México D.F. Jueves 27 de marzo de 2003
Peligra la ratificación del tratado de desarme nuclear entre Moscú y Washington
Ivanov se manifiesta por congelar el acuerdo hasta que haya condiciones propicias
JUAN PABLO DUCH
Moscu, 26 de marzo. De nueva cuenta y con renovado énfasis, el gobierno de Rusia exigió este miércoles a Estados Unidos detener su devastador ataque contra Irak, y en un significativo cambio de actitud, también hizo suya una iniciativa de los diputados de la Duma, que evidencia un retroceso importante en la relación bilateral.
Al comparecer ante los miembros del Consejo de la Federación, como se denomina aquí la cámara alta del Parlamento, el ministro de Relaciones Exteriores, Igor Ivanov, no se limitó a formular severos cuestionamientos a una guerra que Rusia califica de "injusta e ilegal".
Para sorpresa de los senadores, el representante del Ejecutivo se manifestó en favor de congelar por tiempo indefinido la ratificación del tratado de reducción de arsenales estratégicos ofensivos, firmado en mayo del año pasado por Moscú y Washington, como decidió la Duma el 23 de marzo.
Todavía ayer el presidente del Senado, Serguei Mironov, uno de los políticos de San Petersburgo más identificados con la política del mandatario ruso, Vladimir Putin, pidió a la Duma reconsiderar su decisión y debatir lo antes posible la ratificación de ese documento.
El encargado del Comité senatorial de Asuntos Internacionales, Mijail Marguelov, elogió el gesto de Mironov y dijo que para Rusia es primordial sacar adelante esa ratificación.
''Es un documento que no disminuye, sino fortalece nuestra capacidad de defensa. Se entiende que el comienzo de la guerra en Irak haya indignado a los diputados, pero no deben adoptar medidas contraproducentes", justificó apenas unas horas antes de la comparecencia de Ivanov.
Marguelov es otro de esos políticos rusos que no suelen abrir la boca sin antes consultar con la oficina de la presidencia y, por lo mismo, sólo estaba siguiendo línea. Algo habrá sucedido de último momento que hizo cambiar drásticamente la posición del Kremlin, pero Ivanov llegó al Senado con este planteamiento:
''Seguimos creyendo en la conveniencia de la ratificación (de ese tratado), pero este no es el momento más adecuado, hay que posponer dicho procedimiento", afirmó el canciller, y explicó: "Ahora es necesario concentrar nuestros esfuerzos en detener la guerra (en Irak) y sólo después, en un ambiente más propicio y tranquilo, se podría regresar al asunto".
El discurso de Ivanov ante los senadores sólo vino a confirmar el mal momento por el que atraviesan las relaciones entre Moscú y Washington, cuyo motivo de fricción más reciente fue la acusación de la Casa Blanca de que empresas rusas habían suministrado a Bagdad armas de alta tecnología, violando las sanciones de Naciones Unidas.
El canciller ruso volvió a rechazar, categórico y hasta verdaderamente molesto, los "infundios" de los "grupos de poder" de Estados Unidos que pretenden involucrar a Rusia en "una guerra informativa" en torno a Irak.
Ivanov arremetió contra la proclamada vocación "liberadora y humanitaria" que invoca la administración de George W. Bush para agredir a Irak: "Cada vez es más notorio cuán distanciados de la realidad están los intentos de presentar la operación militar contra Irak como una marcha triunfal para 'liberar' al pueblo iraquí con un mínimo de víctimas y destrucciones".
Para el ministro ruso, es muy distinto lo que sucede y aportó algunos de los rasgos de esta tragedia: "Bagdad y otras ciudades iraquíes sufren intensos bombardeos de inmensa potencia aniquiladora, crece el número de víctimas -también entre la población civil-, se afecta de modo irreversible monumentos de valor histórico y cultural para toda la humanidad, se destruye la infraestructura del país, se deja a la gente sin agua ni electricidad, y aumenta la cifra de refugiados".
Previó que en el corto plazo, de continuar los demoledores ataques con misiles y bombas, podría ocurrir en Irak una catástrofe humana, económica y ecológica, cuyas secuelas no será fácil superar y pueden afectar a otros países de la región de Medio Oriente y Asia Central.
Rusia, de acuerdo con Ivanov, tiene claro que Estados Unidos y Gran Bretaña se fijaron como meta cambiar el régimen político de Irak, y no el desarme de ese país. Ahora pretenden, denuncia, encontrar una justificación legal retroactiva para el uso de la fuerza contra Irak y concluye: ''Los intentos de imponer con violencia cualquier régimen político a un Estado soberano no sólo carecen de base legal, sino están condenados al fracaso".
Ivanov dijo que pretender resolver por la fuerza el problema iraquí encierra otros peligros, en la medida en que una "acción ilegal ocasiona inevitablemente otras". Puso de ejemplo "inadmisible" la exigencia de Estados Unidos a otros países de romper relaciones diplomáticas con Irak y de congelar las cuentas bancarias de las representaciones iraquíes.
El canciller también reiteró que Rusia seguirá oponiéndose a todo intento de legitimar "las acciones violentas" contra Irak" o de "endosar la responsabilidad de éstas a la comunidad internacional a través de la ONU".
El jefe de la diplomacia local ofreció este balance preliminar de los efectos negativos de la crisis mundial desatada por Estados Unidos al atacar Irak: "Ya ahora se está viendo que el precio de esta acción unilateral es demasiado elevado. Se rompió la unidad del Consejo de Seguridad de la ONU y en general de la comunidad internacional. Apareció una seria fisura en las relaciones de EU con algunos de sus aliados en Europa. Crece el peligro de desestabilización en el Medio Oriente, así como de que se radicalicen los ánimos en el mundo musulmán. Todos esto sólo le hace el juego a las fuerzas extremistas, dispuestas a utilizar la crisis iraquí para captar más seguidores y justificar nuevos atentados terroristas".
Al calor de lo escuchado durante la comparecencia de Ivanov, los senadores aprobaron una declaración que respalda por completo la política ''consecuente y equilibrada'' del gobierno ruso.
El documento no contiene recomendaciones drásticas, que sí hubo en el debate previo. Se rechazó incluir, por ejemplo, el punto que proponía ''juzgar como criminales de guerra'' al presidente George W. Bush y a su escudero Anthony Blair, primer ministro británico.
Encendidos los ánimos, un senador, Aleksandr Kalita, dijo que Rusia "no tiene que rendirle cuentas a nadie, le vendemos armas a quien nos da la gana y Estados Unidos no va a venir a darnos lecciones"; mientras su colega, Evgueni Iliushkin, resumió: "El enemigo se acerca a nuestras fronteras, debemos definir claramente nuestra postura y decir que Estados Unidos y Gran Bretaña son países agresores".
Tomado de La Jornada
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