17 de marzo

25 de noviembre de 2002

Temen la destrucción de los tesoros arqueológicos de Irak

Louise Jury
The Independent y el Corresponsal de Medio Oriente y África

Un grupo internacional de curadores y historiadores, preocupados porque no se repita el daño infligido a los tesoros iraquíes durante la Guerra del Golfo, hace 11 años, está reclamando al gobierno norteamericano que tome en cuenta estos sitios históricos. Especialistas involucrados en la investigación sobre las amenazas potenciales a las miles de ruinas arqueológicas y monumentos arquitectónicos diseminados a lo largo de Irak están proporcionando mapas e información complementaria al Departamento de Defensa norteamericano.

Los nombres evocan viejos reinos del pasado, los imperios de Babilonia y Asiria, desde los tiempos de Nabucodonosor y Alejandro el Grande.

La mayoría de los palacios y templos y mezquitas de esas civilizaciones antiguas se desmoronaron hace varios siglos. Pero todavía resisten entre 10.000 y 100.000 ruinas arqueológicas.

Hablamos, por supuesto, del actual Irak. Y, como los Estados Unidos se preparan para la guerra, un grupo internacional de curadores y historiadores, ansioso porque no se repita el daño infligido a los tesoros iraquíes durante la Guerra del Golfo, hace 11 años, está reclamando al gobierno norteamericano para que tome en cuenta estos sitios históricos.

Especialistas involucrados en la investigación sobre las amenazas potenciales a las miles de ruinas arqueológicas y monumentos arquitectónicos diseminados a lo largo de Irak están proporcionando mapas e información complementaria al Departamento de Defensa norteamericano.

La iniciativa, coordinada por Arthur Houghton, un ex curador de antigüedades del Museo J. Paul Getty, busca que se tome conciencia de la importancia de esas ruinas con la esperanza de que los militares que participen de la guerra intenten evitarlas.

"Basados en la operación Tormenta del Desierto, si un plan de batalla involucrara una invasión desde Kuwait o Arabia Saudita, habría una probabilidad cierta de destrucción de numerosos en sitios", dijo John Malcolm Russell, un arqueólogo norteamericano, al periódico The Art.

"En el sur Irak, muchas veces la tierra oculta importantes yacimientos arqueológicos. Si usted usa excavadoras para abrir trincheras, es obvio que se destruirán tesoros de la antigüedad."

La amenaza es muy real. Muchos tesoros quedan cerca de bases aéreas o refinerías de petróleo o laboratorios que fueron blancos de ataque en la Guerra del Golfo.

El Kerbala Shia, tumba del imán Al-Hussein, la más renombrada reliquia islámica de Irak, está cerca de una planta de armas químicas y un proyectil casi la destruye en 1991. Ur, el sitio más famoso de Irak y quizás la ciudad más antigua en el mundo, está cerca de una gran base aérea que también fue atacada. En Basra al-Qurna, hay un viejo y retorcido árbol, conocido como el árbol de Adán, en un sitio reputado como el del Jardín del Edén. Una presunta planta de armas químicas está cerca.

Helen McDonald, de la Escuela Británica de Arqueología en Irak, dependiente de la Universidad de Cambridge, dijo que en otras ocasiones los iraquíes habían intentado mover una gran cantidad de sus objetos más importantes en tiendas instaladas en las afueras. Ahora, han empezado a hacer lo mismo.

"Pero algunas cosas son imposibles de mover, como las grandes piedras. Si una bomba pega en un museo, ¿qué sería de él?", se preguntó.

La consecuencia es la eliminación potencial de testimonios históricos de generaciones y generaciones, que se remontan a 4.000 años antes de Cristo.

"El Medio Oriente en general, incluido Irak, es una de las primeras áreas en las que se establecieron comunidades agrícolas, una de las primeras áreas que tuvo civilizaciones con ciudades, escritura y estructuras complejas, como templos", dijo McDonald.

"La gente habla sobre Egipto, pero hay muchos tesoros arqueológicos de similar importancia en la Mesopotamia. Mucha gente va al Museo Británico a ver los relieves asirios. Ellos proceden de Irak. Y hay relieves imposibles de movilizar, como el del Museo Nacional de Antigüedades en Bagdad.

"La Escuela Británica de Arqueología en Irak ha escrito mucho sobre esto. Hemos escrito al Ministerio de Relaciones Exteriores británico durante la Guerra del Golfo para expresar nuestra preocupación, no sólo en las cuestiones humanitarias sino también en los perjuicios en la cultura."

Pero no sólo los bombardeos constituyen un peligro. Charles Tripp, de la Escuela de Estudios Orientales y Africanos de Londres, advirtió que las sanciones que siguieron a la Guerra del Golfo habían causado inadvertidamente tanto daño a los sitios arqueológicos de Irak como los ataques directos.

Las condiciones de pobreza llevaron a muchos a saquear sitios arqueológicos y piezas de museos, inclusive algunas piezas muy significativas que habían sido evacuadas de Bagdad. Tantos hallazgos avivaron el mercado de arte en Occidente. "Hay gran tentación, en un país destruido, de saquear objetos que son valorados en Occidente", dice el doctor Tripp.

Los estudiosos norteamericanos basan sus reclamos en la Convención de La Haya de 1954, que prohíbe el ataque a sitios culturales y religiosos en guerra, para fundamentar su causa ante el gobierno de los Estados Unidos.

Washington nunca ratificó el acuerdo, pero ¿hubo esfuerzos durante la Guerra del Golfo para evitar afectar monumentos culturales? Aunque expertos sospecharon que sí, pero los comandantes norteamericanos no tenían la información arqueológica que hubieran necesitado para saber qué sitios evitar en sus ataques.

Gran Bretaña firmó la convención, pero no la ratificó, por lo que no está legalmente obligada a cumplirla. Sin embargo, un vocero del Ministerio de Relaciones Exteriores admitió que el país es firmante de acuerdos internacionales, entre ellos el artículo 53 del primer protocolo adicional de la Convención de Ginebra, que prohíbe actos de hostilidad contra los monumentos históricos, obras de arte y lugares de culto. "Obviamente, nosotros haremos honor a nuestras obligaciones internacionales", dijo.

"En el proceso del ataque, lugares históricos, religiosos o culturales de importancia siempre se tiene en cuenta cuando están localizados en cercanías de blancos militares legítimos. El proceso está bajo revisión constante", agregó.

La ironía es que han sido británicos quien ayudaron a despertar el interés de los iraquíes en su historia y han sido estudiosos británicos, como Max Mallowan, el marido de Agatha Christie, quienes han ayudado en la investigación de muchos de los sitios arqueológicos.

El doctor Tripp dijo: "Desde los tiempos de la fundación del Estado por los británicos a comienzos de la década de 1920, hubo esfuerzos en desarrollar algo de la identidad iraquí destacando en ellos la riqueza increíble de la tierra en que vivieron sus antepasados."

Saddam Hussein ha usado las glorias del pasado del país para ayudar a construir su nación, animando el orgullo de los habitantes por las glorias de Niniveh o la gran historia de la ciudad de Ur.

El doctor Tripp agregó una predicción sombría: "La vieja Mesopotamia fue cuna de la civilización. Claramente, lo que podría pasar allí es horrible."

Tomado de Rebelión

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