17 de marzo

14 de enero 2003

El dilema de la oposición kurda de Iraq

Manuel Martorell
Real Instituto Elcano

Kurdistan

Las fuerzas de la oposición kurda, que administran desde la Guerra del Golfo Pérsico un Estado independiente "de facto" en la zona montañosa del Norte de Irak, están llamadas a jugar un significativo papel en la nueva crisis abierta entre Sadam Husein y Estados Unidos. La actual coyuntura internacional ha colocado a sus dos principales organizaciones -el Partido Democrático del Kurdistán (PDK) y la Unión Patriótica del Kurdistán (UPK)- ante la tesitura de arriesgar este control sobre el Kurdistán iraquí al tener que sumarse a las posiciones norteamericanas.

Jamás en su historia los kurdos han estado tan cerca de alcanzar sus sueños. Ni con la coalición meda de sus antepasados indoeuropeos, ni cuando Saladino unificó Oriente Próximo bajo la bandera del Islam, ni con los principados feudales del Imperio Otomano ni siquiera durante la efímera República de Mahabad (Irán, 1946-1947) este pueblo había logrado construir un Estado como el que ahora existe "de facto" en el Norte de Irak.

Desde la Guerra del Golfo Pérsico de 1991, el gobierno kurdo con sede en la antigua Arbela ha vuelto a poner en funcionamiento la maquinaria administrativa de tres provincias: Arbil, que da nombre a su capital, Dahok y Suleimania, situadas junto a las fronteras de Turquía e Irán. Esta autonomía política se extiende por un territorio de aproximadamente 40.000 kilómetros cuadrados, en el que viven algo más de tres millones y medio de personas, cuenta con un "Ejército" propio, fuerzas de seguridad, un sistema judicial y, sobre todo, un Parlamento formado tras las elecciones democráticas celebradas en mayo de 1992.

Aquellos comicios constataron que las dos grandes fuerzas kurdas tenían prácticamente el mismo apoyo popular; el Partido Democrático del Kurdistán (PDK) obtuvo el 45,26% de los votos y 51 de los 105 escaños en disputa, mientras que la Unión Patriótica del Kurdistán (UPK) se llevaba el 43,81% y 49 diputados. Los cinco parlamentarios restantes estaban reservados a la minoría cristiana y correspondieron, concretamente, al Movimiento Democrático Asirio (MDA).

Estas elecciones de 1992 destaparon también la existencia de una nueva fuerza política sin apenas tradición en el Kurdistán iraquí: el Movimiento Islámico del Kurdistán (MIK) de Osmán Abdulaziz, que logró el 5% de los votos pero sin rebasar el porcentaje mínimo exigido para tener representación parlamentaria. Igualmente, supuso una sorpresa que los socialistas del PASOK - con el 2,57%- superaran al veterano Partido Comunista de Kurdistan, que, pese a su prestigio, solamente consiguió el 2,18% del apoyo popular. Por su parte, el Partido Democrático Popular de "Sami" Abdulrahman se quedó en quinta posición con el 1,23% de los votos.

El Partido Democrático del Kurdistán (PDK), la principal fuerza político-militar del Kurdistán iraquí, fue fundado en 1946 por el general Mustafá Barzani siguiendo el modelo del PDK de Irán, a su vez influido por los "movimientos democrático populares" impulsados por la Unión Soviética. Pese a tener fama de reflejar los tradicionales vínculos clánicos de la sociedad kurda, ni siquiera en sus orígenes respondía exactamente a esa estructura tribal. Más bien, bajo la dirección de los Barzani, el PDK ha jugado hasta su derrota de 1975 una función aglutinadora de todos los elementos nacionalistas. De hecho, a comienzos de los años cincuenta absorbió a los grupos Rizgari Kurd -extrema izquierda- y al conglomerado ideológico de Hewa, se declaró "marxista-leninista" y disputaba la base social y política a la sección kurda del entonces poderoso Partido Comunista de Irak, el partido más antiguo de este país, fundado en 1934.

Aunque es indudable el peso de los Barzani y su "consejo familiar" en la dirección del PDK, en la actualidad solamente dos miembros de su Comité Ejecutivo pertenecen a esta familia: Masud Barzani, hijo de su fundador, y su primo Nachirvan Barzani. Tanto en este máximo organismo como en su Comité Central están presentes miembros de familias que, como los Zibari, estuvieron enfrentadas a los Barzani, o destacados representantes de la minoría cristiana, como es el caso de Franso Hariri, gobernador de Arbil, que fue asesinado por un comando islámico el año pasado.

El PDK representa un modelo político más moderado y autonomista que el de la UPK, distinguiéndose de ésta por su profundo respeto a las tradiciones, su especial implantación en zonas rurales y por gozar de una mayor democracia interna. Por el contrario, la UPK es ferviente defensora del "derecho de autodeterminación" del pueblo kurdo y se encuentra más escorada hacia posiciones de izquierda. En su forma de actuar y organización interna pesa todavía en la UPK la herencia jacobina del "centralismo democrático" que caracterizaba a dos organizaciones -el Movimiento Socialista (marxista revolucionario) y el grupo de orientación maoísta Komala- que se sumaron en 1977 a la escisión del PDK liderada en 1975 por Jalal Talabani.

Integrado por jóvenes de las capas más bajas de la población, intelectuales nacionalistas y profesionales de clase media, la UPK se desenvuelve mejor en los grandes centros urbanos como Arbil, Suleimania y Koisanjak y atrae a dirigentes de minorías religiosas que, como los yezidis o kakais, se sienten más cómodos en un partido profundamente laico. Las diferencias entre los dos partidos se pueden apreciar incluso en el aspecto físico de sus militantes. El miliciano del PDK suele ir vestido impecablemente a la usanza tradicional y tocado con el turbante rojo característico de la heterodoxa corriente islámica de los "naqsbandi", de la que los Barzani son jefes espirituales; por el contrario, los militantes de la UPK generalmente visten de forma más descuidada y desenfadada, a veces al estilo europeo, y suelen llevar la cabeza al descubierto o bien cubierta por sombreros o gorras coreanas.

La UPK celebró su último congreso, al que asistieron 1.247 delegados, a comienzos de febrero del año 2001. Jalal Talabani fue reelegido presidente del partido por aclamación y la decena de cargos que propuso para renovar el Comité Central también lo fueron por unanimidad. La importancia de este congreso estriba en que en sus conclusiones, la UPK admitía, de forma autocrítica, su parte de responsabilidad en los choques armados que enfrentaron a estos dos partidos mayoritarios entre 1994 y 1997. La UPK declaró en este congreso que "sería injusto echar toda la culpa al PDK". "No deberíamos haber recurrido a las armas bajo ninguna circunstancia", decía expresamente la resolución final del congreso, que abogaba por resolver las disputas a través del diálogo y la negociación.

La UPK tiene fama de reforzar su poder político apoyándose en sus aguerridos y disciplinados "peshmergas" y eso es lo que desencadenó la guerra civil que se llevó por delante 3.000 vidas antes de que en noviembre de 1997 se decretara un alto el fuego. La ruptura de los dos partidos, que compartían paritariamente los cargos ministeriales del gobierno de Arbil, estalló por el control de algunas ciudades y, sobre todo, de los sustanciosos ingresos que aporta a las arcas kurdas la aduana del río Habur, donde el PDK cobra tasas de paso a los camiones que, procedentes de Turquía, entran cargados de bienes de consumo y salen transportando grandes depósitos de gasolina.

Los Acuerdos de Washington

Madeleine Albright consiguió sentar a los dos partidos en Washington para firmar el 27 de septiembre de 1998 un mecanismo de acuerdo. Lentamente, las dos partes fueron aplicando los llamados "Acuerdos de Washington" a través de comités sectoriales y en el verano de 2001, antes de estallar la crisis de Afganistán, ya se habían dado pasos importantes en el camino de la reconciliación. Los preparativos para derribar a Sadam Husein no han hecho más que acelerar su aplicación, logrando el pasado 4 de octubre la reunificación del Parlamento en un solemne acto presidido por Masud Barzani y Jalal Talabani.

Algunas posiciones críticas, como las del Partido Comunista del Kurdistán y del Partido Comunista de los Trabajadores- grupos pequeños pero con análisis muy próximos a la cultura europea-, consideran que esta reunificación se ha "cerrado en falso" al no ser el resultado del trabajo realizado por los diferentes comités "reunificadores" y que, en definitiva, responde a la presión diplomática de Estados Unidos. De todas formas, lo más probable es que la paz entre el PDK y la UPK se consolide cuando la autonomía kurda quede integrada y avalada en un nuevo marco constitucional iraquí de corte federalista.

Los dos partidos comunistas kurdos y el Partido Socialista Democrático -heredero del antiguo PASOK- se oponen con igual fuerza a los acuerdos establecidos por el PDK y la UPK con EEUU para derribar a Sadam Husein. Las otras fuerzas en presencia -los integristas de la Liga Islámica en la zona controlada por Barzani y del Movimiento Islámico en la administrada por Talabani- siguen, respectivamente y en este asunto, los pasos del PDK y de la UPK. Finalmente, los grupúsculos islámicos radicales que forman el movimiento Ansar al Islam (Partidarios del Islam) -arrinconados en las montañas fronterizas con Irán- coinciden con el régimen de Sadam Husein en querer desestabilizar al gobierno Kurdo, al que acusan de llevar una política "antiislámica y proisraelí".

Durante estos diez años de "independencia", el gobierno kurdo ha logrado reconstruir la mayor parte de los pueblos destruidos por el Ejército en los años ochenta, ha recuperado las principales infraestructuras, relanzado la agricultura, puesto en marcha algunas industrias y renovado el sistema educativo; todo ello, gracias al 13% que le corresponde a la región kurda de las ganancias iraquíes por la exportación de petróleo, tal y como estipula la resolución 986 de las Naciones Unidas, más conocida con el nombre "Programa Petróleo por Alimentos" (más de 3.000 millones de euros desde 1996).

La decisión del presidente George Bush de derribar del poder a Sadam Husein y los planes diseñados por el Pentágono para conseguir este propósito han dado a las fuerzas kurdas un inesperado protagonismo en la nueva crisis de Irak. La oposición kurda es la única que, dentro del territorio iraquí, cuenta con una capacidad militar significativa compuesta por unos 50.000 milicianos experimentados en el combate. Igualmente, el territorio montañoso que controlan hace imprescindible su colaboración si se lleva a cabo una ofensiva terrestre hacia Bagdad, ya que esta región de Irak es la única que, debido a su accidentada orografía, permitiría al Ejército iraquí plantear un sistema defensivo en condiciones.

Inicialmente, cuando Bush anunció, tras los atentados contra las Torres Gemelas del 11 de septiembre, su determinación de acabar con Sadam Husein, los dos principales partidos kurdos mostraron abiertamente su oposición a un nuevo ataque contra Irak. La razón era bien simple, como se preguntaban los líderes kurdos: ¿por qué arriesgar todo lo conseguido en el Kurdistán iraquí en una nueva "aventura" bélica?

Los kurdos, además, todavía tienen fresca en la memoria la "traición" de George Bush padre cuando los restos de la Guardia Republicana les perseguía por los montes fronterizos de Turquía e Irán, mientras las tropas estadounidenses permanecían en Basora con los brazos cruzados. Los kurdos saben perfectamente que serán los primeros en sufrir la ira de Sadam Husein y que se exponen a ser víctimas de nuevos bombardeos químicos, lo que volvería a desencadenar el pánico entre la población civil y un nuevo éxodo en masa.

Hoy nadie duda de que en los planes elaborados por Estados Unidos los kurdos -igual que los chiíes del sur- van a jugar un papel destacado tanto en el operativo propiamente militar como en el diseño político del Irak post-Sadam. Ésta es la razón por la que los especialistas en Oriente Medio del Departamento de Estado, del Pentágono y de la CIA han revitalizado los contactos con los partidos kurdos, incluso a costa de irritar a algunos fieles aliados -como Turquía y Arabia Saudí- que preferirían seguir teniendo como vecino a Sadam Husein antes que a un gobierno en el que kurdos federalistas y chiíes proiraníes tendrán un peso más que significativo.

Representantes del PDK y de la UPK han mantenido sucesivos contactos con la Administración norteamericana y con otros grupos de la oposición para ir coordinando sus posiciones y preparar un programa de gobierno conjunto, tal y como exige Washington, antes de lanzarse a la esperada operación para defenestrar del poder a Sadam Husein. Los primeros contactos serios entre estos partidos kurdos y representantes norteamericanos, tras el 11 de septiembre, se establecieron durante la visita de "observación" que una delegación militar norteamericana realizó al Kurdistán iraquí en el mes de diciembre de 2001. De acuerdo con las explicaciones de Greg Sullivan, portavoz del Departamento de Estado, el objetivo de aquel viaje consistía en comprobar la capacidad de autodefensa de las fuerzas kurdas.

El 20 de abril de este año representantes de ambas partes prepararon una "cumbre" al "máximo nivel" que se celebró a mediados de mayo. Según algunas fuentes, tuvo lugar en una base norteamericana de Frankfurt y, de hacer caso a la información facilitada por el periódico Al Sark al Ausat, la delegación kurda habría sido trasladada secretamente en avión hasta una base situada en el Estado de Virginia (EEUU).

A esta reunión asistieron, además de Masud Barzani y Jalal Talabani, sus hijos Mazrur Barzani y Bafil Talabani, y los respectivos "números dos" del PDK y de la UPK: Hushyar Zibari y Barham Salih. La parte norteamericana habría estado representada por George Tenet (CIA), varios expertos del Departamento de Operaciones del Pentágono y un consejero del secretario de Defensa, además de miembros del Consejo Nacional de Seguridad especializados en temas iraquíes.

De acuerdo con las informaciones que se han filtrado de estas conversaciones, la delegación kurda, antes de comprometerse con los planes norteamericanos, planteó las siguientes condiciones:

Garantías de que la población civil seguirá estando protegida ante una hipotética contraofensiva del Ejército iraquí, incluso en el caso de que haya una "marcha atrás" en la operación para derribar a Sadam Husein o en el caso de que ésta fracase.

Que el sistema político que se establezca en Irak esté basado en planteamientos federales, pluralistas, democráticos y de respeto a las minorías étnicas y religiosas.

Que la futura autonomía kurda recupere la ciudad de Kirkuk -uno de los principales emporios petrolíferos de Irak habitado mayoritariamente por kurdos- y la región de Sinjar, que se extiende desde la ciudad de Mosul -también parcialmente kurda- hasta la frontera siria.

Garantías de que ni Turquía ni Irán aprovecharán la coyuntura para intervenir en los asuntos internos de Irak.

Esta última exigencia está motivada por las continuas advertencias realizadas durante los últimos años desde Ankara, Teherán y Damasco de que no permitirán la creación de un Estado kurdo o de que se ponga en cuestión la unidad de Irak. Estos tres países cuentan con importantes minorías kurdas en su territorio sobre las que el surgimiento de una entidad política kurda en Irak produciría un efecto de simpatía, reavivando sus reivindicaciones culturales y políticas. De forma más concreta, el Ejército turco ha realizado amenazas explícitas de intervenir directamente en el caso de que las ciudades de Mosul y Kirkuk caigan en manos kurdas y peligren, así, los derechos de la minoría turcómana.

Conclusiones

Las fuerzas hegemónicas del Kurdistán iraquí -el Partido Democrático del Kurdistán (PDK) y la Unión Patriótica del Kurdistán (UPK)-, enfrentadas en una guerra civil desde 1994, han dejado a un lado sus disputas para sumarse a los planes de George Bush contra el régimen de Sadam Husein. Sin embargo estos dos partidos, escarmentados por la "traición" norteamericana tras la Guerra del Golfo, han puesto varias condiciones antes de implicarse en una operación militar; entre estas condiciones destacan la necesidad de proteger a la población civil en caso de nuevos bombardeos químicos y que el futuro sistema político de Irak esté basado en planteamientos federalistas.

Manuel Martorell es Periodista, especialista en el Kurdistán

Tomado de Rebelión

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