"

© The Independent
Traducción: Jorge Anaya


Tomado de La Jornada

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