12 de marzo del 2003
Juan Chingo
Estrategia Internacional
El "boom" económico norteamericano desde mediados de los años 90 y toda la mistificación sobre la "Nueva Economía", así como la existencia de EE.UU. como única superpotencia mundial nos han hecho olvidar que desde hace más de quince años, el país del norte es la principal nación deudora en el ámbito mundial. Hoy en día, la deuda acumulada por EE.UU. alcanza la friolera de 2,7 billones de dólares, un tercio de su PBI. EE.UU. puede sobrellevar esta situación sin caer en un crash de su economía al estilo latinoamericano gracias a la existencia del dólar como principal moneda de reserva y medio de pago internacional. Se estima que a finales de los años 90 más de cuatro quintos de todas las transacciones en el mercado de divisas y la mitad de las exportaciones mundiales fueron realizadas en dólares. Gracias a este rol de señoreaje, EE.UU. es capaz de sostener anualmente su cada vez mayor déficit de cuenta corriente, que en 2002 ha alcanzado una cifra récord (casi un 5% del PBI) y el reciente retorno a los déficit fiscales de millones de dólares.
Este privilegio reservado solo a los EE.UU. le permite vivir más allá de sus medios, exportando la crisis sobre sus competidores y amortiguando así la declinación de su hegemonía histórica.
Un factor determinante de esta realidad macroeconómica es el hecho de que las transacciones de petróleo se hacen en la divisa norteamericana. Desde su creación en los años 70, EE.UU. ha tolerado la existencia de la OPEP -como cartel de las principales naciones productoras de petróleo- en tanto y en cuanto éstas reciclaran sus ganancias en petrodólares canalizándolas al sistema financiero internacional dominado por los bancos y fondos de inversión norteamericanos. Gracias al control de los precios del petróleo y su estrecha relación con el dólar, EE.UU. pueden regular en su provecho la liquidez monetaria de la economía mundial otorgándole una posición dominante en el mercado de capitales globalizado. Estas es una de las claves de la actual economía política del sistema internacional.
Esta realidad comenzó a ser alterada con el surgimiento del Euro hace tres años. Al principio la debilidad de su cotización con respecto al dólar y las importantes divisiones de las potencias europeas no auguraban un futuro auspicioso al Euro que rivalizaba con la posición dominante del dólar como moneda de reserva mundial. No nos olvidemos que en estos años era el momento más alto de la burbuja de Wall Street cuando los gurúes de la "Nueva Economía" vaticinaban el "fin del ciclo económico" y un crecimiento de la economía norteamericana ininterrumpida como consecuencia de la revolución informática. La historia desde entonces ya es por todos conocida. Primero fue el hundimiento de las puntocom, luego de la rama informática, más tarde las bancarrotas corporativas más grandes de la historia y un largo período de un mercado accionario a la baja - el mas extenso de la historia - que aun no ha cesado. En síntesis, el súbito reconocimiento de las debilidades de la economía norteamericana y la pesada carga que implica sobre esta las desigualdades heredadas de los años del "boom".
Todo esto se manifiesta en la reciente vulnerabilidad del dólar, que puede ser la espada de Damocles de la nueva ofensiva imperialista norteamericana.
En el ínterin, algunos acontecimientos significativos han sucedido en la escena internacional.
En noviembre de 2000, Irak decidió cobrar su crudo en Euros. A pesar de la oposición de la ONU la amenaza de Irak de paralizar la producción petrolera logró su cometido. En esos días el diario El Mundo de España tituló: "El petroeuro rompe el cascarón". En dicha nota sostenía que: "Saddam Hussein ha convertido una de sus rabietas contra el Tío Sam en una pica en Flandes para la vituperada y maltrecha moneda europea. Si con el tiempo la semilla germina, sería de justicia reservar un pequeño hueco en la historia de los mercados de divisas y de materias primas para el tirano que provocó la Guerra del Golfo pero que, por sorpresa, se sacó de la manga el petroeuro." Y sobre el éxito de su medida comentaba: "En otras circunstancias la ONU se hubiera opuesto - Irak dejará de ingresar diez centavos de dólar por barril debido a que los tipos son más bajos- pero la posibilidad de que la retirada del mercado de los 2,3 millones de barriles diarios de Irak provocaran una nueva convulsión en el precio del petróleo y los buenos oficios de Francia -movida, bien es verdad, más por los intereses de TotalFina-Elf en los campos de Majnoumn y Nahr Oumar que por su pasión por la moneda única - permitieron a Hussein salirse con la suya." Este movimiento fue hecho en la misma semana en que el Euro alcanzó su valor más bajo (0,82 centavos por dólar). El subsiguiente 30 por ciento de aumento en el Euro ha significado un importante aumento de divisas del programa de la ONU "comida por petróleo" en Irak.
Posteriormente, Jordania lanzó su esquema de comercio bilateral con Irak, realizado enteramente en Euros. Corea del Norte, otra pata del "eje del mal", abrazó el Euro para el comercio desde el 7/12/02. Durante ese mismo año, el Banco Central de Irán, la tercera pata del "eje del mal", pasó la mayoría de sus reservas al Euro. El Parlamento iraní está discutiendo realizar el comercio de petróleo en esa divisa. Lo mismo ha hecho recientemente el Parlamento ruso. El año pasado Rusia entró en negociaciones con Alemania sobre el establecimiento de un intercambio de petróleo a futuro denominado en Euros. Llamativamente, un año antes del golpe de abril en Venezuela su embajador en EE.UU. sugirió la posibilidad de cambiar al Euro. Al calor del deterioro de la divisa norteamericana en el mercado mundial, el impulso hacia el Euro podría estar cobrando fuerza.
En este sentido es interesante el discurso dado por Javad Yarjani, jefe del Departamento de Análisis del Mercado petrolero de la OPEP, en su visita a España en abril del 2002. Extractamos algunas partes significativas de este discurso que tratan sobre las condiciones que posibilitarían un giro de la moneda de transacción de la OPEP hacia el Euro.
Reseñando las condiciones que posibilitan la dominación del dólar sobre el mercado petrolero, este importante funcionario de la OPEP sostuvo: "Habiendo dicho esto, es importante notar que en el largo plazo el Euro no está en tal desventaja versus el dólar cuando uno compara el tamaño relativo de las economías aludidas, especialmente dado los planes de expansión de la Unión Europea. Más aún, la eurozona tiene un mayor porcentaje del comercio mundial que EE.UU. y mientras EE.UU. tiene un gran déficit de cuenta corriente, el área del Euro tiene una más balanceada posición de sus cuentas externas. Uno de los argumentos más fuertes para mantener los precios y los pagos del petróleo en dólares ha sido que los EE.UU. permanecen como un gran importador de petróleo, a pesar de ser él mismo un sustancial productor de crudo. Sin embargo, viendo las estadísticas de la exportación de petróleo crudo, uno nota que la eurozona es aún un más grande importador de petróleo y de productos petroleros que los EE.UU. (…)". Y más adelante, entre otras de las razones del potencial giro al Euro, sostuvo: "Es muy posible que en tanto el comercio bilateral entre Medio Oriente y la UE se incremente podría ser realizable cotizar el petróleo en Euros considerando que Europa es el principal socio económico de tal región. Esto podría potenciar mayores lazos entre estos bloques por el incremento de su intercambio comercial y ayudando a traer las muy necesitadas inversiones europeas al Medio Oriente." Las razones de la guerra
Es en este contexto en el que se debe considerar la futura intervención norteamericana en Irak y su plan de rediseñar todo el Medio Oriente. Es posible conjeturar que, junto a los demás motivos que empujan a esta guerra imperialista , una de las razones - y quizás una de las fundamentales que la explican- es el intento norteamericano de prevenir un mayor impulso de la OPEP hacia el Euro.
De imponerse un cambio de régimen en Bagdad, con el solo anuncio por las nuevas autoridades irakíes de que ellas solo aceptarían el pago de petróleo en dólares, invertir sus ganancias en dólares (además de los negocios que podrían surgir para las exportadoras norteamericanas de bienes y servicios) la situación del dólar se fortalecería. Es evidente que para algunos estrategas norteamericanos esta salida minimiza temporalmente las perspectivas de que los prestamistas extranjeros privados puedan huir de los activos denominados en esta moneda frente a la cada vez mayor sospecha por parte de estos de que el balance financiero de los EE.UU. es cada vez más frágil. No otra cosa indica la lenta pero sostenida caída de la divisa norteamericana, incluso aún contra el yen, la moneda de una economía como la japonesa que es sinónimo de estancamiento de los últimos catorce años.
Desde este ángulo, estaríamos presenciando una operación imperialista que busca cambiar la relación de fuerzas entre las distintas potencias y asegurarse en el plano económico que ninguna de éstas pueda rivalizar con los EE.UU., tal como sostiene la nueva estrategia de seguridad nacional de Bush. Pero a diferencia del inicio de la época imperialista, la intervención norteamericana en Irak no sería una operación exclusiva por la apropiación de una materia prima clave como el petróleo sino - en el marco de las importantes transformaciones de la economía mundial de los últimos treinta años y el creciente peso de la financiación- una acción que busca asegurarse una ventaja estratégica en el mercado de capitales sosteniendo la primacía del dólar.
Esta solución difícilmente puede ser una salida a largo plazo para los graves problemas que afectan a los Estados Unidos. Más bien parece una de las últimas jugadas de una potencia declinante. La solución militarista a sus problemas económicos podría volverse en contra suyo.
La fuerte oposición de Francia, Alemania y Rusia a la actual política norteamericana es una muestra. Un interesante articulo de The Observer de principios de este año vaticina: "Si EE.UU. y Gran Bretaña desprecian una segunda resolución de la ONU y van a la guerra con la activa oposición de miembros claves como Francia o Rusia estamos seguros que el flujo de dólares hacia los EE.UU. se lentificará dramáticamente y estamos seguros que habrá una estampida de extranjeros tratando de vender. Las acciones en Wall Street que Bush está tan ansioso de alentar están aún masivamente sobrevaluadas. Con este trasfondo, podría haber una devastadora venta con todas las consecuencias depresivas para la confianza en el consumidor norteamericano y la inversión empresarial. Lo que los mercados estuvieron señalando la semana pasada es que esto está dentro de los límites de ser una posibilidad por lo que vale tomar acciones precautorias. De ahí la venta. Si la guerra termina en unas pocas semanas los riesgos podrían ser contenibles y podrían haber algunas acciones que valiera la pena comprarlas a los precios actuales. Pero si la guerra fuera prolongada o la subsiguiente paz inestable, entonces la presión sobre el dólar y Wall Street podría convertirse ciertamente en muy severa, reforzando las influencias depresivas sobre la economía donde las desigualdades prevalecientes son tan extraordinarias". Este analista concluye: "La capacidad militar norteamericana podría permitirle el unilateralismo: su frágil situación económica, que nosotros estamos descubriendo, no".
En conclusión la rivalidad entre imperios podría escalar nuevos peldaños en el corto o mediano plazo. Que hasta ahora estos países sostuvieran la actual división mundial del trabajo que reserva un rol de privilegio al dólar y al capital financiero norteamericano -cuando ésta es la nación más endeudada- se debe, por un lado, a los beneficios mutuos (la posibilidad de exportar al mercado norteamericano para el resto de los países), y sobretodo, al temor de que el caos resultante sería ominoso para todos. Pero esto podría convertirse en una opción si el peligro de una hegemonía norteamericana tan exclusiva se transforma en una carga mayor que el peligro del derrumbe de actual orden internacional.
Tomado de Rebelión
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