17 de marzo

Viernes 21 de marzo de 2003

Guerra a la guerra de los amos

UHP (Xixón, Asturies)
La Haine

Llueven las bombas sobre Irak. Los intereses económicos del Tío Sam y de los monigotes que le acompañan están siendo defendidos estupendamente por los F18 y los marines, garantizando "nuestro" modo de vida y los negocios de la nación con la sangre y la desgracia de los miserables iraquíes.

Los lamentos de los Estados que, como Francia o Rusia, defienden la "paz", demuestran simplemente que sus negocios en Irak están siendo atacados. La paz en Irak es importante para esos negocios, del mismo modo que lo es la guerra continua en África patrocinada por Francia y la constante masacre de Chechenia.

Los pacifistas del PSOE-IU se lamentan de que el Estado español no se haya puesto del lado de los pacíficos Estados que defienden sus negocios con la "paz". Sus peleas de tebeo con el gobierno son la pugna entre dos contabilidades. En esas trifulcas de mercaderes quieren meternos estos señores.

El coro de pacifistas mediáticos, artistillas, jueces, militares...se lamenta de la vulneración de la legalidad internacional y el quebrantamiento de la moral. Hablemos claro: la legalidad internacional expresa la relación de fuerzas entre los diferentes buitres imperialistas. Si la relación de fuerzas cambia, la ley internacional se cambia. La ley, como la historia, la hacen los vencedores. No preocuparse: una nueva legalidad internacional vendrá a sustituir a la antigua y podréis dormir tranquilos, sabiendo que se respeta con misiles y campos de refugiados. La moral, a su vez, no es más que la ideología con que los burgueses quisieran tapar sus crímenes. Descubren de pronto que el capitalismo es injusto y que hace de la matanza constante su modo de vida...¡la moral se resquebraja! A quien haya despertado de su apacible sueño democrático, sintiéndose incomodado por las masacres en directo, le decimos igualmente: no asustarse, pronto se olvidará todo y podrá seguir viviendo tranquilamente en el estricto respeto a la moral.

Las manifestaciones ciudadanas por su parte, encajonadas entre los discursos absurdos de los líderes mediáticos y la necesidad real de oponerse a la barbarie, se agitan en el vacío, lanzando sus gritos carentes de contenido y que nadie escucha. ¡no a la guerra!, gritan los honestos ciudadanos por todas partes, acompañados por políticos y curas. ¿Querrá decir acaso, ese no a la guerra, sí a la paz? ¿Sí a la paz, esa paz que mata de hambre a millones de personas en todo el mundo, que hace reventar trabajando a otros muchos, que engorda a los de siempre con la miseria de todos? Seguid gritando, entonces, seguid paladeando la impotencia, que el engorde de las cuentas corrientes, que las cotizaciones de las acciones, que los resultados de las grandes empresas exigen hoy, como lo exigirán mañana, la matanza.

Sin proyecto, sin intereses propios, sin nada que oponer a la carnicería que llaman "guerra", el ciudadano y su movimiento, ocupando el espacio de una revuelta que no existe generan el espectáculo de una oposición al sistema y le garantizan tranquilidad para cuando la "paz" regrese a los televisores. Su movimiento y su paz sólo podrán garantizarnos nuevas y más sanguinarias carnicerías. Las falsas soluciones que plantean, las falsas dicotomías que nos presentan, garantizan el orden capitalista y aseguran el brillante porvenir de la industria de la guerra.

La desaparición de la consciencia de clase y su proyecto histórico dejan un espacio en blanco para la contestación, espacio que ha venido a ocupar el ciudadano, su conciencia democrática y su movimiento impotente. Todos los que han desfilado en las históricas y multitudinarias procesiones llenas de civismo y respeto por todo lo que debe ser derribado muestran hasta qué punto el ciudadano es incapaz de hacer nada y de cambiar cualquier cosa. La gran mayoría de quienes han protestado y protestan lo saben: su deambular de manifestación en manifestación no sirve de nada, sus gritos lastimeros no serán escuchados.

Nosotros, malditos proletarios revolucionarios, tenemos la mala costumbre de juzgar a menudo las cosas recurriendo a la historia, es decir a lo que realmente se ha producido hasta ahora. Y estamos forzados a constatar que ninguna guerra se ha detenido jamás mediante las pacíficas protestas de los demócratas.

No estamos, noten esto los señores agentes de la represión democrática, incitando a nada. Señalamos simplemente que las guerras sólo pueden detenerse mediante la lucha, necesariamente violenta, de los explotados contra sus explotadores, empleando para ellos todos los métodos que los explotados tenemos a mano: la huelga salvaje, el sabotaje, la paralización de la producción y la circulación de mercancías, los enfrentamientos callejeros, la insurrección.

Señalamos algo que, si no lo hiciera el sentido común, enseña la historia. Nuestro enemigo no está en ningún país extranjero, no está en Irak pero tampoco (o no sólo) en EEUU o Inglaterra. El enemigo está aquí, junto a nosotros. Son los burgueses autóctonos, los empresarios y los políticos, las empresas españolas, sus intereses, sus negocios, sus realizaciones. Es el Estado español que los representa, su aparato represivo que garantiza la paz aquí para seguir haciendo la guerra en cualquier parte, su aparato de propaganda...

Visto que la paz es inútil para detener la guerra, que ni todo el aparato político y propagandístico de la socialdemocracia ni todas las fuerzas del ciudadanismo en movimiento son capaces de hacer nada contra la masacre, es tiempo de retirarse a roer la derrota o de dar un paso adelante. Transformar la guerra imperialista en guerra social de explotados contra explotadores es el único camino que nos queda. Y en la guerra, señores ciudadanos, no pueden escatimarse medios, ni cegarse con la ideología de la ley y la moral. Mucho más que la paz o la guerra es lo que está en juego en estos tiempos: es la profundización hasta lo aberrante de la barbarie capitalista, o la destrucción completa, consciente, sistemática, violenta y organizada del sistema capitalista por parte de quienes estamos interesados en hacerlo: los proletarios. La pregunta no es "guerra o paz", la cuestión, como siempre, es "comunismo o barbarie".

NI SU GUERRA NI SU PAZ
CONTRA LA GUERRA DE LOS RICOS, GUERRA CONTRA LOS RICOS
EL ENEMIGO ESTÁ ENTRE NOSOTROS: ES NUESTRA PROPIA BURGUESÍA
OTRA GUERRA ES POSIBLE


Tomado de La Haine

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