17 de marzo

15 de marzo del 2003

El riesgo de Bush, Blair y Aznar

Isaac Bigio

Londres. Estados Unidos y el Reino Unido han debido retroceder de su inicial intento de conseguir una resolución a favor de la guerra en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas y en el ultimátum a Hussein para este lunes 17.

La única superpotencia que sobrevive en el mundo se ha visto incapacitada de conseguir una mayoría en el Consejo de Seguridad o de evitar el veto franco-ruso. Jack Straw, canciller británico, acusa a Chirac de haber acelerado la opción militar al lanzar un veto contra cualquier salida bélica. Su homónimo francés retruca que ninguna de las 6 naciones oscilantes en el Consejo de seguridad se ha inclinado a votar con Washington debido a que el informe de los inspectores ha mostrado que se están logrando progresos en el desarme sin tener que recurrir a la guerra.

Washington tiene dos salidas. Una es la de buscar un compromiso tal cual le han pedido París y la oposición demócrata norteamericana, incluyendo los ex-presidentes Clinton y Carter. La otra es iniciar la guerra en los próximos días sin esperar una nueva resolución de las Naciones Unidas. Es mas, atreverse a proponer una que plantee la intervención y les conduzca a la derrota seria algo más contraproducente.

El sendero militar es el que Bush ha planteado como el más posible. El riesgo es que puede producir el mayor quiebre de alianzas que haya tenido JUL. en por lo menos medio siglo y crearía una zanja con las cuatro grandes potencias continentales euroasiáticas (Francia, Alemania, Rusia y China) y se pondría en jaque la autoridad o el futuro de las Naciones Unidas. También podría generar atentados en Occidente, pero lo más significativo sería una ola de protestas masivas que sobrepasarían a las del 15 de febrero, el día en que más de diez millones se manifestaron simultáneamente contra la guerra en cientos de ciudades de todo el planeta y que ha sido la mayor marcha de la historia. Algunos de sus principales soportes, como Tony Blair (primer ministro de Gran Bretaña), podrían caer como consecuencia de una rebelión popular o parlamentaria.

Si Estados Unidos corre militarmente solo apuntalado por el Reino Unido, el objetivo sería ir hacia una guerra total, rápida y con pocas bajas. De lograrse ello, Blair y Bush pueden presentar el probable éxito de tomar dicho riesgo y además mostrar a la opinión interna e internacional que las tropas anglo-norteamericanas son el gendarme del planeta, por encima de las Naciones Unidas.

También podrían garantizar la mayor parte del control del principal recurso energético del planeta (el petróleo) y reorganizar el Medio Oriente de acuerdo con sus intereses. Irak se encuentra en medio de la principal cuenca de oro negro del viejo mundo (el Golfo Pérsico) y entre este y el segundo yacimiento (Mar Caspio). Controlando Bagdad, se podría presionar para liberalizar Arabia Saudita, 'moderar' Irán y recambiar la dirección palestina de Arafat.

La reunión en las Azores de los 3 mandatarios de EEUU, España y Reino Unido tiene como objetivo examinar si las condiciones están reunidas para desencadenar la ofensiva militar. Bush es consciente de la fragilidad de Blair y de la necesidad de evitar aislamientos o más rencillas con otros países. El premier británico se encuentra lidiando con la mayor rebelión parlamentaria que haya tenido una bancada oficialista británica en la historia. Blair sabe que al declarar la guerra varios de sus ministros, incluyendo Robin Cook -jefe de los comunes y ex ministro de relaciones exteriores- renunciarían y que entre 160 y 200 de los 410 parlamentarios laboristas se sublevarían.

Para tratar de amortiguar ello y las susceptibilidades en los países islámicos Bush ha declarado que una prioridad personal suya es aprobar un plan para la pronta formación de un estado palestino. Este, aunque tendría menos territorios y poder del anhelado por los palestinos, trataría de calmar la situación en el principal foco de tensión del medio oriente.

Pese a su rechazo a avalar la guerra, la chancillería gala le ha recordado a EEUU que una cosa es ganar la batalla armada y la otra es reconstruir Irak y la estabilidad en la zona. De allí que, si bien ellos pueden pasar por encima de Naciones Unidas para tomar Bagdad, necesitaran de ella y del concurso de Francia y las demás potencias para viabilizar el orden como en Afganistán o Kosovo.

La jugada de Bush-Blair-Aznar de ir a una guerra sin una resolución de Naciones Unidas es riesgosa. Podrá ser declarada ilegal y muchos buscaran poner a los atacantes ante la nueva corte penal internacional recientemente inaugurada. Los atacantes confían en que la tremenda superioridad tecnológica propine una pronta derrota sadamista. Sin embargo, si Bagdad u otras ciudades resisten aunque de manera inferior a Stalingrado y si se produce una ola de protestas en el medio oriente y en occidente, existe la posibilidad que el tiro salga por la culata.

La nueva guerra tendrá varias paradojas. Se produce para desarmar algunas armas de destrucción masiva que inicialmente occidente ayudo a Hussein para tenerlas, pero se dará utilizando las mayores armas no nucleares de destrucción masivas que la humanidad haya visto. Bajo el intento de deponer a Hussein se corre el riesgo que algunos de los atacantes, como Blair, acaben destituidos. Tras la idea de reforzar el nuevo orden mundial 'anti-terrorista' se esta quebrando a Naciones Unidas y a la OTAN y se podrán dar alicientes para nuevos actos de terror.

(*) Isaac Bigio proviene de la London Scool of Economics donde ha obtenido grados y postgrados y ha enseñado. Escribe para unos 200 medios.

Tomado de www.mbr200.com

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