17 de marzo

31 de marzo del 2003

El gobierno iraquí, sorprendido con el atentado

Atacante suicida "abre la puerta" a la Jihad

EU se ha encontrado con "el arma que más teme"

ROBERT FISK ENVIADO ESPECIAL THE INDEPENDENT

Bagdad, 30 de marzo. El sargento Alí Jaffar Moussa Hamadi al-Nomani fue el primer combatiente iraquí de quien se haya sabido que realiza un ataque suicida. Ni siquiera durante el levantamiento contra el dominio inglés llegó algún iraquí a darse muerte para destruir al enemigo. Al-Nomani era también musulmán chiíta, miembro de esa misma secta que los estadunidenses tenían fe en que sería su aliada secreta en la invasión de Irak. Hasta el gobierno iraquí se preguntó al principio cómo tratar con este fenómeno extraordinario, atrapado entre el deseo de disociarse de un hecho que traía al mundo el recuerdo de Osama Bin Laden y su determinación de amenazar a los estadunidenses con más ataques de ese tipo.

De la vida del sargento de 50 años de edad se saben poco detalles, pero llaman la atención. Fue soldado en la guerra contra Irán de 1980-1988 y se ofreció de voluntario para combatir en la guerra del Golfo de 1991, bautizada como la madre de todas las batallas por el líder iraquí, quien cree haber sido el vencedor. Luego, aunque ya no estaba en edad de pelear, Al-Nomani volvió a ofrecerse de voluntario para defender a su país de la invasión angloestadunidense. Y así fue como sin decirlo a su superior y en su propio automóvil se lanzó sobre el retén de los infantes de Marina de Estados Unidos a la salida de Najaf. De inmediato el presidente Saddam Hussein le concedió la medalla militar de primera clase y la de la madre de todas las batallas. El militar dejó cinco hijos, una viuda y un hito en la historia de 2 mil años de resistencia iraquí contra los invasores.

Típicamente, un vocero estadunidense sostuvo que la acción "se ve y se siente como terrorismo", aunque, como al-Nomani atacaba a un ejército de ocupación y su blanco era militar, ningún árabe lo creerá así.

Pocas horas después del suceso, el vicepresidente Taha Yassin Ramadan hablaba como un palestino o un jefe del Hezbollah, poniendo énfasis en la disparidad de las armas entre los iraquíes y los estadunideses. "El gobierno de Estados Unidos transformará a todo el mundo en personas dispuestas a morir por su patria", afirmó. "Todo lo que pueden hacer es convertirse en bombas. Si las bombas de los B-52 pueden matar a 500 o más en nuestra guerra, entonces estoy seguro de que algunas operaciones de nuestros luchadores por la libertad podrán matar a 5 mil."

El significado está claro: el gobierno iraquí estaba tan sorprendido del sucidio de Al-Nomani como sus víctimas, pero los estadunidenses harían bien en entender lo que este nuevo acontecimiento quiere decir. Los atacantes suicidas, trátese de los musulmanes chiítas libaneses que lograron expulsar al ejército israelí de ocupación o los palestinos que destruyeron el sentido de seguridad de los israelíes, son el arma final de los árabes. La primera vez que Estados Unidos supo de su poder fue en el ataque suicida a su embajada en Beirut, en 1983, y luego el lanzado contra el cuartel de la Infantería de Marina también en esa ciudad, el 23 de octubre del mismo año, en el cual perecieron 241 militares estadunidenses. Pero sólo cuando unos árabes empeñados en una misión suicida más devastadora llevaron adelante sus ataques del 11 de septiembre de 2001 se dio cuenta Washington de que no hay defensa efectiva contra tales ataques.

Así pues, en forma extraña, el 11 de septiembre encuentra al fin una conexión simbólica con Irak. Si bien los intentos estadunidenses de vincular al régimen de Saddam con Osama Bin Laden resultaron fraudulentos, la rabia que Estados Unidos ha desencadenado es real, y se ha encontrado con el arma que los estadunidenses temen más. La mayoría de los atacantes suicidas son más jóvenes que Al-Nomani y solteros. Pero alguien debió de haberlo ayudado a colocar los explosivos en el auto y enseñarle a operar el detonador. Y si no fueron los iraquíes, como dijo el gobierno, ¿será que hubo una organización involucrada de la cual ni los iraquíes ni los estadunidenses saben nada?

El vicepresidente Ramadan habló del "momento sublime del martirio", expresión que hasta ahora no se había escuchado en el léxico baazista. El general Hazim al-Rawi del Ministerio de Defensa recordó que el suicida llevaba el mismo nombre del "imán Alí" y anunció que el nuevo "mártir Alí ha abierto la puerta a la Jihad". De pronto parece que el Islam ha irrumpido en esta guerra nacionalista de liberación -así es como se le llama aquí- contra los estadunidenses. Y al escuchar a Ramadan uno no podía evitar recordar la forma en que José Stalin animaba a sus tropas soviéticas a combatir al invasor nazi, ondeando a la vez la bandera de la iglesia y la del comunismo.

Los estadunidenses, en cambio, no gozan de tal comodidad. Porque de ahora en adelante cada civil, cada automóvil, cada taxi, cada camionero, cada iraquí recién "liberado" se vuelve un asesino potencial. Los estadunidenses se han mostrado muy inclinados a acusar a los iraquíes de violentar las reglas de la guerra mientras les invaden su patria. Y su condena de los soldados iraquíes que se pusieron ropas de civil no se ve bien al lado de las imágenes de los miembros de las fuerzas especiales de su país en Afganistán, que tenían buen cuidado en vestirse de civiles e incluso andar medio desnudos por allí. Este fin de semana, fue el vicepresidente iraquí quien puso énfasis en que "cualquier medio para detener y destruir al enemigo será utilizado".

© The Independent
Traducción: Jorge Anaya


Tomado de La Jornada

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