17 de marzo

19 de Marzo de 2003

Bagdad se alista para vivir su peor pesadilla

Robert Fisk
The Independent

Bagdad, 18 de marzo. La oscuridad ha comenzado a descender, la niebla de ansiedad cae sobre todas las personas que se dan cuenta de que enfrentan un peligro inimaginable. No se trata sólo de las miles de tiendas vacías y cerradas en Bagdad, cuyos propietarios se están llevando sus productos a su casa por miedo a pillajes. Ni siquiera son sólo las placas de concreto apiladas a la orilla del Tigris, que están ahí para que la gente pueda salir de la ciudad aun si los estadunidenses destruyen los grandes puentes que cruzan el río. Es una sensación de que -y aquí me permito citar a un residente de esta capital que ha vivido la cuarta parte de su vida en Medio Oriente- ''el pegamento que mantiene unido a este pueblo se disolverá y no quedará nada más".

La pesadilla no se limita al bombardeo cruel sobre Bagdad, cuya inevitabilidad es ahora segura; abarca también la creciente convicción de que la invasión anglo-estadunidense provocará una guerra civil, de los chiítas contra los sunitas, de los sunitas contra los kurdos, de los kurdos contra los turkomanos.

Conduciendo por los barrios pobres del sector chiíta de Ciudad Saddam -los millones que aquí habitan vinieron originalmente de Amara, una región en el sur iraquí- es posible comprender los temores de la minoría sunita de que los pobres llegarán en decenas de miles para saquear Bagdad en el momento en que la autoridad central se desmorone.

Qué poco generoso, dirán ustedes. ¿Acaso no fueron los chiítas el pueblo más reprimido durante las décadas pasadas? Alrededor de Bagdad, la gente ha visto a la Guardia Republicana; sus puestos de control son cada vez más impresionantes. La principal carretera de Irak -que lleva a Kurdistán- ha estado cerrada los pasados tres días, y con estos elementos, la gente ya se ha formado la idea de lo que será el estado de sitio. Funcionarios de Bagdad ya hablan de un toque de queda de día y noche en Bagdad, un confinamiento de 24 horas durante tiempo indefinido, sin un alma en la calle por una semana o dos, dependiendo, supongo, del tiempo que el general Tommy Franks requiera para usar y probar todas sus armas contra Saddam e Irak.

En la Guerra del Golfo, de 1991, los habitantes de Bagdad atiborraron sus congeladores con carne, sólo para descubrir que la destrucción del sistema energético por parte de Estados Unidos hizo que sus víveres se pudrieran en horas. Por eso, los iraquíes ahora están acabándose el contenido de sus refrigeradores antes de la guerra y comprando por toneladas pan, galletas, dátiles y nueces.

Miles de usuarios del correo electrónico reciben mensajes anónimos en árabe en los que se detalla el tratamiento médico que debe aplicarse en caso de un ataque químico o biológico. Estos correos no especifican quién puede emplear estas armas de destrucción masiva, ni quién envió el mensaje. Los pocos europeos que aún permanecen aquí sospechan que esto podría ser un trabajo sicológico del ejército estadunidense, en un nuevo intento por fomentar el pánico en la población civil, la cual recientemente se ha dado cuenta lo aterradores que serán los próximos días.

De manera extraña, estos correos electrónicos no mencionan algo que los estadunidensese prefieren que no sea sabido ni por los iraquíes ni por sus "aliados" occidentales: que tienen toda la intención de usar municiones de uranio empobrecido (DU, por sus siglas en inglés) en el conflicto que se avecina. Decenas de miles de quienes padecen el síndrome de la Guerra del Golfo y un número creciente de investigadores médicos creen que el rocío atomizado que sueltan estas municiones, capaces deperforar cualquier blindaje, han causado epidemias de cáncer, especialmente en el área alrededor de Basora, donde fueron usadas hace 12 años.

Sin embargo, el general Buford Blount, de la tercera división de infantería, ha admitido, en declaraciones que han sido ignoradas por todos los medios más allá de Kuwait, que sus hombres utilizarán nuevamente municiones DU. "Si recibimos orden de atacar, los últimos preparativos tomarán sólo unos días. Ya comenzamos a desempacar nuestras bombas antitanque de uranio empobrecido".

Igualmente ignoradas en el exterior han sido las violaciones a la zona desmilitarizada de la ONU entre Irak y Kuwait, vigilada por tropas de Bangladesh que fueron retiradas este martes. La gran mayoría de las recientes violaciones ha estado a cargo de helicópteros estadunidenses, aviones de combae y jeeps de patrullaje que transitan en el territorio que será el punto de partida de la invasión de Washington.

Es extraordinario que nada de esto aparezca en la prensa de Bagdad. Ni siquiera se despertaron los medios iraquíes cuando especialistas en armas químicas ucranianos aceptaron ayudar a las tropas estadunidenses en el terreno de batalla, pues la mayoría de las armas químicas iraquíes fueron de inspiración soviética. ¿Qué no era esta la misma Ucrania que estaba amenazada con sufrir sanciones de Estados Unidos, hace sólo cuatro meses, por supuestamente haberle vendido a Irak un sistema de radar Koltchouga, que puede detectar bombarderos Stealth?

Así, con el reloj marcando cinco minutos antes de la medianoche, ¿quién parece ser el hombre más confiado en Irak? ¿Acaso tiene el lector que ponderar esta pregunta obvia? En la televisión estatal apareció otra vez este martes e insistió en que sus tropas destruirán a las fuerzas invasoras estadunidenses, y dio instrucciones a su hijo Qusay -comandante del ejército de Bagdad- para que las madres estadunidenses enjuguen lágrimas de sangre por la muerte de sus hijos, quienes trataron de invadir Irak.

Vestía uniforme y sonreía con seguridad, como siempre. Tal vez sí dé algo de seguridad el escuchar la sabiduría del gran líder en estos momentos. El lunes, en momentos en que el presidente Bush le daba 48 horas para irse al exilio y así salvar a su país de la invasión, Hussein obsequiaba al canciller de Túnez con palabras de seguridad.

"Cuando Saddam Hussein dice que no hay armas de destrucción masiva, esto es exactamente lo que quiere decir", explicó. Después prosiguió con una retórica más familiar: "Si Estados Unidos ataca encontrará a combatientes iraquíes detrás de cada roca, pared y árbol, para defender su tierra y su libertad".

Hace sólo un par de semanas, Saddam decía a sus soldados que "todo esto que afirma Estados Unidos sobre las armas son tonterías (...) debemos planear sobre la base de que los campos de batalla estarán en todas partes, dondequiera que haya gente". Esto no puede describirse como orwelliano.

Al tiempo que un cuarto de millón de tropas estadunidenses se prepara para invadir Irak en cuestión de horas, la página dos del periódico de Bagdad, Babylon, informaba este martes: "el presidente Saddam Hussein, Dios lo guarde, recibió un telegrama del Ministerio de Industria y Minerales con motivo del aniversario de una visita que Su Excelencia hizo a las fábricas de productos lácteos de Abu Ghoraib, el 16 de marzo de 1978".

¿Productos lácteos? ¿Era eso en lo que estaba pensando Saddam hace 13 años, cuando le dijo a un niño británico al que tenía como rehén y a quien liberaría pronto, al expresarle "bebe tu leche todos los días"? Pero la declaración que el mundo esperaba oír del líder iraquí vino de uno de sus funcionarios: "El presidente nació en Irak y morirá en Irak", afirmó.

© The Independent
Traducción: Gabriela Fonseca

Tomado de La Jornada

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