17 de marzo

29 de marzo del 2003

América Hiper-potencia y América Latina

Isaac Bigio
Analista Internacional

Tras la división de Naciones Unidas y la mayor guerra en lo que va del milenio surge la interrogante de cual será la relación entras las dos Américas. La del norte se quiere transformar en el único árbitro y gendarme del planeta. La que está al sur del Río Grande se encuentra dividida y en la encrucijada. ¿Que puede pasar?

Lo que se denomina 'América Latina y el Caribe' es una cuarentena de países que tienen en común haber sido colonias de dominadores europeos y en estar bajo la dependencia de Washington. Cada vez que los EEUU han crecido se ha modificado su relación con su llamada 'patio trasero'.

Hasta la primera guerra mundial la potencia predominante en esa región era Gran Bretaña. En la entre-guerra los EEUU avanzan pero sigue habiendo presencia de otras fuerzas europeas. Tras la caída alemana y el debilitamiento anglo-francés, los EEUU pasan a convertirse en hegemónicos en el resto del continente. Tras la revolución cubana surge el intento del otro campo de penetrar en la región y algunos gobiernos 'tercermundistas' tratan de maniobrar entre las dos potencias para sacar adelante un modelo de desarrollo estatista y proteccionista.

Cuando la URSS empieza a retroceder en los ochentas y se van imponiendo las democracias con políticas de austeridad fondomonetaristas en América Latina, la región se va uniformizando políticamente. Las viejas dictaduras castrenses que el Pentágono auspició o toleró para frenar al comunismo ya no eran necesarias y sus efectos eran contraproducentes pues producían revoluciones como la nicaragüense y grandes protestas sociales como en el cono sur, y generaban inestabilidad y corrupción. La democratización formal se presentaba como la mejor vía para implementar la liberalización económica e ir desmantelando el viejo modelo de industrialización vía substitución de importaciones mediante fuerte inversión estatal. Las nuevas democracias representativas ayudaban a cooptar a la izquierda al nuevo sistema. Los antiguos guerrilleros eran impulsados a seguir el camino del MIR boliviano, el M19 colombiano o los insurgentes centroamericanos para cambiar las balas por las boletas electorales.

En los noventas toda la región va adoptando democracias multipartidarias con modelos económicos neo-liberales. En algunos países como Brazil la liberalización no es completa pues hay sectores que pugnan por proteger industrias nacionales. Chile es presentado como un ejemplo y los socialistas llegan a la Moneda para seguir administrando el sistema monetarista que su anterior derrocador impuso.

Cuba se mantiene como una isla política marginada de la OEA. Con la desintegración soviética el castrismo se aproxima a España y la Unión Europea, y va privatizando algunos servicios sin renunciar al control partidario sobre la economía y la sociedad.

El Este Asiático y Europa avanzan en la región. Multinacionales españolas tienden a beneficiarse de muchas privatizaciones. Sin embargo, ni la UE ni Japón se transforman en fuertes contrapeso a Washington tras los cuales algunos países pudiesen negociar. Un nuevo elemento es las cumbres anuales presidenciales ibero-americanas en las cuales las viejas potencias coloniales (España y Portugal) crean un foro permanente donde se mantienen niveles de crítica a EEUU (relación con Cuba, Kyoto, etc.) y se busca un puente entre el dólar y el euro. Mas, España no pretende rivalizar con la potencia que hace un siglo le echó de Cuba, y Aznar concibe que la mejor forma de revitalizar la influencia de su país en su anterior imperio es yendo tras la única hiper-potencia.

La nueva guerra contra Irak marca un nuevo giro. EEUU ya no sólo quiere ser la única super-potencia sino que está dispuesta a pasar por encima de la ONU y realizar intervenciones preventivas aunque el mundo se le oponga. La experiencia de las intervenciones en el caribe ahora se extiende al este.

Ninguno de los países latino americanos ha condenado la guerra. Los socialistas chilenos incluso estuvieron dispuestos a poder avalar ésta si se daba al cabo de algunas semanas de prueba. Sin embargo, sólo tres de ellos (Nicaragua, El Salvador y Colombia) se han sumado a la coalición atacante. Las dos primeras son naciones que reciben mucha ayuda estadounidense y que vienen de guerras civiles en los cuales EEUU fue esencial para ayudar a los actuales gobernantes. Uribe plantea que Colombia debe convertirse en otra prioridad anti-terrorista como Afganistán y demanda una fuerte intervención armada y socorro extranjero.

En la mayor parte de los países latino americanos existe una reserva frente a esta guerra. Los diplomáticos teme que pasar por encima del consejo de seguridad puede abrir una ley de la selva y sembrar las condiciones para que un solo estado quiera imponerse al margen de la legalidad internacional. Quienes quisieran estar en mejores condiciones para negociar aranceles bajos o nulos para sus exportaciones al mercado estadounidense y aminorar intereses o deudas hacia los bancos norteamericanos, sospechan que un exagerado fortalecimiento de Washington podría poner sus condiciones de transacción en inferioridad.

Dentro de segmentos de la población existe incluso un sentimiento de solidaridad con Irak. Mientras gran parte de la prensa presenta el conflicto como una lucha entre democracia y dictadura, para muchos sectores populares es una pelea entre un David que quiere defender su país y un Goliat que quiere apropiarse de sus recursos naturales.

Uribe y Aznar encabezan al sector que quisiera una pronta y poco sangrienta victoria militar. Ello ayudaría a fortalecer su política dura interna contra las FARC-ELN y ETA, así como a sus políticas económicas de mayores incentivos a los grandes capitales.

Gobiernos como el de Brasil, Ecuador o Venezuela mantienen una actitud crítica. El primero apunta a potenciar al MERCOSUR por encima del ALCA. Dirigentes del gobernante Partido de los Trabajadores vienen promoviendo marchas y el boicot a consumir productos norteamericanos.

Lo dos segundos no quieren debilitar a la OPEP. Tampoco quieren que el ulterior control anglo-americano del segundo yacimiento de oro negro en el medio oriente ayude a bajar el precio de su principal fuente de divisas.

Para muchos sindicatos mientras peor le vaya a EEUU en esta guerra tanto mejor para ellos pues podrían valerse de ese debilitamiento para restringir el poder de las multinacionales y conciben que así podrán incrementar condiciones laborales y salarios.

La guerra ha de generar un fuerte impacto en América sud y central. Si la resistencia iraquí crece ello impulsará a las protestas populares y a la guerrilla colombiana. También puede ayudar a algunos gobiernos a crear espacios de presión para la negociación con Washington. Una contundente victoria anglo-americana ayudará a quienes proponen abrir plenamente a las economías y tener una política dura hacia levantamientos sociales. Mientras tanto, las 4 potencias continentales euro-asiáticas (Francia, Alemania, Rusia y China) tratarán de sacar provecho de un desgaste norteamericano para ir avanzando en la región.


(*) Isaac Bigio es un analista internacional formado en la London School of Economics & Political Sciences. En ésta, considerada la principal universidad internacional especializada en ciencias sociales, él ha obtenido grados y postgrados en Historia y Política Económica, y ha enseñando.

Su especialidad son países en conflicto y transición entre distintos sistemas sociales. Ha pasado por las aulas del Instituto Europeo, la Escuela de estudios Asiáticos y Orientales, la escuela de Estudios Eslávicos y Europeo Orientales así como en otras dependencias de la Universidad de Londres.

Sus artículos han sido publicados en unos 200 medios en 5 continentes. En 1998 obtuvo 2 Premios significativos: el de la Excelencia de Dillons-Waterstone (la mayor librería británica), y el E.H. Carr del Departamento de Política Internacional de la Universidad de Gales, Aberyswyth (el primer departamento de dicha disciplina en el mundo).


Tomado de www.mbr200.com

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