17 de marzo

Miércoles, 19 de febrero de 2003

"Encrucijada histórica"

Jaime Pastor
Espacio Alternativo

Hay momentos en la historia de los que depende mucho la evolución de la humanidad en un sentido u otro y creo que éste es uno de ellos. Un éxito de la guerra decidida por Bush contra Iraq, con o sin autorización del Consejo de Seguridad de la ONU, no sólo supondría un daño enorme para la población de ese país sino que significaría también la implantación a escala mundial de un Imperio sin ley, dispuesto a aplicar su doctrina de "guerra preventiva" en cualquier parte del planeta en la que vea amenazados sus "intereses vitales", además de imponer Estados penales en el corazón mismo de "Occidente", con la prisión de Guantánamo como manifestación más degradante de la vulneración de derechos fundamentales que todo ello conlleva. Nos jugamos, por tanto, mucho en esta confrontación y no caben ya posiciones neutrales ante ella.

Afortunadamente, un grito de paz está extendiéndose en todo el mundo frente a un discurso guerrero que no puede ocultar cuáles son las verdaderas razones de quienes detentan el poder en el seno de la hiperpotencia estadounidense. Porque ni la hipotética existencia de armas de destrucción masiva en tierra iraquí (Estados Unidos sí tiene, en cambio, muchísimas y ha sido la única que las ha usado -en Hiroshima y Nagasaki- y amenaza con hacerlo de nuevo en esta guerra) ni el presunto apoyo de Sadam Hussein a Al Qaeda (que ni siquiera ha logrado "demostrar" la CIA) ni la lucha por la "libertad" en Iraq (cuando sabemos que EEUU ha apoyado y apoya regímenes dictatoriales en esa región) explican la obstinación del complejo belicista en emprender este ataque.

Varios parecen ser los motivos e intereses realmente implicados en esta guerra. Uno, sin duda, es el control geoestratégico de una zona y un país ricos en petróleo, un recurso que pese a las consecuencias antiecológicas de su explotación, transporte y consumo (agravadas en caso de accidente, como hemos visto con el "Prestige") sigue siendo fundamental para el "modelo" de vida occidental y su mantenimiento en el siglo que acaba de empezar. Otro es la necesidad de garantizar al régimen de Sharon un apoyo firme en la búsqueda de una derrota militar y política del pueblo palestino, para así forzarle a renunciar definitivamente a su tierra. Otra razón poderosa es la huida hacia delante que busca Bush para ocultar ante su propia población el fracaso de una política neoliberal que ha conducido, como alguien comentaba recientemente a raíz de escándalos como los de Enron y AOL-Time Warner, "del capitalismo de casino al capitalismo de estafa". Otra, en fin, sería el intento de aprovechar esta "guerra preventiva" para reafirmar su superioridad militar ante sus aliados europeos, obligándoles a un cierre de filas como condición para repartirse luego el "botín". A todo esto se podría añadir otro motivo de orden también interno: Bush junior no puede llegar a las próximas elecciones en su país sin haber acabado con Sadam y, como fanático fundamentalista que es, sin demostrar con hechos que ha cumplido con su misión de jefe de la "nación elegida por Dios para salvar al mundo libre".

Pero esas sinrazones están chocando con las previsibles consecuencias que muchas gentes están comprobando ya: porque a la destrucción humana que provocaría el peor bombardeo de la historia (y cuyo número de muertos y heridos, como pudimos ver en los "efectos colaterales" de la Guerra del Golfo y de Kosovo y Serbia, es siempre superior al previsto u ocultado por la desinformación oficial) se unirán también el estímulo que va a suponer para que otro fundamentalismo armado de signo reactivo y opuesto logre mayor audiencia entre los pueblos árabes y asiáticos, así como los grandes beneficios del complejo militar-industrial por la enorme cantidad que se va a dedicar a gastos militares y de infraestructura "extraordinarios" (se calcula que serán entre 100.000 y 200.000 millones de dólares los que tendría que invertir en el nuevo "protectorado" que quiere imponer Bush en caso de victoria militar...), mientras se reducen los gastos sociales y aumenta la pobreza mundial, y sin que por ello haya ninguna garantía de estabilidad política futura en ese territorio, como estamos viendo ya que ocurre en Afganistán.

Por estas y otras razones expuestas en el comienzo de este artículo, nuestro No a una guerra ilegal e ilegítima tiene que ser un sí a un mundo justo y sin guerras, libre de la dominación del neoliberalismo y de los capitalistas del petróleo.

Tomado de www.iualdia.com

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