17 de marzo

12 de septiembre del 2002

Objetivo Bagdad

Alain Gresh
Le Monde Diplomatique

Traducido para Rebelión por Rocío Anguiano

"Ha utilizado armas químicas contra su propio pueblo y contra los pueblos vecinos" "Ha invadido países fronterizos" "Ha asesinado a miles de conciudadanos" La consejera para la Seguridad Nacional del Presidente Georges W. Bush, Condoleeza Rice, desgrana las razones "ineluctables" que, según ella, llevan a Estados Unidos a intervenir en Irak y a destituir al Presidente Saddam Hussein (1). Estos son los argumentos irrefutables: en septiembre de 1980, el régimen de Bagdad se lanzaba al asalto de Irán , iniciando uno de los conflictos más sangrientos desde la Segunda Guerra Mundial; al verse en dificultades, recurría, en efecto, al uso de armas químicas antes de gasear, en Halabja, en marzo de 1988, a cinco mil kurdos iraquíes. ¿Inició entonces Washington una cruzada contra este "sanguinario tirano"?.

La prensa americana acaba de confirmar que, en aquella época, unos sesenta oficiales estadounidenses suministraban secretamente al Estado Mayor iraquí "información detallada sobre la situación de las fuerzas iraníes" y que comentaban con él los planes de guerra. Estos consejeros fueron informados de la utilización de gas -prohibida por la convención de Ginebra- pero no se opusieron "porque pensaban que Irak luchaba por su supervivencia".

Por otra parte, la Administración Reagan restablecía a partir de 1984 sus relaciones diplomáticas con Bagdad - rotas desde la guerra de 1967- y borraba a Irak, que era proclamado por occidente como el baluarte contra la "revolución islámica", de la lista de países que apoyaban el terrorismo. El señor George Bush padre, que llegó a la presidencia en enero de 1989, firmaba una directiva en la que el cinismo y la estupidez se daban la mano: "Las relaciones normales entre Estados Unidos e Irak serían útiles para nuestros intereses a largo plazo y contribuirían a la estabilidad en el Golfo y en Oriente Próximo. Debemos incitar a Irak a moderar su comportamiento para poder incrementar nuestra influencia en la zona"

A lo largo de este periodo, sociedades americanas exportaron a Irak, con el aval del Departamento de Estado, productos susceptibles de servir para fabricar armas bacteriológicas (3). Así se entiende que la "comunidad internacional", tan preocupada en los años noventa por narrar la historia del programa iraquí de armas de destrucción masiva, no haya investigado nunca las compañías extranjeras que ayudaron a Bagdad, que van desde Estados Unidos a Alemania pasando por Francia; demasiados gobiernos occidentales implicados.

Ahora, se plantea en Estados Unidos el debate sobre el revocamiento militar del presidente Sadam Hussein, que, siendo polémico, se centra más en los medios que en los fines. La pregunta que se plantea no es ¿debemos ir? sino ¿ cómo ir? Las reticencias de los aliados árabes -preocupados por la inmunidad total del gobierno de Ariel Sharon- y europeos lo único que harán es retrasar el inicio de esta primera guerra preventiva del siglo XXI.

Oficialmente, esta operación tiene como objetivo las armas de destrucción masiva de Bagdad. Recordemos que el desarme de ese país fue exigido por la resolución 687 del Consejo de Seguridad de la ONU, aprobada el 3 de abril de 1991. El punto 14 del texto señala que estas medidas "se enmarcan en un programa cuyos objetivos son crear en Oriente Próximo una zona exenta de armas de destrucción masiva y de mísiles- vectores".

Este "programa" regional no se emprendió nunca. Todas las acciones se centraron en Irak que fue sometido a un mortífero sistema de embargo que mata de hambre a su población, disgrega la sociedad y encima refuerza el régimen de Sadam Hussein. Entre 1991 y 1998, inspectores de la ONU llevaron a cabo dentro del país un impresionante trabajo, cerciorándose de la desaparición del programa nuclear, de la casi totalidad de los mísiles y de una parte importante de las armas químicas. Además, se puso en marcha un sistema de control a largo plazo con un sistema de cámaras de vigilancia en decenas de sitios. Por fin estábamos en la vía del desarme y del final del embargo. Pero en realidad Washington tenía, de otros objetivos.

Rolf Ekeus, que dirigió a los inspectores de las Naciones Unidas en Irak entre 1991 y 1997, reveló recientemente que Estados Unidos no sólo había utilizado a los inspectores para tareas de espionaje, sino que "había presionado para que éstos llevaran a cabo misiones controvertidas desde el punto de vista iraquí dando lugar a una situación de bloqueo que podía justificar una acción directa (4)". Fue lo que sucedió en diciembre de 1998 cuando Washington decidió bombardear Irak, sin el aval de la ONU, forzando a los inspectores a retirarse y dejando desde entonces el programa de armamento iraquí fuera de cualquier control.

La Casa Blanca tampoco busca esta vez el regreso de los inspectores, sino más bien un pretexto para una aventura militar que puede profundizar aún más el abismo existente entre el mundo musulmán y Occidente. ¿Quién sabe cuáles pueden ser las consecuencias de semejante empeño en una zona sacudida por la ofensiva del gobierno israelí contra los palestinos?

Brent Scowcroft, antiguo consejero del presidente Bush padre, ha lanzado una advertencia: "Como en 1991, Israel sería la primera víctima de la guerra (...) Ahora la utilización de armas de destrucción masiva podría provocar una respuesta israelí, quizá con el uso de armas nucleares, lo que desencadenaría un Armageddon en Oriente Próximo (5)".

Notas

(1) BBC, Londres, 15 de agosto de 2002

(2) The New York Times, 18 de agosto de 2002

(3) Informes del Senado estadounidense de 1994 citados por William Blum, "What The New York Times Left Out", Znet Commentary, 20 de agosto de 2002.

(4) The Financial Times, Londres, 30 de Julio de 2002.

(5) The Wall Street Journal Europe, 15 de agosto de 2002.

Tomado de Rebelión

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