3 de septiembre 2002
EEUU Y LA GUERRA IMPERIALISTA
Txente Rekondo
Gabinete Vasco de Análisis Internacional
En opinión del autor la guerra contra Irak ya ha comenzado, si es que se puede calificar de periodo de paz la situación que se vive en el país en los últimos años, con continuos ataques de EEUU y Gran Bretaña.Aunque los argumentos para justificar una agresión no se sostienen y la campaña para ganar adeptos en torno a Washington tampoco ha funcionado, Bush está dispuesto a llevar adelante la aventura militar.
A expensas de la "declaración" oficial, pocos pueden ocultar que la guerra contra Irak ha comenzado hace bastante tiempo. Antes de 1991 ese país ya estaba bajo el punto de mira de la diplomacia norteamericana, y la llamada "Guerra del Golfo" no fue sino la escenificación militar de los planes gestados con anterioridad. Y desde entonces, por medio de ataques aéreos, con la política de embargo, con miles de bombas provistas del mortífero uranio empobrecido... la población iraquí vive sometida a esa guerra todavía "no declarada".
Hace tiempo que Bush ha puesto en marcha toda su maquinaria para derrocar a Sadam Hussein. Ha aumentado el apoyo a la denominada oposición iraquí, a través de dinero, armas, entrenamiento militar... También ha incrementado las labores de espionaje dentro de Irak, y desde hace varios meses, ha dado la autorización a sus fuerzas especiales y a la CIA para acabar con la vida de Sadam Husein.
Las amenazas sobrevuelan permanentemente sobre Irak. Parece que EEUU y sus aliados, con el beneplácito de Naciones Unidas, no tienen suficiente con esa política de bloqueo ni con su ración de ataques continuos. Según un informe de UNICEF, uno de cada cinco niños menores de cinco años sufre malnutrición en Irak; en los últimos diez años podían haberse evitado más de 500.000 muertes de menores y la tasa de mortalidad se ha incrementado en 90.000 por año. Por otro lado, la producción de petróleo, base de la economía, ha descendido más del 95%, la exportación de crudo ha bajado más de un 60%, generando todo ello una pérdida de cientos de billones de dólares.
Cada vez son más las voces que se alzan para poner en tela de juicio los argumentos que desde Washington se esgrimen para lanzar su nueva ofensiva:
Las supuestas evidencias de complicidad entre Irak y Al-Qaeda, pese a contar con el apoyo inestimable de la CNN, no parecen convencer ni a los propios militares estadounidenses.
También se está demostrando que desde Washington se intenta exagerar la amenaza militar que hoy en día representa el país. Según la mayoría de datos, en estos momentos el potencial iraquí es menos de un tercio del que pudo llegar a disponer al comienzo de 1991. Y basándose su gran mayoría en personal de tierra. Todo ello además, sin tener en cuenta las declaraciones y acuerdos firmados por Irak y sus vecinos, donde aquél se compromete a no iniciar ningún ataque.
Discurso comparativo de Washington entre Irak y Afganistán. Sin embargo, y pese a la debilidad manifiesta del Ejército iraquí para acciones ofensivas, no parece tan claro que una actitud defensiva no pudiera ocasionar serias resistencias y trastornos al supuesto paseo triunfal norteamericano.
La supuesta unidad contra el terrorismo se resquebraja por momentos en esta ocasión. La mayoría de los países árabes, a pesar de los importantes esfuerzos diplomáticos del gobierno de Bush, se muestran contrarios Los apoyos de los países del golfo en esta ocasión no existen o son escasos, y sobresale la posición de Arabia Saudí, aliado estratégico de EEUU, que en las últimas fechas está variando su política tradicional hacia Washington.
Tampoco puede salir bien parada de todas esas maniobras la propia ONU. A la vista de la coyuntura actual, cualquier intervención unilateral por parte de EEUU, dejaría en entredicho el discurso de "la seguridad colectiva" y remarcaría el papel de convidado de piedra que últimamente desempeña.
Todo apunta a que desde la maquinaria militar estadounidense se están barajando, además de los factores ya mencionados, las posibles alternativas para llevar a cabo su siniestro plan. En las últimas semanas se vienen sucediendo diferentes especulaciones o planes para atacar Irak. Por un lado nos encontramos el ataque masivo, también conocido como "Franks Plan", barajándose la necesidad de utilizar más de 250.000 soldados. En segundo lugar se habla de la opción de la "Alianza del norte", imitando la estrategia empleada en Afganistán, el apoyo táctico de EEUU se complementaría con la formación de tropas en torno a los kurdos del norte y la población chiíta del sur. Finalmente se apunta la posibilidad de un ataque selectivo, coordinando ataques de tropas especiales y de la aviación contra centros estratégicos junto con la toma de Bagdad.
Junto a esas opciones Washington parece haber desistido de otras dos, un golpe de estado dentro del propio Ejército iraquí o un alzamiento popular. En el pasado ambos intentos han acabado en un sonoro fracaso.
Otro de los aspectos que llaman la atención es la inexistencia de alternativas a Husein. Y es aquí donde se pueden encontrar ciertas similitudes con la situación afgana. En estos momentos un desmembramiento del país, similar a la situación que generan las llamadas zonas de "exclusión aérea", generaría un sinfín de problemas para la estrategia estadounidense. Por un lado, desde Turquía se advierte de su oposición a cualquier autonomía para los kurdos, y por otra parte, un sur iraquí en manos de los chiítas no contaría con el beneplácito del Pentágono. Además, la diversidad de intereses y grupos dentro de la llamada "Oposición iraquí" hace muy difícil conjugarlos y mantenerlos unidos en un mismo proyecto.
Como muy bien han señalado fuentes iraquíes, "aunque afirman poder gobernar el país, la mayoría de ellos nunca han visitado Irak. De hecho muchos de ellos no pueden hablar árabe ni ningún dialecto local. Son una postal creada por EEUU y Gran Bretaña, y su número apenas sobrepasa los cien".
Actualmente se libra una lucha dentro del aparato estadounidense. Se enfrentan dos tendencias en el partido republicano, los llamados conservadores realistas alrededor de Powell y los neo-conservadores en torno al Pentágono y a la oficina de Cheney. Una vez más la política interna de EEUU puede llevar a condicionar la situación exterior, con ambas partes dispuestas a utilizar las coyunturas mundiales en aras de lograr sus objetivos internos.
Además otro factor son las elecciones al senado estadounidense de noviembre. Con varios puestos en juego, los republicanos podrían perder varias plazas. De ahí que se esté valorando la posibilidad de aplazar el ataque para después.
Es evidente que Bush no las tiene todas consigo, pero mucho nos tememos que está dispuesto a seguir con su estrategia. Sin ningún tipo de apoyo entre la población iraquí, que de momento se muestra partidaria de su líder, con una alianza cada vez más agrietada y opositora a los deseos de Washington y con una opinión pública en contra de sus caprichos, la política de Washington hacia Irak debería variar ya.
No caben dudas, la ecuación no está dando las sumas deseadas a EEUU y esa frustración puede llevar a Washington a actuar unilateralmente, intentando demostrar su dominio absoluto. Las consecuencias pueden ser muy graves, y las reacciones más dolorosas que las que se propiciaron tras el 11-S.
No obstante, parece que Bush junior está dispuesto a continuar su batalla particular. Tal vez esa futura guerra sea conocida como "la guerra del hijo del padre de todas las guerras", y como aquélla, la población iraquí será la más perjudicada y quizá el resto de la población mundial también. -
fuente: Gara
Tomado de RESUMEN LATINOAMERICANO Nš 172
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