Viernes 21 de marzo de 2003
SOLO LOS PUEBLOS PUEDEN HACERLO
Cuauhtémoc Amezcua Dromundo
ARGENPRESS.INFO
'Nosotros los pueblos de las Naciones Unidas resueltos a preservar a las generaciones venideras del flagelo de la guerra que dos veces durante nuestra vida ha infligido a la Humanidad sufrimientos indecibles...' Así empieza el texto de la Carta de las Naciones Unidas, documento suscrito el 26 de junio de 1945, que dio origen a la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
Recién había concluido la Segunda Guerra Mundial. El Eje nazifascista, integrado por Alemania, Italia y Japón, con Hitler, Musolini e Hiroito al frente de esos Estados, practicó la agresión unilateral con los pretextos más pueriles y cínicos. Nada que explicara su conducta, meros pretextos. Lo que los países del Eje querían era expandir su dominio por el mundo. Conquistar otros territorios por la vía de las armas. Para esos fines, no dudaban en violar el derecho internacional. Por su parte, Estados Unidos, Inglaterra y las demás potencias occidentales prohijaron sus fechorías. Pretendían usar al Eje nacifascista como instrumento para desaparecer a la Unión Soviética. La en ese entonces floreciente Patria del Socialismo les quitaba el sueño. Era el primer caso en el que los trabajadores, el pueblo, se habían liberado y duraban ya varias décadas sin que el imperialismo pudiera doblegarlos. La construcción del nuevo régimen, sin explotadores ni explotados, caminaba con ritmo impetuoso. Sus avances eran notables en todos los frentes. Las potencias imperialistas temían que su ejemplo liberador se expandiera por el mundo y ya no pudieran detenerlo. De allí su apoyo real, apenas disfrazado, al nazifascismo, sobre todo a Hitler.
La guerra fue una terrible pesadilla para la Humanidad como no se había dado otra. Segó decenas de millones de vidas. Por eso surgió la ONU. Para evitar que hechos semejantes se dieran una vez más. Por lo menos esa fue la buena intención. Así quedó plasmado de modo claro en su Carta constitutiva. Su fin primero sería '... mantener la paz y la seguridad internacionales...' (artículo 1 de la Carta de las Naciones Unidas).
Durante décadas la ONU funcionó, aunque lo hizo cojeando. El recuento de sus fallas históricas da una larga lista. Agresiones, bombardeos, ataques unilaterales contra países en todos los continentes, que caminaron impunes, que la ONU no paró. Volteó los ojos hacia otro lado. Fingió que no existieron. Los dejó pasar, en contra de los deberes que le asigna su Carta fundacional. Y Washington fue el principal, casi el único agresor. Así lo registra la Historia.
Pero hoy las circunstancias son distintas, peores que en otros tiempos, a causa de la fase muy aguda a que ha llegado la crisis del sistema capitalista mundial. El grupo que tomó en sus manos el gobierno en Washington tiene como estrategia el empleo de la fuerza bruta para así dirimir la batalla interimperialista frente a la Unión Europea y Japón y, al mismo tiempo, la batalla para someter en definitiva a todos los pueblos del mundo. No ve otra salida ni aun para la supervivencia de Estados Unidos como gran potencia mundial, que la de imponerse por medio de las armas, único ámbito en el que nadie disputa su superioridad. Y esa estrategia desemboca en la 'guerra infinita' que ya proclamó Bush. En la agresión permanente, sistemática y sin final, hoy contra un país, mañana contra otro, según lo vaya decidiendo el complejo militar industrial. Y en un fascismo en escala global. Esa es la pretensión.
Por todo esto, la ONU está bajo amenaza de muerte. Corre el riesgo de ser desbordada mucho más que lo fue su antecesora, la Liga de las Naciones. Esta, por Hitler y sus aliados, que simplemente la hicieron a un lado y se lanzaron a atacar a quienes quisieran. Aquella puede serlo por quienes juegan hoy un rol muy semejante, Bush y los suyos. Ha surgido un nuevo Eje nazifascista, integrado por Bush, Blair y Aznar, y se dispone a agredir de modo unilateral a Irak. Quiere pasar por encima de la ONU y del derecho internacional. Sus argumentos son tan cínicos y pueriles como fueron los de Hitler. Su conducta es idéntica, como una calca. Aunque las armas de hoy son más terribles que las que tuvo Hitler o soñó llegar a tener. Su poder es más mortífero. En esto no existe punto de comparación. Para la Humanidad, el peligro es mayor.
Bush acusa al gobierno de Irak de poseer armas de destrucción masiva y de no querer desarmarse. Dice que mientras las tenga será una amenaza. Para desarmarlo, pondrá en uso el más amplio y temible arsenal de ese mismo tipo de armas que jamás haya existido. Y que la ONU no le objeta que las posea ni que las use. Con el pretexto de deponer a Saddam Hussein, Bush se dispone a lanzar millares de bombas sobre Irak, terribles, diabólicas. Acusa a Hussein de ser un dictador y dice que quiere liberar al pueblo de ese país. Para ese fin se dispone a masacrarlo. Bush afirma, poniendo cara seria, hasta solemne, que ésa es la manera de llevar la democracia a Irak. ¡Vaya! Y con el alegato de que Hussein ha matado a miles de iraquíes, Bush se dispone a matar a muchos miles, a decenas de miles más.
Y como nada de eso le aprobó la ONU a pesar de sus esfuerzos, chantajes y amenazas, Bush optó por simplemente hacerla a un lado. Como a cualquier cachivache inservible. Igual que actuó Hitler con respecto de la Liga de las Naciones. Y así la dejó su conducta, inservible. Hoy Bush, y sus socios menores, aunque no por ello menos criminales, junto con la ONU, dejan de lado toda la legalidad vigente. Se ponen al margen de la ley.
¿Qué va a hacer la ONU ante el atropello? Si es fiel a su razón de existir, tendrá que '... suprimir los actos de agresión...' (artículo 1) Tendrá que atar las manos del agresor, que en este caso hasta anuncia su fechoría por adelantado, con desfachatez. Tendrá que sancionarlo en los términos del capítulo VII de la Carta. Deberán darse resoluciones inmediatas, enérgicas de los órganos competentes de la ONU. No importa el poderío del agresor. Si no lo hace, la ONU habrá muerto aunque siga allí. Será un cascarón vacío, un cadáver insepulto, una víctima más de Bush y su insana forma de enfrentar ésta que es la peor crisis del sistema capitalista mundial. ¿Lo hará la ONU? Es remoto que así suceda. ¿Entonces?.
Entonces, quienes tendremos que atar las manos del imperialismo somos los pueblos del mundo. Todos. Y en lo particular el hermano pueblo de Estados Unidos, que mucho puede hacer al respecto. Nos toca esa tarea. Nos cabe esa responsabilidad. Nadie lo hará por nosotros. En tanto no lo hagamos, la amenaza estará allí, pendiendo sobre nuestras cabezas. Las de todos los pueblos del mundo. Ayer, Bush, y los poderes reales atrás de Bush, escogieron a Afganistán. Hoy ha sido Irak. Mañana...
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