17 de marzo

6 DE ABRIL DE 2003

La reconstrucción de Irak, vendida

El negocio de la guerra

CARMELO RUIZ MARRERO*
Masiosare

El pastel de la reconstrucción de Irak ya está repartido. Cinco empresas estadunidenses -Halliburton (el vicepresidente Dick Cheney dirigió esta compañía), Bechtel, Fluor, Parsons y Louis Berger Group- fueron "invitadas" por la USAID para participar por contratos que permitan rehacer la infraestructura petrolera, reparar carreteras, puentes, escuelas, mezquitas y hospitales.

Según el periódico inglés The Independent, USAID está actuando bajo procedimientos de emergencia, los cuales le permiten otorgar licitaciones a compañías privadas selectas sin pasar por los procesos requeridos para evitar favoritismos y conflictos de interés.

Estos contratos tienen un valor combinado de 900 millones de dólares y podrían ser el trabajo de reconstrucción más grande desde la Segunda Guerra Mundial

HALLIBURTON, COMPAÑA DE CONSTRUCCION que dirigió el vicepresidente estadunidense Dick Cheney, goza de un leonino contrato del Pentágono para reconstruir la infraestructura petrolera iraquí tras la guerra. Y lejos de haber roto todo vínculo con la empresa tras obtener la candidatura la vicepresidencia en 2000, Cheney recibe hasta el día de hoy un millón de dólares al año de Halliburton.

Halliburton es una de cinco corporaciones estadunidenses "invitadas" por la Agencia Internacional de Desarrollo (USAID) para participar por contratos para reconstruir a Irak una vez terminada la guerra. (Las otras cuatro son Bechtel, Fluor, Parsons y Louis Berger Group). Estos contratos tienen un valor combinado de 900 millones de dólares y podrían ser el trabajo de reconstrucción más grande desde la Segunda Guerra Mundial, sólo comparable al Plan Marshall.

Los contratos incluyen, además de la reconstrucción de la infraestructura petrolera -la especialidad de Halliburton-, la reparación de escuelas, mezquitas, hospitales, carreteras y puentes. Según el periódico inglés The Independent, USAID está actuando bajo procedimientos de emergencia, los cuales le permiten otorgar licitaciones a compañías privadas selectas, sin pasar por los procesos requeridos para evitar favoritismos y conflictos de interés.

La información sobre el jugoso contrato de Halliburton proviene de un documento del Departamento de Defensa estadunidense hecho público por el diario San Francisco Chronicle. En el artículo en cuestión, publicado el 8 de marzo pasado, se lee que el contrato no significa que la compañía tendrá acceso privilegiado a contratos futuros mayores para la reconstrucción de ese país petrolero.

Pero, por otro lado, el periódico británico The Guardian afirma que el contrato del Pentágono pone a Halliburton en una excelente posición para obtener grandes contratos una vez que se rehabilite la industria petrolera iraquí, y que las cinco compañías agraciadas tendrán una ventaja incomparable para negocios futuros en Irak.

El contrato de Halliburton lo tiene su subsidiaria Kellog Brown & Root, la cual obtuvo 33 millones de dólares por contratos del gobierno de Estados Unidos para construir el campo de concentración en Guantánamo, donde están presos los combatientes afganos.

Cheney, quien fue secretario de Defensa durante la administración de George Bush padre, fue jefe de Halliburton de 1995 a 2000. Los clientes de la empresa incluyen a Exxon-Mobil, Unocal, Chevron y Shell.

Tras su fusión con el conglomerado Dresser Industries, la cual fue impulsada por Cheney, Halliburton es ahora un gigante corporativo con 100 mil empleados y operaciones en más de 130 países. Es el mayor patrón privado de Texas y una de las 100 empresas más grandes de Estados Unidos.

Bajo el liderazgo de Cheney, la compañía aumentó el valor de sus contratos con el gobierno federal a 2 mil 300 millones de dólares, casi el doble de lo que obtenían antes. Además, en esos cinco años donó 1.2 millones de dólares al Partido Republicano.

Pero a pesar de tan buena fortuna y de tener amigos en lugares altos, Cheney recurrió a ingeniosos trucos de contabilidad para hacer que las finanzas de Halliburton lucieran mejor de lo que realmente eran. El pasado mes de julio, la agencia fiscalizadora Securities and Exchange Commission anunció una investigación de las finanzas de la compañía, lo que ocasionó que el valor de sus acciones bajara de 60 a 13 dólares. ¿Quién auditaba a la compañía? Nada menos que la firma Arthur Andersen, la misma que certificó como buenas las finanzas de Enron.

(Para más información: http://www.corpwatch.org/)

* Catedrático en el Instituto de Ecología Social y becado de la Society of Environmental Journalists y el Environmental Leadership Program.


Tomado de La Jornada

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