12 de marzo del 2003
ELIE WIESEL
Emilio J. Corbière
El premio Nobel de la Paz Elie Wiesel, apoya la cruzada de neocolonial de George W. Bush. Es decir la guerra, la matanza de los iraquíes y la invasión petrolera.
El premio Nobel de la Paz, Elie Wiesel, publicó una nota en 'The Angeles Times', que se puede encontrar en la edición de 'Clarín' del 12 de marzo, en donde formula un conjunto de errores históricos y en donde apoya la guerra e invasión de Irak. Resulta sorprende que este intelectual que ha escrito más de 40 libros, que sufrió cuando era niño la 'Shoa', la matanza de su pueblo a manos del criminal nazismo, se incorpore hoy al minúsculo grupo de intelectuales y periodistas que apoyan la política belicista de Bush, Donald Rumsfeld y Dick Cheney, una guerra que no va a implantar ninguna democracia y que será una matanza más del neocolonialismo.
Wiesel recurre a un ejemplo erróneo. Dice que el hombre fuerte de Irak que ha perseguido brutalmente al pueblo kurdo es un 'nuevo Hitler' y que hay que pararlo ahora mediante la guerra de exterminio, como la anuncia Bush (3100 misiles, una superbomba y otras sofisticaciones brutales). La jefatura del Pentágono y los militares en el campo de la invasión han debido reconocer que no podrán diferenciar objetivos militares ni civiles. Ante denuncias de parlamentarios británicos, el órgano militar inglés debió reconocer que utilizarán uranio empobrecido tanto para sus bombas, como para blindajes y otros elementos militares.
Lo de Wiesel es parte del desconcierto y de la crisis ética de sectores intelectuales y políticos que apoyan a Bush en su plan de barbarie. Saddam Hussein es un dictador del Tercer Mundo, de la periferia, no es la Alemania nazi de los '30, una potencia capitalista en expansión que buscaba por todos los medios la conquista de mercados mediante una ideología racista y brutal. Los hechos violentos de Saddam Hussein, terribles en cuanto a la utilización de armamentos químicos contra el pueblo kurdo y el establecimiento de un régimen férreo contra los chiítas no constituyen para la humanidad un peligro mundial como el de Hitler. Hay sí una tensión entre la periferia islámica, africana o latinoamericana, ahora se incluye también a la 'vieja Europa' (Francia y Alemania entre muchos otros) a los que se suman Rusia, China y otras naciones asiáticas y de otras regiones que se enfrentan con la superpotencia que busca expandir su poderío hegemónico, apoderarse de los pozos petroleros y de otras riquezas, como objetivo central de una nueva dictadura mundial, al decir de Noam Chomsky.
Justamente el neofascismo de la globalización imperialista, que ha entrado en crisis, aunque ello signifique todavía la muerte de centenares de miles de personas, es la nueva forma del siglo XXI de totalitarismo con falsa máscara de democracia. Esta a la vista, que en Kuwait los EE.UU. no establecieron ningún tipo de democracia liberal, ni existe democracia en los gobiernos de los emires autocráticos desde Jordania a Arabia Saudita y la dictadura que impera en Pakistán.
El mundo enfrenta otros problemas. Una sublevación de la periferia irredenta en la clave del integrismo fundamentalista, un nuevo fenómeno de masas, que justamente no representa Hussein, ya que su gobierno dictatorial mantiene un difícil equilibrio entre la mayoría chiíta y la minoría sunnita que el expresa. Lo que vendrá después de la masacre será la dominación, la guerra interna, las guerras étnicas y religiosas, es decir las contradicciones secundarias. No vaya a ser que las contradicciones principales sociales, desmientan el 'fin de las ideologías'. El escritor Wiesel se coloca junto a los epígonos de la extrema derecha del Partido Republicano, agregando una cuota de mentira histórica y cinismo. Tal es la situación trágica que nos hace recordar los escritos de Emil Ludwig y Stefan Zweig en la entreguerra del siglo XX, donde a la angustia que vivían grandes masas humanas se sumó la complicidad de muchos que por sus dotes personales debían defender la ética, y en cambio apostaron al terror nazifascista.
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