17 de marzo

20 de abril de 2003

Irak, luego de Hussein

Entre el Estado federado y la guerra tribal

MARTA DURAN DE HUERTA
Masiosare

Las diferencias entre los habitantes de Irak son resultados de guerras, invasiones y repartos coloniales. Este país es un mosaico. En él viven 25 millones de personas, 95% profesa la fe islámica, pero hay cristianos árabes, 4 millones de kurdos y 1.5 millones de turcomanos.

Irak no es un Estado nacional clásico, sino un ente postcolonial, con fronteras arbitrarias y grupos étnicos y religiosos, que sufrieron primero la represión de las potencias y luego la del régimen de Saddam Hussein. La guerra los afectó a todos por igual y tanto los chiítas como los sunnitas ven a los estadunidenses como invasores.

Lo fundamental en las próximas semanas será que los distintos grupos étnicos trabajen por un proyecto de unidad nacional, de lo contrario, podría estallar una guerra civil o incluso una guerra tribal

¿QUIENES COMETEN LOS SAQUEOS en Bagdad? ¿Quiénes detienen las ambulancias a punta de pistola para robar? ¿Por qué hay que cuidar los hospitales con ametralladora? ¿Quiénes saquearon y destruyeron el Museo de Bagdad, testimonio de 40 siglos de historia? ¿Por qué las tropas "liberadoras" lo permiten?

¿De quiénes son estas demostraciones de furia? La prensa internacional habla sólo de los enemigos de Saddam Hussein, pero algunos saqueadores entrevistados arriesgan otra opinión: "Nos llevamos lo que podemos, porque no tenemos nada en casa".

Sin embargo, en Occidente poco se sabe. Desconocemos qué ríos subterráneos se mueven allá. Sólo un periodista, el inglés Robert Fisk, distinguió a los chiítas en las calles de Bagdad. No quiero con estas líneas acusar a los chiítas de todos los desmanes y saqueos; quiero señalar que esta ha sido una extraordinaria oportunidad para conocer de viejos odios, rencillas, y diferencias étnicas, religiosas y de clase.

Para los invasores anglosajones este es un escenario ideal, pues los iraquíes estarán más ocupados saqueando o peleando entre sí, que organizando una posible resistencia, y ellos, los agresores, aparecerán como "la única policía".

Pero las diferencias entre los habitantes de Irak son resultados de guerras, invasiones y repartos coloniales y es necesario echar la vista atrás para conocer mejor lo que pasa en ese país de Medio Oriente.

Irak es un mosaico. Ahí viven 25 millones de personas, 95% profesa la fe islámica, pero hay cristianos árabes, 4 millones de kurdos y 1.5 millones de turcomanos. Los árabes se dividen en una mayoría musulmana chiíta -más de 60% de la población- y sunnitas -poco menos de 30%-, además de cristianos asirios, caldeos, armenios, sabeos y yazidíes. En el norte habitan los kurdos, en el sur los chiítas y en el centro los sunnitas.

El grupo políticamente predominante es de sunnitas y su bastión es Bagdad. En el ejército esta realidad se repite: los oficiales son sunnitas y la tropa es chiíta. Saddam Hussein es, por supuesto, un árabe sunnita, al igual que su gabinete y sus consentidos.

La dominación de chiítas por sunnitas comenzó con el control de puestos públicos, cargos militares y negocios particulares. Este último grupo étnico ha sido el dueño de las tierras y las empresas, mientras que los chiítas se conformaron con ser peones, asalariados, sirvientes y demás, siempre sin derechos políticos. Es por esta situación que los chiítas se han identificado con la oposición.

Los negocios saqueados en Bagdad eran en su mayoría de sunnitas privilegiados, es decir, que contaban con el consentimiento de los servicios de inteligencia de Hussein para abrir sus changarros. Un hombre en la calle dijo a la prensa: "Los ricos van a lamentar la partida de Saddam Hussein", pero otro señaló inmediatamente: "Una persona rica va a seguir al pez gordo, a cualquiera que le dé de comer. No importa si es sunnita o chiíta".

Las traiciones de Washington

En el sur de Irak están asentados los chiítas, culturalmente más cercanos a Irán; ahí están ubicados sus sitios sagrados y ahí crecieron generaciones de eruditos y revolucionarios chiítas, entre ellos el ayatola Rujollah Jomeini, el guía espiritual del Irán actual.

En el norte están los kurdos, diferentes a los árabes desde todos los puntos de vista, a excepción de la religión. Poseen un idioma y una cultura propios. Su patria es Kurdistán, que abarca partes de Irán, Irak, Siria y Turquía, aunque oprimidos en estos países y masacrados si muestran rebelión.

Los kurdos en Irak fueron siempre opositores férreos al régimen de Saddam Hussein, quien utilizó contra ellos armas químicas ante la indiferencia de Occidente. Por eso no es extrañó que hayan participado activamente en la invasión a Irak, aunque no se sabe con certeza si los norteamericanos los dejarán nuevamente a su suerte como lo hicieron en la Primera Guerra del Golfo en 1991. El Imperio es el Imperio, sea de un tipo o de otro.

La represión contra este grupo étnico del norte de Irak comenzó en los años 70, aunque el punto culminante llegó en 1988, cuando Bagdad los atacó con gas mostaza en Halabja. En aquella ocasión, por lo menos 5 mil civiles perdieron la vida.

A los chiítas no les fue mejor. En 1991, tras la invasión a Kuwait, los chiítas intentaron derrocar a Saddam Hussein, pero fracasaron. El apoyo prometido por Estados Unidos nunca llegó y gobierno iraquí terminó masacrándolos.

Amenaza de guerra tribal

El Kurdistán iraquí es una zona montañosa y rica en petróleo. Ahí, los kurdos comparten territorio con los turcomanos, y aunque ajenos a la autoridad de Bagdad desde 1991 viven bajo el control del Partido Democrático del Kurdistán (PDK) y la Unión Patriótica del Kurdistán (UPK), instituciones políticas que a lo largo de su historia han librado sangrientas luchas por el control de la región, pese a que no existen grandes diferencias ideológicas entre ambos.

Y ahora que Hussein se ha ido, las viejas aspiraciones de chiítas y kurdos permiten pensar que Irak podría convertirse en un Estado federado, constituido por tres grandes naciones: kurdos, chiítas y sunnitas. Pero esto es todavía algo hipotético, debido a que los kurdos pugnarán seguramente por un Estado predominantemente kurdo y los chiítas harán lo propio en pro de un Estado chiíta.

Llegado el caso de que Irak se divida en tres grandes regiones, sólo en dos de ellas existirán reservas importantes de petróleo. La fuerza de los sunnitas radicaba en el control del petróleo, pero sin Saddam y sin petróleo, pasarán inexorablemente de discriminadores a ser discriminados.

Irak no es un Estado nacional clásico, sino un ente postcolonial, con fronteras arbitrarias y diversos grupos étnicos y religiosos, que sufrieron la represión, primero, de las potencias y, luego, del régimen de Saddam Hussein. La guerra los afectó a todos por igual y tanto los chiítas como los sunnitas ven a los estadunidenses como invasores asesinos.

Lo fundamental en las próximas semanas será que eliminen sus diferencias y trabajen por un proyecto de unidad nacional, de lo contrario, la guerra civil podría estallar en ese país de Medio Oriente. O quizá algo peor: la guerra tribal.


Tomado de Masiosare

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