21 de marzo del 2003
Peter Rosset
Agencia Latinoamericana de Información
Desde hace unos años, Estados Unidos está sumergido en una crisis de múltiples dimensiones, cada vez más complejas y profundas. En primer lugar, viene sufriendo una pérdida de competitividad de la industria norteamericana frente a la europea y asiática. Este problema ha ido creciendo durante varias décadas. Paralelamente, con el fin de la guerra fría, se produjo un distanciamiento paulatino entre los EE.UU. y sus aliados tradicionales. Al mismo tiempo, crece la crisis de legitimidad del modelo neoliberal a nivel interno, primero por la creciente polarización social dentro del mismo EEUU (desempleo, criminalidad, corrupción), y segundo por escándalos como los de Enron, WorldCom, etc. A lo que se suma la crisis de legitimad electoral del Presidente Bush y, fundamentalmente, el contexto de recesión profunda en que se encuentra actualmente la economía norteamericana.
Con tantos problemas, ¿quién puede sorprenderse de que los poderosos en Estados Unidos lancen una guerra? Es una vieja táctica de los presidentes para estimular la economía y distraer la atención de la población de los problemas en casa. Pero con una mirada un poco más profunda, encontraremos también los estrechos vínculos entre la guerra y la militarización con la fanática defensa norteamericana del llamado "libre comercio".
En ambos casos, los Estados Unidos buscan reconquistar su lugar hegemónico en el mundo, económica, política y militarmente. En este contexto, ¿cuáles son los propósitos de la militarización norteamericana de América Latina, el Oriente Medio, Europa del Este y Asia? ¿Y de la guerra anunciada contra Irak? En primer lugar, y de forma muy evidente en el caso del petróleo y de los recursos de Amazonia, el control sobre los recursos estratégicos. También está el viejo lema "hacer el mundo seguro para las corporaciones e inversionistas" de los EEUU, dando cobertura militar a la libre extracción de ganancias y protegiendo a sus inversiones de capital. La guerra contra Irak cumple un doble propósito, además de distraer al electorado norteamericano: pretende controlar los recursos petroleros del Oriente Medio, y servir como ejemplo demostrativo para los demás países del Sur, rodeados por bases militares norteamericanas. O sea, "¡pórtense bien, o verán lo que les pasa!" No estamos frente a una guerra localizada: se trata de una verdadera guerra global de recolonización.
Ahora, si analizamos los objetivos de los tratados de libre comercio (OMC, ALCA, TLCAN y acuerdos bilaterales), encontramos que hay una gran semejanza con los propósitos de la guerra y la militarización. A través de estos acuerdos, se garantiza a las corporaciones del Norte el acceso libre a los mercados del Sur, eliminando toda barrera a la libre extracción de ganancias, y además, su control sobre los recursos (petróleo, agua, recursos genéticos, etc.) a través de la privatización a manos de trasnacionales con casa matriz en el Norte. En otras palabras, la misma recolonización. O sea, el libre comercio es guerra por otras vías.
Esto nos plantea una duda. Si ya existe la OMC, ¿por qué EEUU busca también el ALCA? Si se firman los acuerdos de la OMC en la próxima reunión Ministerial a celebrarse en Cancún en Septiembre del 2003, significará la consolidación normativa de todos los países dentro de una gran economía global. En esta gran economía global, la industria norteamericana tendrá que confrontar su baja competitividad, sobre todo frente a Europa, Japón y China. Frente a este escenario, EEUU quiere asegurarse reservas privadas, donde sus corporaciones tengan mayor acceso que las demás, garantizando una ventaja estadounidense. Estas reservas privadas son el ALCA, el TLCAN y los acuerdos bilaterales.
Con la guerra contra Irak, con las nuevas bases militares a lo largo y ancho de Sur, y con el ALCA, TLCAN y los acuerdos bilaterales, los EEUU buscan la ventaja frente a sus competidores en la nueva guerra de colonización del Tercer Mundo. Una guerra militar y de libre comercio. Una guerra que además de sus terribles impactos sobre los pueblos del Sur, también tiene efectos devastadores internamente. A causa del "libre comercio", ya casi se ha eliminado la agricultura familiar del campo norteamericano, se ha generado desempleo y desesperación social en el país. Con los recortes sociales que amortizarán el costo de la inminente guerra contra Irak, se intensificarán estos problemas. Por todo esto, en este momento histórico es imprescindible vincular los movimientos contra la guerra en el Norte y en el Sur, entre sí y con el movimiento mundial contra la globalización neoliberal que representan los acuerdos de libre comercio. El "libre comercio" no es nada más que la guerra por otras vías, guerra contra todos los pueblos, en el Norte y en el Sur.
Tomado de Rebelión
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