17 de marzo

29 de marzo del 2003

La guerra empezó la semana pasada. La reconstrucción empieza esta semana

Diana B. Henríquez
MOIR

Diana B. Henriques escribió, con base en una investigación realizada junto a Richard A. Oppel Jr. y Elizabeth Becker, un artículo que bajo el título ¿Qué compañías reconstruirán a Irak? apareció publicado en The New York Times del 23 de marzo pasado. Los siguientes son algunos apartes:

Al menos así es como aparece ante los funcionarios del gobierno encargados de los contratos que en los próximos días planean entregar a las compañías norteamericanas los primeros contratos para reconstruir Irak. Esta es una tarea que según los expertos podría costar de 25 a 100 mil millones de dólares. Sería la más grande reconstrucción de posguerra desde el Plan Marshall en Europa luego de la Segunda Guerra Mundial.

Esta comparación la hacen cada vez más frecuentemente los funcionarios de la Administración Bush, quienes enfatizan la generosidad norteamericana y su visión de futuro. Pero la decisión del gobierno de invitar solamente a las corporaciones de Estados Unidos a participar en las licitaciones de estos contratos se ha sumado a las profundas divisiones que ya enmarcan la guerra. Estados Unidos planea acaparar el control sobre la ocupación y reconstrucción de Irak, dejando que la administración decida como invertir el dinero necesario para reparar el país. Estos contratos van a ser financiados por el contribuyente, aunque los funcionarios más veteranos han insinuado abiertamente que los ingresos del petróleo también van a ser usados para reconstruir el país. "Vamos a utilizar los activos del pueblo de Irak, especialmente sus activos petroleros, para beneficiar a su gente", dijo el Secretario de Estado Colin L. Powell el viernes pasado.

De acuerdo con los confidenciales documentos de ofertas, la lista de lo por hacer empieza con la reconstrucción del único puerto iraquí de aguas profundas, el puerto de UMM Oasr, donde se cargan los barcos que navegan corriente abajo desde el sur de Irak hasta el Golfo Pérsico. Se espera que el dragado empiece tan pronto como el puerto, que fue tomado por un comando liderado por los británicos el viernes 21, sea suficientemente seguro. Los términos de la licitación les dan a los contratistas no más de ocho semanas para preparar el puerto para la carga y descarga de contenedores y elevadores de grandes barcos.

Un proceso distinto de licitación está siendo conducido por la Agencia de Defensa y Reducción de Amenazas, una unidad del Departamento de Defensa. Esta agencia está buscando ofertas y hojas de vida de compañías expertas en desmantelar y neutralizar armas químicas y nucleares. Otras prioridades van a ser supervisadas por la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional. Estas incluyen la reconstrucción de dos aeropuertos internacionales y dos locales, asegurar el suministro de agua potable y la reconstrucción de plantas eléctricas, carreteras, vías férreas, colegios, hospitales y sistemas de riego.

Por lo pronto, la Administración Bush está buscando el dinero bajo la apropiación suplementaria que piensa someter pronto a la aprobación del Congreso, según dicen funcionarios de la Administración. Pero puede enfrentar el celo de algunos legisladores disgustados por que la Administración se está apresurando a firmar acuerdos con compañías sin consultar primero con el Congreso.

Entre las que han sido invitadas a licitar están algunas de las empresas constructoras más grandes y mejor conectadas políticamente. Entre ellas se encuentran Halliburton, donde el Vicepresidente Dick Cheney sirvió como jefe ejecutivo desde 1995 hasta mediados del 2000; el Grupo Betchel, cuyas filas han incluido numerosos alumnos del gabinete republicano, y Fluor, que tiene lazos con diversos ex-funcionarios de inteligencia del alto gobierno y de la sección de adquisiciones Pentágono. Una lista final de siete proponentes ya ha sido reducida a dos o tres, y se espera que los contratos sean asignados esta semana, según dicen los funcionarios de la Administración.

Aún cuando estos contratos son grandes (pueden valer más de mil millones de dólares), comparados con los negocios que vendrán son una miseria, según Andrew S. Natsios, el director de la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional, quien está supervisando el contrato más grande sometido a licitación hasta ahora. Pero Natsios cuestionó algunos de los estimativos acerca de los costos de la reconstrucción. Por ejemplo, un informe auspiciado conjuntamente por el Consejo de Relaciones Exteriores predice que simplemente reparar las instalaciones para la exportación de petróleo y restaurar el sistema eléctrico iraquí a su estado anterior a la guerra del Golfo Pérsico de 1991, podría costar 25 mil millones de dólares.

La Administración, claramente precavida ante una ocupación prolongada, dice que espera que la nueva autoridad interina iraquí se pueda instaurar dentro de un mes luego de la victoria y que los funcionarios de ella puedan tomar algunas decisiones sobre el ritmo y la financiación de la reconstrucción. Mas la administración ya está preparada para decidir qué compañías van a supervisar y llevar a cabo inicialmente el trabajo. Tienen una larga experiencia y algunas tienen también un historial político y financiero embarazoso.

Ninguna compañía tiene conexiones políticas más firmes que el brazo de ingeniería y construcción de Kellogg Brown & Root. Además de sus vínculos con Mr. Cheney, la compañía ha sido un contratista mayor desde la Segunda Guerra Mundial. Más recientemente, se encargó de la veloz construcción de los barracones para los sospechosos de terrorismo de la prisión de Guantánamo. Pero desde mayo pasado, la compañía está también bajo el escrutinio de la Comisión de Operaciones de Bolsa, que está investigando cómo fue que la compañía se excedió en los costos en sus trabajos de construcción e ingeniería desde 1998. Y en la primavera, sus accionistas van a votar una propuesta, auspiciada por dos gigantes de los fondos de pensiones de Nueva York, pidiendo el examen de los negocios anteriores de Halliburton ligados a Irán.

Louis Berger, con sede en East Orange, Nueva Jersey, puede ser un aspirante sorpresa en la polla de la reconstrucción de Irak. Aparte de su trabajo en un ambicioso oleoducto para conducir petróleo desde Tangiz, Kazajstán, a un puerto profundo en el Mar Negro en Rusia, la firma personal ha sido una importante contratista del gobierno durante años en los Balcanes. Más recientemente, ganó un contrato para supervisar el amplio desarrollo de la infraestructura en el Afganistán de la posguerra. El eje del contrato por US$300 millones fue la reconstrucción de una destrozada autopista de 600 millas de Kabul a Herat.

El Grupo Bechtel es considerado el más grande contratista del país, y uno de los más grandes en el mundo. Su junta directiva incluye un ex-secretario de Estado, George P. Shultz, y sus filas una vez incluyeron a un ex-secretario de Defensa, Caspar W. Weinberger. Bechtel, de propiedad privada y con sede en San Francisco, ayudó a construir la represa de Hoover, supervisó el trabajo del túnel bajo el canal inglés y trabajó en la limpieza de Chernobyl. Pero está enfrentando una crisis política propia en Massachusetts, donde está siendo duramente criticado por el inspector general del estado por sobrecostos de más de $1 billón en la construcción del túnel y en el proyecto de construcción de la autopista de Kabul a Herat.

Fluor, con sede en Aliso Viejo, California, no está trabajando actualmente en ningún proyecto de la Agencia para el Desarrollo Internacional, pero tiene amplia experiencia en la construcción de servicios petroleros en lugares difíciles. Está construyendo una enorme planta en la isla de Sajalín, costa afuera en el Pacífico de Rusia, para un consorcio internacional que incluye Exxon Mobil, y está desarrollando campos de petróleo y gas en Kazajstán para un consorcio socio mayor es Chevron -Texaco. En abril pasado, Fluor contrató a Kenneth J. Oscar, quien como secretario asistente de la Armada supervisó el presupuesto de adquisiciones del Pentágono por US$35 billones anuales. Su junta directiva incluye a Bobby R. Inman, un almirante retirado quien fue ex-director de la Agencia Nacional de Seguridad y subdirector de la Agencia Central de Inteligencia (CIA)

Parsons, una compañía de propiedad de los empleados con sede en Pasadena, California, es uno de los rivales más formidables de Bechtel en el mercado de la construcción. (Como las anteriores) Parsons tampoco quiso comentar sobre el actual proceso de contratación. Pero ha hecho un trabajo extenso en la reconstrucción de posguerra en Bosnia y Kosovo y construyó la ciudad militar de Yanbú en Arabia Saudita. También ayudó a construir el sistema de subterráneos en la metrópolí de Washington. No cuenta con las prominentes conexiones políticas de Bechtel y Fluor, aunque el Secretario de Trabajo, Elaine Chao, fue parte de su junta directiva por casi un año antes de integrarse al gabinete en enero de 2001.

No obstante (sus pasados atolladeros financieros) el Washington Group International continua siendo un contratista militar mayor y ha realizado un extenso trabajo en el Departamento de Defensa en lo que se ha denominado trabajo de desmilitarización, el cual involucra el desmantelamiento y deshecho seguro de viejas armas. También domina el negocio de neutralizar y desechar las armas químicas dentro de Estados Unidos, según dice uno de sus voceros, Jack Herrmann.

Documentos confidenciales de los contratos indican que las compañías van a ser remuneradas bajo un arreglo conocido como "costo más cuota fija". Una vez el costo del proyecto sea establecido, el contratista tiene la facultad de recuperar ese costo más una cuota fija que representa un porcentaje fijo de éste. El porcentaje oscila entre el 8 y 10 por ciento, aunque, según dijeron analistas de la industria de la construcción, las precauciones de seguridad requeridas en los contratos de Irak pueden justificar una tarifa más alta en algunos casos.

La licitación por la vía rápida ya ha recibido críticas en el Congreso. "No podemos decirle a los contribuyentes de este país, a quienes se les va a pedir que paguen el proyecto para todo esto, cuál va a ser el precio en el período subsiguiente", se quejó recientemente el Senador Christopher Dodd, un demócrata de Connecticut quien está en el Comité de Relaciones Exteriores. "Aparentemente, la Administración cree que se va a salir con la suya sin que el Congreso haga nada al respecto".

Funcionarios dijeron que se movieron con rapidez porque necesitaban cerrar filas con los contratistas que tienen trayectorias comprobadas y credenciales de seguridad de alto nivel. "Los principales contratistas son norteamericanos, y hay una razón para ello: para poder trabajar en Irak deben tener una credencial o permiso de seguridad, y las únicas compañías con autorizaciones de seguridad son algunas compañías norteamericanas que han hecho este trabajo antes en escenarios de guerra", dijo Natsios. Más del 50 por ciento del dinero va en realidad a ser gastado por subcontratistas. Las compañías en cualquier país, salvo aquellas que figuran en la lista de terroristas de la Administración, pueden solicitar ser subcontratistas, agregó.

Thomas D. Thacher II, quien dirige una firma consultora que monitoreó la integridad del proceso de limpieza del punto cero (ground zero) en Manhattan para la Agencia Federal para la Administración de Emergencias en la ciudad de Nueva York, cuestionó la conveniencia de exigir tanta rapidez sin establecer también mecanismos para monitorear la integridad del proceso de reconstrucción. "Cada vez que se tiene una respuesta de emergencia motivada por la premura del tiempo, la oportunidad para hacer fraude, desperdiciar y abusar es enorme", dijo Thacher. "Y cuando la oportunidad es tan enorme, con seguridad ocurre".

(Traducción de E. B.)
www.moir.org.co


Tomado de Rebelión

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