17 de marzo

29 de marzo del 2003

DESDE PUERTO RICO

La guerra y el refajo colonial

Fernando Martín*

En Puerto Rico el refajo colonial está siempre a la vista. En ocasiones es más obvio y, en otras, más discreto pero es inevitable que siendo tan largo el refajo colonial y tan cortita la falda de gobierno propio, el primero siempre esté en vergonzoso despliegue.

Nuestra patria ha venido sufriendo la intervención militar de Estados
Unidos hace más de medio siglo. La intervención militar es la guerra en
todos sus aspectos: económico, político, cultural, etc., porque la
intervenciones militares se llevan a cabo con un solo fin que es destruir
la nacionalidad ocupada y convertirla en colonia del imperio, explotable
en todas sus formas...
Pedro Albizu Campos.

Nunca es mayor ese exhibicionismo de subordinación y sumisión política, sin embargo, que cuando los Estados Unidos emprende alguna aventura militar imperial. Trátese de lugares lejanos como Vietnam o de vecinos caribeños como Santo Domingo, Granada o Panamá, tan pronto como el Presidente de Estados Unidos se empecina en imponer la voluntad de su gobierno por la fuerza --y de espaldas al derecho internacional-- el gobernante en Puerto Rico aparece primero en la fila a jurar fidelidad eterna y apoyo incondicional al Presidente y Comandante en Jefe.

Este triste espectáculo lo hemos visto repetido en estos días en ocasión del más reciente crimen contra la humanidad al que se le llama la guerra contra Irak. No se hizo esperar la Gobernadora quien --ni lenta ni perezosa-- de inmediato sentenció que aunque ella atesora la paz y aborrece el sufrimiento ajeno, habiendo Bush desatado la guerra a ella no le queda otro remedio que apoyar al Presidente porque a eso está obligada por la 'defensa común'.

Si la situación no fuera tan trágica --el Papa Juan Pablo ha dicho que la decisión de George W. Bush es una amenaza al futuro de la humanidad-- estaría uno tentado a responder con una carcajada a la posición asumida por la Gobernadora. Lo primero es que la señora Sila María Calderón parece ser la única que aun no sabe que la 'defensa común' entre el Estado Libre Asociado (ELA) y los Estados Unidos es quizás el más desacreditado concepto del diccionario de metáforas coloniales y que invocarlo resulta siempre en un insulto a nuestro pueblo. Defensa común sería si nuestras decisiones militares tuvieran que ser respaldadas por los Estados Unidos a la vez que Puerto Rico respaldara las de ellos. ¡Bendito! ¿Cuáles son las decisiones militares que toma el gobierno de Puerto Rico que obligan a los Estados Unidos? Usted lo dijo...'ninguna'.

Pero la sumisión va aún más lejos pues el argumento de que 'a lo hecho, pecho' esconde un servilismo que sólo tiene precedentes cuando la Asamblea Legislativa de Puerto Rico, (contrario a las legislaturas estatales en los cincuenta estados) aprobó una Resolución con apoyo bipartidista (Partido Popular Democrático-PPD y Partido Nuevo Progresista-PNP) apoyando al Presidente Johnson y a la guerra contra Vietnam. Lo inaudito de este argumento es que si se tomara en serio, nunca hubiera habido una protesta contra la guerra de Vietnam o una denuncia a la política genocida del Presidente Johnson bajo la teoría de que, 'una vez la guerra comienza hay que apoyar al Presidente'.

Si un político norteamericano cualquiera se atreve -- y ocurre a diario-- denunciar la política de Bush en Irak, ¿por qué nuestra Gobernadora no se atreve? La razón es que el refajo colonial no es un figmento ('figment') de la imaginación, sino una deprimente y aplastante realidad. Ningún americano de verdad va a ser tildado de anti-americano por otro americano de verdad por el hecho de denunciar a Bush y a la guerra, pero para un político colonial puertorriqueño ser tildado de anti-americano es la pesadilla más alarmante. Esa inseguridad y ese complejo, esa proyección de indefensión y dependencia los llevará siempre (sea Calderón o Pedro Rosselló) a la entrega incondicional y al silencio abyecto. Es parte de la ley de hierro del colonialismo.

Pero no son tontos nuestro líderes colonialistas. Bien saben que el pueblo rechaza la guerra de agresión contra Irak y se solidariza con sus víctimas inocentes, y que en forma alguna existe apoyo para el Presidente Bush en la conducción de este atropello contra Irak y contra la legalidad internacional. Por esta razón hemos visto y veremos a los dirigentes del PPD --alcaldes, legisladores y hasta la Gobernadora si fuera necesario-- haciendo escalas técnicas en cuanta rogativa por la paz se celebre en Puerto Rico. No denunciarán jamás a Bush por nombre y apellido, claro está --pero se pintarán pacifistas u opositores a la violencia.

Y cuando se organizan actividades bonafide para protestar contra la guerra se colarán e insinuarán --junto con sus aliados-- para imprimirle a la actividad --desde la tribuna si posible-- un tono 'lite' que implique siempre que se puede estar a la vez en contra de la guerra, pero en firme apoyo al Comandante en Jefe de turno. Después de todo, así lo ha dicho la Gobernadora. Lo importante es que en Estados Unidos nadie se entere de lo que realmente creemos los puertorriqueños. Entre nosotros acá, sin embargo, ya todos lo sabemos desde hace tiempo: no se puede estar con Dios y con el diablo.

* Fernando Martín es Presidente Ejecutivo del Partido Independentista Puertorriqueño.


Tomado de ARGENPRESS.INFO

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