17 de marzo

17 de marzo del 2003

PERU: DIPLOMATICOS DE CARTON PINTADO

¡No a la guerra!

Herbert Mújica Rojas

La tradicional posición diplomática peruana ha sido de respeto a la Carta de Naciones Unidas y de un apoyo a la no intervención. No cabe duda que Naciones Unidas es una armazón burocrática, inútil, ninguneada por Estados Unidos del cowboy George Bush, pero aún existe y en sus temblores agónicos representa siquiera un vagido de cordura en el mare magnum internacional.

Para un país sin importancia estratégica a nivel mundial, militarmente en apuros y acosado por un empobrecimiento crónico de la gran mayoría de su población, como es el caso del Perú, el único paraguas de protección en el plano internacional frente a cualquier tipo de agresión lo da el derecho internacional y más concretamente la Carta de Naciones Unidas.

Por tanto, indigna el alineamiento tan servil que ha demostrado Perú con respecto a los mil y un intentos de Estados Unidos de convencer al mundo que la guerra -su guerra- nos es particularmente útil. Hay algunas consideraciones que no pueden ser soslayadas aunque la prepotencia norteamericana actual haya convertido a este derecho en una torcedura a voluntad de quien tenga el poder fáctico y demostrable.

En virtud de la Carta de San Francisco, son sólo dos las formas en que se puede recurrir al uso de la fuerza: por legítima defensa (que no es el caso por no haber agredido militarmente Irak a Estados Unidos) y de conformidad con el Capítulo VII sobre la acción colectiva para mantener la paz. Si en los próximos días el Consejo de Seguridad no aprueba este curso de acción o el texto americano-británico es vetado por Francia, Rusia o China, entonces Estados Unidos quedará imposibilitado de atacar Irak.

El mundo está en ascuas y quienes se enriquecen son los países productores de petróleo. Aquí ya hemos venido padeciendo estas subidas violentas y degeneradoras de presupuestos y canastas familiares. Gracias a los contratos de privatización entreguistas los peruanos pagamos nuestro propio petróleo a precios internacionales. El absurdo tiene mucho que ver con vendepatrias como Jaime Quijandría y otros cómplices, finamente enquistados en el gabinete del presidente Toledo.

La Carta de Naciones Unidas puede decir algunas lindezas pero ellas sólo serán válidas para Estados Unidos si coinciden con sus aspiraciones hegemónicas renovadas por ausencia de adversarios y porque detrás de toda guerra hay chacales dispuestos a comerse la carroña de sangre, sudor y lágrimas que hacen carne entre los más débiles. Ya ha sido denunciado que hay un plan de reconstrucción de los campos de guerra a posteriori de ésta y que la mayoría de empresas, sino todas, son estadounidenses.

Como suele ser costumbre, Torre Tagle no ata ni desata. Su servidumbre mentecata para con el Tío Sam es ridícula y obsecuente. Por eso, los viajes del canciller Allan Wagner, al Polo Sur a comprobar si le había crecido pelo a la pareja de pingüinos peruanos Manco Cápac y Mama Ocllo y a Malasia (gastándose en turismo la friolera de U$S 42 mil dólares) constituyen una demostración evidente que aquí no tenemos diplomacia y menos diplomáticos. Apenas viajeros frívolos y con plata ajena.

Hay que romper el pacto infame y tácito de hablar a media voz.

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